Capítulo 3: Todo es agua pasada.

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El viaje de vuelta se me hizo muy largo. He de admitir que Lucas huele de maravilla. “Nota mental: averiguar que colonia usa” ¿Pero qué leches estás diciendo Beth? Te cae mal, recuérdalo. Lucas caca. Lucas fuera. Lucas soso. “Deja de delirar taraaada”.

En cuanto llegamos a mi casa me bajé de la moto y me dirigí a la puerta pero al parecer Lucas decidió imitar mis pasos. Me paré en seco y el chocó conmigo.

-¿Pero qué te pasa?

-No, a mí nada. Qué te pasa a ti que me estás siguiendo hasta mi propia casa.

-Quiero mi beso de buenas noches –dijo mientras me guiñaba un ojo

-¿Pero qué leches…? –dije mientras me ruborizaba.

-No te emociones princesa –dijo soltando una carcajada- vengo a hablar con tu hermano.

-Serás idiota y engreído.-se rió, se dio la vuelta y se piró. Se largó. SE ESFUMÓ. Este tío es tonto, ¿no iba a hablar con mi hermano? No hay quién le entienda.

Cuando entré en casa mi hermano se puso a gritarme

-¿Pero dónde leches estabas? Cuando llegué a casa y vi que no estabas me empecé a preocupar, son las 3 de la mañana. ¿Tú estás locas? Deberías haberme avisado.

-Eh eh eh, apuesto lo que sea a que acabas de llegar hace 5 minutos, no tengo ni una llamada perdida tuya merluzo.

-Oye Bethany, respecto a lo del bar… -dijo mientras nos sentábamos en la cocina a comer chocolate- quería pedirte disculpas, olvidé por completo lo que te había pasado…

-Déjalo, ¿vale? Es agua pasada. Espera ¿LO SABES?

-Sí. Nada más dejarte en tu casa, Patri me llamó. Me contó como Joaquín se pasó bebiendo toda la noche, me contó como tú intentaste llevarle a su casa y como él intentó propasarse contigo. También me habló sobre la pelea entre él y Arón, como Arón consiguió pararle y ya sabes lo siguiente creo…

(…….)

Las siguientes semanas me las pasé recorriendo Madrid, aprendiéndome todas las calles necesarias y los caminos posibles hacia mi casa para no volver a perderme. Me apunté todas las librerías posibles y las tiendas de música. La música y los libros para mí son como el alcohol para un borracho, una adicción.

Seguía sin conocer a nadie y ya había pasado un mes desde que mi madre se había ido. Nos llamó diciéndonos que se iba a alarga un mes más, posiblemente dos, quizás tres, que el caso era demasiado complicado y bla bla bla, siempre la misma historia. Lo único productivo que llevaba de verano fue haber conseguido un trabajo en una librería, mirándole el lado positivo, tenía libros gratis.

Fire 'N GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora