Tres

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Me subo en el asiento del copiloto. Normalmente lo suelo hacer para seleccionar la música que sea de mi agrado. No soporto nada el reggaeton; aunque es inevitable que se te quede alguna estrofa grabada y la tararees todo el puto dia, por lo que en cuanto esa base monótona atraviesa mi oído, me limito a cambiar de emisora de inmediato. La mayor parte de las cadenas de radio están llenas de esa porquería musical. Para evitar este conflicto, prefiero comprar mis propios CDs.

Alcanzo de mi izquierda el reciente disco de Rosalía y lo introduzco en la disquetera oxidada del viejo coche de mi hermano. Le he propuesto cientos de veces que se compre uno más moderno pero no hay manera. Siempre me dice que prefiere gastar el dinero ahorrado en algo que todavía no se ha puesto en su camino pero que no tardará mucho en hacerlo. Mi hermano esta flipado.

Pulso el botón de siguiente hasta llegar a mi canción favorita. "Malamente". Esta artista es impresionante. Me levanta el ánimo con tan solo escuchar las palmadas de los primeros 10 segundos de la canción. Bueno y ya si veo el videoclip ni te cuento. Es tan sexy. Me pone. Mucho.

El coche frena en seco. Miro por el retrovisor y puedo observar desde lo lejos un edificio corriente pero diferente al resto a su vez. ¿Es ese el local donde se halla el psicólogo? Lo afirmo en cuanto mi hermano se desabrocha el cinturón y abre la puerta con la intención de bajarse.

- ¿A que esperas? - me suelta directo.

- Mmm, si no me avisas no me entero. No soy adivina. - le digo zanjando así la conversación.

Me bajo jodidamente molesta y doy un portazo que hace llamar la atención de un joven que hay a mi lado. No tengo mucho límite con las personas, me cabreo al instante.

Andamos acompañados de un incómodo silencio que termina cuando mi hermano me lanza una pregunta. Una pregunta con motivo de ganar el concurso de las hostias.

- Oye, ¿estás loca? - me dice tan normal como si me preguntara el dia que hace.

Detengo mis pasos en seco y le miro. Lo que hace que él actue igual.

- ¿Eres tu gilipollas? - le digo mirándole a los ojos con desprecio.

- Creo que no - dice entre risas. Sin duda, es completamente gilipollas. - Era broma enana.

- Pues guárdate tus putas bromas de mierda. No me hace ni pizca de gracia venir aquí y tú lo empeoras todo aún más. Puedes largarte ya.

- ¿Sabes donde está?

- Existe Google Maps.

- Me parece bien, paso después a recogerte.

- No. Cogo un taxi. Adiós. - le dejo plantado comenzando a andar.

Realmente me he pasado un poco, pero se lo merece. Me lo paso bien haciéndome la enfadada.

Me paro frente al edificio que había visto antes en el coche. Busco algo que me pueda confirmar que sea ese el sitio que ando buscando.

De pronto veo salir de este a un chico de estatura media y cabello negro ceniza. Parece estar absorto en sus pensamientos pero aun así decido pararle para preguntarle donde podría encontrar el psicólogo.

- Oye disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar a un tal Alfredo García?

- No tengo ni idea de quien es ese chico. Lo siento. - me dice manteniendo la mirada firme en mí.

Al final tendré que llamar a mi hermano por narices porque al paso que voy la cita la pierdo.

- Ah vale, gracias de todos modos. - sonrío y cogo el móvil para llamar a mi hermano.

- Soy yo.

- ¿Has dicho algo? - digo mirando el móvil marcando el número de mi hermano.

- Que soy yo Alfred García. No Alfredo - dice bromeando.

Me ha tomado el pelo. Me acaba de vacilar mi supuesto psicólogo. Empezamos bien.

Love On The Brain - AlmaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora