fire

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—¿Estás listo, Tommie?

—Nunca voy a estar listo, aún me siento de diez, Edd.

El nombrado suspiró, tratando de no perder la paciencia con el chico, entendía que estaba más que frustrado, pero tampoco estaba dispuesto a tragarse cada una de sus palabras con el tono desagradable que usaba para hacer berrinches inútiles.

—Bueno, la verdad, es que con tu actitud sí que pareces un chiquillo de diez—devolvió, acomodando los últimos mechones de cabello del omega, recibiendo un sonido de queja por parte del mismo.

La situación era, un Thomas realmente enfadado por una reunión impuesta en sus planes de aquél día, en donde se dedicaría a pasar tiempo con sus hermanos, tendría que pasarlo junto a aquél alfa baboso, que solo producía repulsión en su ser, y lograba que su omega entrara en un estado alerta.

Mientras, Edward trataba de tranquilizarlo con tratos delicados, que estaban convirtiéndose en zapes, ya que el omega estaba actuando como un cachorro, y él simplemente no tenía paciencia para eso, se supone que trataba con un adolescente de diecisiete años, no un chiquillo berrinchudo y chillón de cinco años.

—Simplemente no le mires la cara y ya, deja que se muerda la lengua, si no le hablas, no podrá decirte nada, porque no le responderás y le arderá el culo ver que no genera nada en tí—se encogió de hombros, caminando hacia el baño de la habitación, volviendo con un perfume— échate eso, omega dulzón, amortigua el aroma natural... ¡En las glándulas, idiota!

—¡¿Cómo que idiota, beta de segunda?!—chilló, “ofendido”. Sonrió al notar como el chico posaba su palma sobre su pecho, imitando la acción normalizada al sentir aquél sentimiento que él también fingió en su voz.

Rieron a la par, y Edd se abrazó a sí mismo mentalmente al lograr aligerar un poco la tensión en el cuerpo del castañito claro.

Dos toques en la puerta interrumpieron su sesión de risas, seguidos de una voz dulce, ya conocida por ambos.

—Ustedes dos son un caso, ¿los mandé a reír, o a que ayudaras a alistarle, Eddie?—la maternal voz sonó tras la madera, y el ojinegro podía jurar que su madre tenía una sonrisa en el rostro.

—Estoy listo, mamá—habló, asomado tras la puerta mediabierta.

Luego de unas bromas más, decidió hacer caso a la indicación de su madre e ir a la primera planta, después de todo, ella no era la que había tomado la decisión, también era víctima, no hacía más que acatar cada orden dada por el alfa de manada, o en aquél caso, su marido y padre de su hijo menor, quien ahora pagaba el precio de forma individual.

El bello chico tocó el piso, y apenas aquello sucedió, se sintió cohibido ante la cantidad de miradas que estaba recibiendo, luchar contra sí mismo para no salir corriendo otra vez estaba siendo realmente dificultoso. Notaba la imponente presencia de su “pareja” ahí. Su mirada iba pegada al piso, hasta que una mano en su hombro y unos zapatos frente a los propios le llamaron la atención e invitaron a alzar la vista, junto a un leve brinco de impresión.

Era su padre.

—Tommie...—una sonrisa ladeada se mostró en su mandíbula, una que tristemente, después de años, Tom no fue capaz de devolver.

Casaste a la fuerza a mí, la supuesta luz de tus ojos, Alfa.

Suspiró con un dolor leve en el pecho, y recorrió la instancia con la mirada, tratando de evitar cualquier contacto visual con su progenitor, demasiado dolido aún para siquiera darle el derecho de permitirle juzgarlo y ver su alma, ver la disconformidad y pánico de su profundo mirar. Soltó el agarre del mayor, y caminó hacia su familia, sonriendo a sus hermanos, en quienes sabía, jamás podría desconfiar, eran todo lo que su mente indicaba, estaba bien, y por una vez en toda su vida, estaba de acuerdo con su cerebro.

Una chica, omega probablemente, o al menos eso indicaba el aroma de la misma, se acercó, indicando que debían comenzar a sentarse.

—Oye, baboso—habló hacia Aiden, quién alzó las cejas esperando a que hablara—iré al baño, si preguntan por mí, vengo enseguida.

—No te tardes o pensarán que enserio escapaste por una ventana, Tommie—bromeó, con una sonrisa algo decaída, odiaba aquella situación para su hermanito.

Negó con la cabeza, y luego agregó—Créeme que lo hubiera hecho ya, de no ser por la seguridad externa.

Luego, se escabulló entre gente que sabía, no significaría nada en su vida nunca, así que no se tomó la molestia de saludarlos. Eso hasta que logró encontrar el pasillo del baño, y otras cosas obviamente. Entró y encendió la luz, observándose un segundo frente al espejo, y soltando un suspiro luego, el cuál, tenía todo el desgaste físico y emocional que producía el estrés ante ese tipo de exposición.

Quería mojarse el rostro para despejarse, además de le que picaba un poco, pero Edd había luchado por hacerle un maquillaje natural y bonito.

Bueno, a la mierda tu maquillaje, Edd, perdóname, pensó.

Se agachó hacia el lavabo, sintiéndose incluso más liviano ante la frescura del agua. Cuando se alzó, no abrió los ojos, detestaba abrirlos si tenía agua. Buscó a ojos cerrados la toalla, no le importó mancharla porque era azul marino. Aunque luego de secarse, observó tras suyo, hacia la puerta, encontrándose una figura familiar.

—¿Qué...? ¡¿Qué mierda te sucede, maldito psicópata?!—exclamó, internamente asustado, al reconocer esos ojos claros que, reflejaban de todo menos pureza.

El mayor alzó una ceja, de brazos cruzados y mirándole por el espejo. El traje oscuro se apegaba más a su cuerpo en los brazos, probablemente por la posición.

—Pasé por aquí y te vi, ¿No puedo acercarme ahora a mí omega?

No debiste decir ese mí, idiota.

¿Mí? ¿Acabas de declararme tuyo? Déjame decirte que, no tienes ni mi autorización, y yo no tengo tu estúpida marca.—recalcó.

El nórdico, no hizo más que voltearse, comenzando a caminar hacia la sala, con esa aura de superioridad que nadie se la quitaba.

—Sé, que tú no me quieres, pero quieras o no, mis dientes se marcarán en tu bonita piel. Eres un objeto de negocios, Tommie, tu vida se acabó en cuanto un contrato se volvió, para tí, tu límite, y para mí...—un silencio se extendió, y detuvo sus pasos. Se mantuvo así unos segundos, hasta que negó, y volvió a caminar.—Nos esperan en la mesa, gatito.












nadie me extrañó pero aquí estoy.

POR QUÉ NADIE ME DIJO QUE MEDIA ERA TAN DIFÍCIL?'!"?!€€?!4#!!@?3€

moon→ tordtom omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora