Aquella voz retumbó en su interior, como si cada vez se distanciara más, pero al mismo tiempo estuviera tan cerca, mientras un escalofrío familiar le recorría la espalda sin algún permiso, dejando que su piel se cubriera por una fina y casi inexistente capa de sudor frío. Las emociones que aquél timbre le hizo sentir eran completamente indescriptibles, más que nada, porque eran tantas, que los dedos de las manos eran insuficientes como para terminar de contarlas. Aunque, entre tods esa confusión de sentimientos, logró sentir la inquietud de su lobo, aquél que había permanecido oculto por el miedo.
Alfa.
Y entonces, toda la realidad del príncipe inglés cobró sentido, como si acabara de unir algún rompecabezas después de carcomerse la cabeza buscando la pieza final.
Solamente que no quería hacerse responsable de ese sentimiento; la negación podía llegar a ser algo realmente molesto, que de tan solo pensarlo bien, le hacía enfadarse.
No quería, se negaba completamente a aceptarlo. Aunque esa no era su decisión.
Con actitud sumisa se acercó al cuerpo contrario, podía guiarse bien gracias a su oído. No quería levantar la vista, no quería verlo, que todo fuera un sueño estúpido parecía mucho mejor, pero no, claro que no, era tan real como el hecho de que su propio omega acababa de aceptar al alfa desconocido, o al menos así lo era para él.
Y entonces, lo logró.
Sus piernas respondieron de manera muy repentina, pero eso no evitó que corriera apenas logró tener el control sobre su cuerpo otra vez. El pánico y nerviosismo fue quien tomó el papel ahora, haciéndole reaccionar con los instintos más primitivos, pero para alguien aislado de mucha gente durante años, no era tan sencillo posicionarse frente a un alfa de tan importante rango como si nada sucediera; porque claro que estaba pasando algo.
Los gritos de aquellas voces familiares, entre ellas, la de su dulce hermana, no tardaron en llegar a sus oídos, pero tal y como las escuchó, las ignoró, siendo preso de sus actos inconscientes, hasta que logró desvanecerse de ese espacioso salón, que cada vez se le hacía más y más grande, como si fuera un camino interminable el cuál no podría cruzar.
Corrió escaleras arriba, su respiración no eran más que jadeos desesperados como muestra de que necesitaba detenerse un momento, pero es que, Dios, ese lugar era enorme y acababa de darse cuenta, ¿De qué servía todo eso?
—¡Tom!—y, otra vez, aquella escena se repetía, gritos desesperados y pasos apresudaros que le perseguían, los que habían sido su libertad venían para encerrarlo nuevamente.
No respondió, sabía que iban a encontrarlo, pero era mejor mantenerse en silencio mientras el tiempo pasaba, así tal vez las cosas pasarían y todos se olvidarían de ese desastroso hecho.
Reposó su espalda contra la pálida pared, deslizándose por ella hasta llegar al suelo, donde sus rodillas rozaron su pecho, y sus brazos refugiaron su rostro, haciéndole ver simplemente oscuridad.
“¿Ya estaré oculto de todos?”
—Tom...—su cuerpo se congeló, los llamados se oían a lo lejos, y aquella voz cálida de quién siempre lograba tranquilizarlo se hizo presente.
—Edd, n–no les digas que estoy aquí, por favor—suplicó, con desesperación. Su voz temblaba como gelatina, dando lástima a cualquiera— no puedo hacerlo, lo intenté, pero no puedo. Él ya lo aceptó, p–pero yo... ¡No puedo! ¡Tengo miedo!
La voz que al principio fue sorprendentemente suave, volvía a ser alta, desesperada, pronto iban a llamar la atención si seguía de esa forma.
—Hey, tranquilo, trata de respirar, ¿Sí?—tomó posición frente a él, en cuclillas, con una leve sonrisa y mirada comprensiva, suspiró antes de volver a hablar, buscando las palabras adecuadas para no cagarla con apenas abrir la boca—sé... Que quizá no es así como quisieras que fueran las cosas, pero no te están forzando del todo. Podrías haber tenido una oportunidad distinta, pero piénsalo, al menos no será una boda inmediata, está pensado que deben conocerse primero, si no le das la oportunidad, jamás sabrás si realmente es tu predestinado.
—La predestinación es una mentira inventado por los betas de siglos atrás, ¿Cómo sabría alguien si es real, si no puede crear un lazo?—murmuró. Decir que eso no le dolió al castaño sería mentir, pero quedarse callado era la mejor opción.
—No puedes hacer esto, Thomas. No ahora, no enfrente a él, luces irrespetuoso—entonces, solo logró sacar un suspiro.
—¿Siguen allí, todos?
—Tus padres cancelaron el evento, pero el príncipe y los líderes siguen aquí, obviamente. De todas formas tendrías que compartir ambiente con él—se levantó, estirando la mano hacia el menor, quien le hizo caso— y antes de que preguntes, no, no tienes que bajar, puedes ir a tu habitación. Sorprendentemente, tu madre sabía que algo así podía suceder, le avisó a la servidumbre antes, como por si realmente llegaba a suceder.
Una leve sonrisa invadió el rostro del ojinegro.
—Mi madre es increíble—ahora sentía tristeza. La había cagado en grande.
—Merece al menos un abrazo y un beso en la mejilla de tu parte—bromeó, consiguiendo una pequeña risa—Ya ve, iré a tu cuarto en un rato, te diré como van las cosas.
Luego de un poco de plática y risas, terminaron separándose, con un Tom sobre su cama, la cuál se sentía incluso aún más grande de lo que él recordaba.
Podría estar solo lo que restaba de día, y eso era un punto a favor, así que no pensó en nada mejor que usar la ropa que siempre se ponía cuando estaban solos; la clásica sudadera más grande de su talla real, y leggings negros, le parecían más cómodos que los jeans. Además de calcetines, unos que su hermana le había dado, de cuadros, le encantaban en sobremanera.
Caminó un rato por la habitación, ordenando incluso más de lo que ya estaba, con la música corriendo por los auriculares hasta sus oídos. Odiaba tener que usar trajes tan estéticos aún en el tiempo que se encontraban, hasta un simple smoking estría bien.
—And when I'm down I need somebody to talk to...—murmuró, siguiendo la canción que ahora se reproducía, mientras ordenada un poco el ya pulcro escritorio de vidrio.
Observó el cactus que estaba sobre éste, era muy lindo y simple. Su padre se lo dio cuando dijo que quería plantas en su cuarto, pero que era pésimo cuidándolas, siempre se le secaban.
Hace ya un año lo tenía, sonrió, él tenía razón.
Un par de toques en la puerta resonaron por la habitación, esperando la aprobación.
—Pasa—exclamó fuerte, lo suficiente para ser oído. Aunque, lo dijo sin mirar, eran más interesantes un par de libros que tenía entre las manos, mientras seguía atento a la música, sabía que era Edd, se lo había dicho, así que cuando sintió la puerta abrirse, se volteó aún leyendo el epílogo de un libro infantil, aquél que tanto le gustaba y aún seguía en su cuarto— Edd, te he dicho que no necesitas tocar la puerta.
—Hm, creo que te equivocas de nombre.
Les gusta como va quedando esto:³?
Quiero morir lpm salí de vacaciones y desperté temprano
igual :DADEMÁS ESTOY RE NERVIOSA PORQUE ASTRO VA A SACAR SU COMEBACK Y AAAAAAAA CJAU RIP YO ME VOY A MORIR CRIES IN ORGULLO