Un fuerte sonido reconfortante invadía mis oídos, el viento soplaba y la frescura inundaba mi cuerpo por completo, las aves al cantar, las hojas al caer, el radiante sol de la tarde y la gratificante sombra de un árbol, la melodía de las ramas al rozar me llenaban de paz.
Mis ojos abrieron de golpe, aquella sensación de bienestar se fue de mi ser, el único viento que soplaba era la pequeña porción que lograba entrar por la ventana de la sala, las hojas del árbol que escuché no era más que el sonido distorsionado del televisor encendido, dormir en el sofá no era para nada cómodo, y el único canturreo era proviniente de mi querida madre al lavar los trastes. Con pereza, me levanté de aquel incómodo mueble y al instante mi madre paró de cantar.
-Oh Cariño, despertaste -Su voz serena acabó por despertarme, esa sonrisa que portaba mi madre de tan solo verme no tenía precio, le alegraba mucho que estuviera devuelta a casa-El desayuno está servido.
Le sonreí a mi madre y proseguí, empezando a comer el plato de cereal que se encontraba en la mesa, normalmente cuando desayuno empiezo a leer las instrucciones y la tabla nutricional de los empaques y envases de comida que se hayan en ella. Sin embargo, esta mañana era un tanto diferente, por el hecho de que ya no me encontraba en UA debido a unas cortas vacaciones, y por la curiosidad que me despertó ese extraño sueño de hace un rato.
Terminé de comer, me dirigí al fregadero con intención de lavar mi plato, pero en un instante mi mamá me lo quitó con mirada asesina, dándome a entender de que no me dejaría ni mover un dedo en la casa, así que suspiré y solo me senté de nuevo.
Seguía mirando el televisor estático, sintiendo cada uno de los músculos de mi cuerpo retorserse por moverme, e incluso estaba inquieto mentalmente por saber qué era lo que sentí o ví en ese sueño. No aguanté mucho y apagué el televisor.
-Mamá- hice una pequeña pausa mientras me levantaba- Iré a comprar unas cosas, ya vuelvo - emprendí camino rumbo a mi habitación, pero recordé que desde ayer se había quedado atascada la puerta y por éso tuve que dormir en el sofá. Tomé algunas prendas que tenía guardadas en mi maleta, una camiseta gris, unos shorts verde militar, un abrigo blanco sin cerrar, y mis tenis rojos. Procedí a cepillarme los dientes y a mirarme en el espejo, habían pasado tantas cosas desde la última vez que entré a ese baño.
Apenas me di cuenta, de que para verme completo tenía que agacharme, cosa que antes bastaba solo con posarme en frente de él, no era un espejo muy grande pero tampoco era tan pequeño, de tan solo ver mis manos ví las cicatrices en ellas, que desde un principio sabía qué implicaban, tomé los riesgos de convertirme en quien yo quiero ser.
Empapé mi rostro con agua, viendo detalladamente mis ojos reflejados en el cristal, de un momento a otro ví otros ojos en vez de los míos, siendo estos de un color rojo muy profundo e himnotizantes, parpadeé dos veces y estos desaparecieron, volviendo a su estado original. Era algo preocupante, pero terminé por no darle mucha importancia.
Salí del baño y caminé hasta la puerta del departamento no sin antes tomar mi billetera y una lista de las cosas que mamá necesitaba, me despedí de ella y empecé a trotar.
-¡Izuku no olvides la leche! -se escuchó decir a mi mamá. Mientras bajaba las escaleras del edificio, saludaba a los viejos vecinos y trotaba por las calles hasta llegar al supermercado más cercano, debía mantener mi forma en estas vacaciones; además de que sentía que iban a ser muy aburridas, como siempre.
Iba saludando a todos con una sonrisa, aunque no los conociera (e incluso habían personas que sí, debido a los acontecimientos del Festival Deportivo) igual los saludaba con un gesto amigable. Después de todo, quiero ser esa persona que conozcan y en que puedan contar para cualquier problema o peligro.
Ya casi llego al supermercado, pero me percato de una cosa, una silueta que conozco muy bien, alguien que desde hacía un tiempo veía casi a diario; y que desafortunadamente no esperaba encontrarlo, no al menos por aquí.
-Todoroki Kun... -soltó mi boca sin mi cerebro darle permiso; e instantáneamente mi cuerpo detuvo su marcha, ocultándose lo más posible para no dejar que me viera. Todo esto no tenía sentido ¿porqué debía ocultarme o sentir miedo?
Ciertamente, ver a Todoroki me traía recuerdos que no quería ni pensar. Hace unos cuantos días sucedió algo muy triste y doloroso, pues me dijo que desde hacía un tiempo se sentía atraído por mi, e incluso me regaló una pulsera muy bonita, pero lamentablemente yo no tenía los mismos sentimientos que él. Pensó que yo era alguien con sus gustos muy definidos y claros, e incluso alegó que yo estaba enamorado de Uraraka.
Me resultó algo gracioso, debido a que antes le había dicho que mi corazón le pertenecía a otra persona, y él pensó que era ella, pero mejor decidí dejar las cosas así sin importar que fuera una mentira, tarde o temprano se dará cuenta. Él estaba comprando algunas cosas también, seguro decidió comprar aquí debido a la cercanía que tenía con mi casa, después de todo sabría muy bien que yo pasaría las vacaciones en mi vecindario.
Una vez terminó de tomar sus cosas, fue hasta la cajera, la cual lo miraba con cierto brillo en sus ojos, y yo solo quería que se fuera. Me reí en mis adentros y decidí entrar de una vez por todas, tomé una canasta y poco a poco la iba llenando con las cosas que mi madre apuntó en la lista, también fuí a tomar la leche que estaba en uno de los refrigeradores pero una mano tomó justo al que yo iba a agarrar.
-¿Estabas evitándome?- se apareció en frente de mí, mirándome con sus fríos ojos y sin expresión alguna aparente, parece que se dió cuenta de que estaba allí.
-No quiero hablar -Intenté ser incluso más frío que él, así sin más él mismo colocó la leche en mi canasta y yo fuí lo más rápido que pude a la cajera, le fuí entregando las compras.
-¿A que sí es guapo?-- Dijo con cara de quinceañera enamorada, y yo no pude hacer más que expresión cómica al aguantarme la risa interna que tenía.
-Todo suyo -le dije al terminar de pagar mis compras y salir del local. Ciertamente no me gustaba ser tan cortante con Todoroki, pero es la única forma de que me olvide de una vez por todas.
Entré a casa y cerré la puerta, puse las bolsas en la mesa y tomé una herramienta que había comprado para abrir la puerta sin dañarla.
-Ya está -sonreí al haber logrado accesar a ella, dejándome sin más ver un panorama deprimente de lo que antes fué mi habitación, cajas llenas de mis pertenencias y viejos recuerdos, cosas que no podía por nada del mundo llevarme a la UA.
Me senté en el piso; viendo el viejo álbum de fotos; mamá y yo; fotos de mi familia; y sin quererlo me detuve a ver ésos ojos de color carmesí.
-Kacchan...- acaricié aquella silueta plasmada en la vieja fotografía, sin darme cuenta de las lágrimas que empezaban a salir sin mi permiso ¿cuándo habíamos cambiado tanto?
-¡Izuku, la leche está congelada!- nuevamente solté un largo suspiro, mientras me limpiaba las lágrimas y salía de la habitación rumbo a ayudar a mi madre.
ESTÁS LEYENDO
Carmesí || Katsudeku
FanfictionUna sensación extraña invade su cuerpo, y la necesidad de conocer lo que esconde la verdad. Es el actual cumpleaños número 17 de nuestro protagonista Izuku Midoriya, en dondd decide pasar su cumpleaños con sencillez y en lo que antes fué su antigu...