Prólogo

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Las burbujas del aire que se escapaba de sus pulmones pronto comenzarían a cesar. Aquel enorme manto azul había tragado por completo aquel cuerpo, arrastrándolo hasta sus rincones más helados y oscuros, para que esté se perdiera en su inmensidad.

El sonoro ruido de las aguas resonaban dentro de su conciencia, inerte, que terminaban por acabar con lo poco que quedaba de él.
Una de sus manos flotaba sin pena ni gloria, parecía querer alcanzar el reflejo de todas las estrellas que existían en el cielo.

Mientras más pasaba el tiempo la oscuridad parecía crecer de manera descontrolada, ocultando cualquier reflejo que hubiese existido alguna vez en él. Lo último visto fue aquella mano extendida que no había sido capaz alcanzar ninguna estrella.







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Abrió sus ojos sintiendo un horrible dolor recorrer cada parte de su cuerpo, se quejó a medida que trataba de ponerse de pie, miro a su alrededor, se encontraba tirado entre bolsas de basura, en un asqueroso callejón.

–¿Qué diablos hago aquí?– llevo una mano a su cabeza, ahí se dio cuenta de su estado, sus guantes y granadas estaban rotos, destrozados. No solo eso, todo su traje de héroe estaba hecho trizas. Se quitó su antifaz y sus guantes, quedando únicamente con aquellos rasgados pantalones verde militar y su camiseta negra sin mangas.

Miro hacia el cielo, encontrándose con claras nubes blancas ocupar todo el espacio. Ni siquiera los molestos rayos del sol podían traspasarlas. Sintió como sus fosas nasales se destapaban, permitiéndole el respirar y percibir, cosas que maldecía al poder oler ahora la horrible peste que emanaba de su cuerpo. Asco.

Hace pocos momentos que el chico se encontraba persiguiendo a un villano entre las calles. Este le había dado una buena pelea, debía admitirlo, sin embargo, aún con el muchacho en ventaja, algo movió de manera abrupta la balanza, llevandolo a ahora estar en aquella deplorable situacio.

Salió del callejón casi a rastras. Con una mano al costado de su abdomen, pues sentía como fuertes punzadas le atacaban de manera brutal. –Joder... Agh, duele.–Miro a un lado a otro, no había nadie cerca– Debo ir a casa.

Más adelante fue seguido por las miradas de gente curiosa, se preguntaban como es que aquel chico rubio podía verse en ese aspecto a tan tempranas horas del día, ignorandolas camino con determinación por las calles de la transitada ciudad. Con la mirada buscaba a algún héroe para dar aviso de que el villano había escapado y que era de suma importancia que encontrarán su paradero. Pero en ningún momento se cruzó con alguno.

Su cabeza no estaba para pensar en ello ahora, pronto llamaría a alguien. Lo primero sería ir a casa, ducharse, colocarse su traje de repuesto y continuar con lo que había dejado pendiente. Ese villano no se saldría con la suya, no escaparía frente a sus narices. Claro que todo sería más fácil sin los molestos dolores recorrerlo entero.

No pasó mucho tiempo para cuando llegó frente a un gran edificio blanco, un complejo de modestos (y un tanto costosos) apartamentos. Subió con dificultad la gran escalera hasta su piso, una vez frente a su puerta, rebuscó entre sus bolsillos esperando encontrar sus llaves, cosa que pasó, ingresandolas de manera inmediata en la cerradura. Apenas escucho el Click que anunciaba está estaba abierta, no dudó mucho en dejarse caer dentro del lugar.

Su cabeza daba mil vueltas, lo que menos necesitaba ahora. Caminó torpemente hasta la cocina, se acercó a uno de los cajones donde solía guardaba medicinas. Pero al abrirlo su vista no encontró medicamentos, solo cubiertos y manteles.

–¿Qué carajo? ¿Donde estan las pastillas? ¡Argh!– gritó con dolor mientras llevaba ambas manos a su nuca.

Casi de inmediato su cuerpo cayó al suelo, donde ahora todo el apartamento giraba alrededor suyo. Parecía no haber salida, las paredes se cerraban ante suyo cada vez más y más impidiendo su huida. Entonces, cuando sintió que todo eso se iría sobre él, las luces se apagaron, dejandole solo un fondo negro.



Un mundo donde no estamos juntos 🏵️ (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora