0. La Princesa Detergente

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10 años

— Ariel lanzate a comprar un refresco — me ordeno mi mama sirviendo la comida.

Hice una mueca y pause El lago de los cisnes.

— Pero mamitaaa Angelo no esta haciendo nada — lloriquee tratando de persuadirla pero ella me pego un zape y me dio el dinero.

— Tu tampoco, orale.

Enojada me puse las chanclas y corrí a la tienda de en frente. Abrí el refrigerador y tome una coca de 2 litros, fui hasta Don Chino y la pague.

— Cobrese los dos pesos que le debia.

Regrese a la casa y encontré a todos sentados comiendo, hice un puchero.

— No manchen no me esperaron — deje la Coca en la mesa — y supongo que yo traigo los vasos.

— Supones bien — dijo Angelo y yo le saque la lengua.

Fui a la cocina y me trepe en la meseta para alcanzar los vasos, odiaba ser pequeña. Regrese al comedor y le di uno a cada quien.

— A ti te toca el mas feo — le dije a Angelo dándole uno de cristal que antes era una veladora.

Me senté y comencé a comer, esa tarde mama había preparado espagueti con empanizado. Absorbí cada fideo con una sonrisa manchando mi rostro, los espaguetis eran mejor que las caricaturas, no, eran lo mejor del mundo. En eso mi hermanito Cristian comenzó a llorar.

— Ya te dije que no puedes tomar refresco niño terco — lo regaño mama, Cristian lloró mas fuerte mientras gritaba: "Yo quiero" — ¡En la cocina hay jugo si lo quieres ve por el!

— ¿Y si mejor le damos agua de la llave? — sugirió papá, escupí mi agüita al soltar una carcajada, mamá lo miro con desaprobación y comenzó a darle un sermón sobre como debía educarnos mejor y ser un mejor ejemplo a seguir, bla bla bla.

Cristian corrió a la cocina, unos segundos después regreso bebiendo algo que no era jugo.

— Mami esto sabe re feo.

— ¡Jesus, María y José escupe eso Cristian! — grito quitándole el vaso, comenzó a golpear la espalda de mi pobre hermano y le metió el dedo en la boca — ¡Toño enciende el carro, el niño bebió jabón!

— ¡¿Qué pedo?! — exclamo papá con sorpresa.

Me acerqué preocupada al vaso y lo revise, era el jabón líquido para lavar que mamá me había dicho que le echará a la ropa de la lavadora, lo había dejado ahí cuando dieron ganas de hacer pipí y fui al baño, se me había olvidado por completo.

— ¿Es el Ariel que la bruta de Lucrecia le debía poner a la ropa verdad? — pregunto Angelo con sarcasmo para hundirme, le lance lo que quedaba del jabón.

— ¡Ariel Lucrecia hija de tu madre!

Al escuchar a mamá gritar no perdí el tiempo y corrí a encerrarme al cuarto llevando mi plato de comida conmigo, le eché seguro a la puerta temiendo por mi vida, y mis juguetes. Papá grito algo que entendí de un payaso y después escuche el motor del carro encendiendo y alejándose, alguien toco la puerta.

— Fue un placer haberte conocido querida hermana.

Trague un pedazo de empanizado y comencé a llorar.

Cuando regresaron me gritaron hasta de que me iba a morir y me quitaron mis Hot wells.

Le tuvieron que hacer un lavado estomacal a Cristian, mamá lo trato como su niño bonito hasta que el doctor le dijo que había encontrado su anillo de compromiso perdido en la panza de mi hermanito, así que a el también le toco regañiza. Angelo tampoco salió impune, papá se entero que le había tomado una foto a el y Cris en una posición graciosa y los había hecho meme; aunque le dio risa y se sintió una celebridad por recibir tantas reacciones aun así lo castigo una semana sin aparatos electrónicos, incluyendo el dispensador de agua.

Puedes Llamarme ArielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora