Dos

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- ¡Amaia, cariño! - repite mi madre una y otra vez. Intenta despertarme por las buenas pero no se lo voy a poner tan fácil.

Soy una persona normal; o eso creo, y como todo ser humano, necesito mis diez horas diarias de sueño. No pienso tolerar que nada ni nadie me las arrebate pero al parecer las citas con el loquero serán matinales, ya me jodería.

La cansina de mi madre sigue llamándome, yo me resisto. Me hago la muerta pero como mi respiración es tan intensa, no cuela.

- Amaia, déjate de tonterías. - se adentra en mi habitación y sube las persianas dejándola completamente iluminada.

No hay cosa que más odie. Me conoce demasiado bien. Sin embargo, no voy a dejarme vencer tan rápido.

Mi madre es muy lista pero a la vez muy inocente.

Me destapo una pierna dejándola asomar y...

3, 2, 1

Ostias, me ha dolido un poco.

Mi madre gira la cabeza y en cuanto me ve tirada en el suelo viene corriendo hacia mi. Ahora simplemente finjo que me duele la pierna y sobreactúo. Admito que lo hago con bastante frecuencia para no tener que verme pringada en hacer la cama. Se me da bastante bien o esta me sigue el rollo porque es demasiado buena.

- Mamá, me duele. - pienso en Titanic y empiezo a llorar para meterme más en el papel.

Siempre he pensado en estudiar arte dramático si no encuentro mi vocación ideal. En cuanto veo a mi madre dispuesta a hacer la cama, me levanto como quien no quiere la cosa.

Mi madre vuelve a mirarme. Parece enfadada, se le pasará pronto. Yo me limito a dedicarle mi mejor sonrisa.

- De verdad eh, eres un caso sin remedio. Vístete deprisa que tu hermano te acercará a la consulta - me dice mientras hace la cama.

Joder mierda, ya se me olvidaba. No quiero ir a ese sitio pero no me queda otra. Le tendré que sacar el lado bueno de no tener a mi familia constantemente encima echándome la reprimenda de lo desordenada que soy.

Me visto con la ropa que hay encima de la silla de mi escritorio. Supongo que estará sucia, pero no me importa mucho la verdad. Me aseo como de costumbre y me cruzo con mi hermano en el pasillo. Tan majo como siempre.

- Buenos días - me dice tajante sin levantar la vista ni un milímetro de su móvil.

Normalmente me sonríe, me da un beso en la frente y me trata como si fuera un bebé. Hoy nada. Quizás le ha dejado la novia. Me pica la curiosidad.

- Javier - le llamo con un tono de voz agradable.

- ¿Sí? - dice sin mirarme.

Otra cosa que no soporto. No puedo hablarle a una persona y que esta no me devuelva una mirada. Me siento ignorada.

Realmente soy insoportable.

- ¿Me ayudas a buscar la lentilla que se me ha caído? - digo intentado parecer sincera.

- Claro - apoya el móvil en el aparador que tiene a su izquierda y se agacha en busca de la lentilla fantasma.

No uso gafas ni lentillas. Afirmativo. Está en su mundo.

Mi objetivo es echarle un ojo a la pantalla de su móvil. Algo tiene que estar pasando para que esté así de anortado. Me inclino y echo un vistazo a esta mientras él esta en el suelo.

Bendito momento en el que se me ocurrió mirar.

Tenía abierta unas tres páginas en el navegador.

<< ¿Cómo masturbarse sin hacer ruido? >>
<<Trucos para conquistar a tu novia en la cama >>

Dejo de leer de inmediato.

Vale, basta. Suficiente por hoy. Vuelvo a mi posición sin hacerme notar y aviso a mi hermano de que ya no necesito su ayuda.

Vaya pensamientos se me acaban de venir a la mente. Menudo trauma. Lo tengo bien merecido, por cotilla.

Me aproximo a la cocina y desayuno un tazón de cereales que me ha dejado mi madre preparado hace media hora. Lo digo porque están maníos, aunque me los como igualmente. Ahora lo único que intento hacer es perder tiempo. No tengo ninguna gana de ir.

Cuando finalmente no encuentro otra ocupación ni excusa que poner, mi hermano , que parece ser que ha vuelto a la normalidad, me ordena subirme en el coche para evitar llegar tarde.

Love On The Brain - AlmaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora