Capítulo 7

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Los abuelos Culpepper llegaron poco después, cuando Victoria y yo estábamos hablando entre sususrros en un hueco que hacía la pared junto a la puerta de la cocina.

-¿Y Lawrence estaba enamorado de tu hermana? -Preguntó con una sonrisa tierna-. Eso explicaría su tendencia a ir de flor en flor. Es un claro signo de despecho. No involucrarse más allá de la cama para no sufrir. Es un motivo usual.

Sonreí ante su análisis psicológico de Lawrence.

-¿Siempre tienes que analizarlo todo? No estoy del todo seguro de si eso influyó en que sea un mujeriego, porque antes también era así. Aunque supongo que tuvo que ver. La única vez que no ha sido así fue cuando estaba contigo. Creo que a eso se refería mi hermana.

Victoria frunció el ceño. Seguía contrariada por ese comentario. Podía verse claramente la pregunta que se hacía a sí misma. ¿Qué era lo que explicaba todo y qué era ese todo?

La miré, sonriendo de medio lado. Tal vez no fuera lo más correcto acostarme con ella, pero jugar y volverla loca no estaba prohibido. Aunque desde luego, la reina del juego era ella, como había demostrado anoche y aquella mañana.

-Tranquila Monroy, no era ningún comentario ofensivo. Sencillamente te vio y entendió la razón de que Lawrence se volviera serio por un tiempo en ese sentido.

-Fue poco tiempo. No tuvo ocasión de cansarse.

Yo alcé las cejas, incrédulo. ¿Cansarse? ¿Lawrence? ¿De ella? No me podía creer que hubiese dicho aquello. ¿De verdad pensaba que podría haberse cansado de ella en algún momento de su vida? ¡Venga ya! ¡Solo había que ver la relación que tenían! Y además, ¿poco tiempo? Para Lawrence había sido la relación más larga de todas. Bueno, lo seguía siendo. Dos años de noviazgo más todos los que hacía que eran amigos y todos los que llevaban siendo amigos después de aquello.

No me había dado cuenta de que la estaba mirando fijamente. Aparté los ojos, evitando que me descubriera observándola una vez más.

-Dime una cosa -dijo ella suavemente, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos y volviéndose hacia mí-, ¿crees que Lawrence empezó a salir conmigo porque le recordaba a tu hermana?

Mientras decía eso dirigió los felinos ojos hacia donde estaba Martha, hablando con mi mejor amigo. Se notaba el ambiente tenso de la conversación. Yo solo pude mirarla impresionado de nuevo. ¿Cómo podía pensar en que tenía algún punto de comparación con mi hermana? Es decir, no se podían comparar ni en el blanco de los ojos. No tenían nada que ver.

-Victoria, no tenéis nada que ver la una con la otra. Sois completamente diferentes.

-Me refiero a que mírala, es morena y tiene los ojos verdes. Puede que inconscientemente me asociara con ella.

Solté una carcajada. Seguía intentando entender lo que mi hermana había querido decir antes. Aunque no iba por el camino correcto.

-Si se le ocurrió hacerlo en algún momento, cosa que no creo posible porque ella tiene el pelo negro y liso y tú lo tienes castaño oscuro tirando a rojo y rizado -le enseñé un rizo de su propio cabello poniéndolo a la luz que entraba por la ventana-, tú eres exuberante, curvilínea, alta y de constitución fuerte y atlética y ella es menudita. Y te puedo asegurar que es bastante más frágil de lo que aparenta. -Acaricié la morena piel de su cuello para llamar su atención-. Si se le ocurrió hacerlo en algún momento, habría descartado esa idea en cuanto abrieses la boca. No os parecéis físicamente, no digamos ya en el carácter. Tú eres demasiado temperamental, natural y demasiado genuina para ser ella. Martha es incapaz de enfadarse con alguien y siempre sonríe. Tú frunces el ceño, aprietas los labios, ensanchas las aletas de la nariz, haces un mohín muy gracioso con las cejas cuando te exasperas... Y sobre todo te muerdes la boca cuando no te das cuenta y estás pensando en algo. Y eso es constantemente. Demasiado expresiva para parecerte a alguien.

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