PRÓLOGO

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Anne Blackwood caminaba deprisa bajo la incesante lluvia, con el corazón queriendo salir de su pecho. Estaba segura de que alguien la seguía desde que dobló la esquina con Picadilly.

Cuando iba a doblar la siguiente, se paró un segundo a pensar con claridad; y mientras se abrazaba aún más a su caro abrigo de piel, oyó una profunda y sensual voz; que despertaba en ella los recuerdos y los miedos más oscuros. Aquella aterciopelada voz, que parecía prometer los placeres más exquisitos, no era sino el preludio de los tormentos más insospechados.

-Miss Blackwood, una dama de alta cuna como usted, no debería nunca ir sola, y menos por la noche. Cuando su abuelo se entere de que iba camino de fugarse con el hijo de su mayor enemigo, no le hará demasiada gracia. Por cierto, dígale a su padre que le envío saludos.

Instantes después, Anne se giraba par ver el rostro de su interlocutor, tan conocido para ella, sintiendo como algo frío y fino atravesaba sin problemas su pecho, y se hundía lentamente en su corazón. Con los ojos llorosos y sorprendidos, ella solo consiguió articular una única palabra antes de desplomarse.

-Jack...

-Adiós, querida. Hasta nunca.

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