twenty six

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26. Del cómo ser una damisela en apuros

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De repente, me sentí como una gran pelota llena de torpeza y vergüenza. La necesidad de mirar en la dirección de Walter era como una sensación de picazón en un lugar fuera de mi alcance, volviéndome loca hasta el punto en que no podía pensar con claridad. En un segundo, olvidé por completo qué significaba "actuar de manera normal", lo que condujo a una combinación incómoda y obviamente innecesaria de movimientos de mi cuerpo. En un corto periodo de tiempo, logré meter el mechón detrás de mi oreja más de quince veces, a pesar de que dejó de caer sobre mi cara después de la tercera vez. Seguí cruzando los brazos sobre el pecho, solo para poner las manos en las rodillas por un momento y doblarlas segundos después. Traté de sentarme con las piernas cruzadas con gracia al estilo de una princesa o apoyarlas en el respaldo de la silla frente a mí, pero no importaba qué, aún no podía relajarme y olvidarme de la presencia de Walter. Encontrar una posición cómoda, cuando estaba sentada a solo unos centímetros de él, parecía completamente imposible.

Walter, por otro lado, no pareció molestarse por el hecho de que estaba ocupando el asiento a su lado. No dijo nada, ni hola, ni cómo estás, ni siquiera fuera de aquí, algo que esperaba escuchar en cualquier momento. Ni siquiera se movió un centímetro cuando un extraño ataque de tos se extendió a través del autobús, informándome que todos estaban conscientes de la acción desvergonzada de Walter. Hubo un completo e irritante silencio entre nosotros y tal vez por eso, cuando mi teléfono comenzó a sonar y vibrar en mi bolso como si estuviera poseído, salté sobre mi asiento, más asustada que nunca. El bolso cayó al suelo con un ruido sordo y todo lo que tenía dentro se derramó sobre nuestros pies. Inmediatamente me incliné para coger mi teléfono, que ahora saltaba alegremente alrededor de la pierna de Walter, solo para golpearle un segundo después. Ambos nos inclinamos abruptamente, chocando nuestras frentes y cerré los ojos, tratando de contener el impulso de maldecir en voz alta.

Sin embargo, a pesar de mi esfuerzo por mantener la boca cerrada, un silencioso "mierda" escapó de mis labios cuando el dolor punzante llenó mi cabeza, haciendo a un lado la desorientación después del inesperado choque con mi falso ex novio. Todo por intentar actuar bien a su alrededor.

Cuando escuche el quejido de Walter, me obligue a abrir los ojos y ver si sentía el mismo dolor que yo. Mientras me frotaba la frente, miré en su dirección, ignorando por completo mi teléfono. Walter se frotaba la cabeza con un ojo cerrado, por el dolor que sentía, pero tenía los labios enroscados en una débil sonrisa. Miró en mi dirección y cuando nuestros ojos se encontraron, una sonrisa más grande se dibujó en las comisuras de su boca.

- Lo siento, - murmuró Walter, tratando de contener la risa, mordiéndose el labio inferior. Sin embargo, no logró mantener la cara seria por un largo tiempo, y después de unos pocos segundos, una risita silenciosa llegó a mis oídos. Noté que sonreía seriamente para sí mismo antes de inclinarse nuevamente para coger mi teléfono. Esta vez no me moví, demasiado hipnotizada por lo que acababa de ver. Durante esos dos meses con Walter, lo vi sonreír así solo dos veces: en la cafetería, durante la reunión con mis compañeras y hoy. No era la misma sonrisa que había estado mostrando en clase o durante sus reuniones con amigos. No, esta era diferente, más honesta, más asombrosa, reservada solo para ocasiones especiales. Sus ojos se arrugaron levemente en las esquinas cada vez que sonreía tan ampliamente, exponiendo sus blancos dientes. Esa sonrisa, era impresionante. Hipnotizante. Simplemente perfecta.

Tan pronto como cogió mi teléfono, la sonrisa infantil desapareció de su rostro. Walter presionó sus labios en una fina línea, mirando con concentración el nombre que se mostraba en la pantalla, y mi corazón comenzó a latir dolorosamente en mi pecho. Apreté los dedos alrededor de la tela de mi camiseta, todavía no estaba segura de por qué de repente me sentía culpable por no haber dejado el teléfono en casa.

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora