¿Puedes sentir que bailas por primera vez con una simple sonrisa? ¿Las casualidades existen realmente? ¿Los sueños se cumplen? Infinitas preguntas para escasas respuestas. Basta de cursiladas, bienvenidos a mi vida de mierda.
Realmente me siento bien conmigo misma, estoy feliz. Esa sensación no la sentía desde hace tiempo. Quizás los psicólogos si que sirven, quizás lo que necesito para completar mi bienestar es una charla diaria con una persona desconocida sobre temas que nunca cuestionamos.
El ascensor emitió un sonido agudo que indicaba que habíamos llegado a planta baja y ambos salimos a la vez.
-Entonces, ¿aceptas mi invitación o no? - dijo al mismo tiempo que abría la puerta de salida del piso.
Vacilé unos segundos y al fin acepté.
-El más cercano está a unos 20 min andando.
-Buah, que horror. ¿Me ves con cara de andar? Llama a tu chófer privado- le reproché y salí al exterior.
Iban a dar las dos de la tarde y mi estómago rugía. No puedo evitar ponerme de mala leche cuando tengo hambre.
-A ver que te piensas que soy yo aquí- dice colocándose a mi lado - Simplemente soy un humilde psicólogo pagando a duras penas la hipoteca de mi piso..- no pudo terminar la frase sin que le cortara.
-Venga, no me digas tonterías. Eres uno de los más conocidos por toda Pamplona y tu piso no se ve precisamente barato a simple vista.
-No exageres, si tanto insistes te llevo en mi limusina aunque me temo que el chófer seré yo. - rie.
-Bueno, esta bien. Antes aviso a mi hermano que estará preocupado.
Amaia Oye niñato
No me esperes para almorzar
Alfred me guió hasta su coche y me senté en el asiento del copiloto.
El vehículo era un Citroën C3 Aircross, a mi parecer un tanto caro. Según el es uno de los más novedosos en el mercado. Luego tiene la cara de decirme que no tiene dinero. Y una mierda.
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Poco después el móvil vibró. Leí la notificación de Whatsapp en la pantalla de bloqueo.
