36 - Muerte

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Algunas noches, cuando los latidos del tiempo golpean mi pecho, suelo
masticar el recuerdo de un desatino y exhalo el sabor de un desliz.

Los remordimientos acechan las rendijas de la culpa, merodean los fantasmas de la frustración.

La muerte comienza su danza intentando seducir a mis agobios, quizá sea mejor viajar tan libre, como cenizas con el viento.

Y no tengo miedo a la muerte, bailo un vals con ella, le sonrío y le muestro mis maletas, mientras frunce los ceños con recelo.

Y no tengo miedo de cerrar los ojos y navegar en el sueño eterno; si mañana o en unos años, estoy listo.

No me aferro a ningún sueño, vivo cada segundo respirando la pasión de lo eterno y efímero ; fundidos en un beso.

Y la gotera del tiempo, golpea mi pecho, la odisea de mi vida, no la cambiaría por ninguna, ella me forjado con mis cicatrices y arrugas; con mis silencios y mis versos.

Y no le tengo miedo a la muerte, le voy dando ideas: la ponzoña de una mirada, la estocada de la indiferencia, el cáncer de la ausencia o el infarto de una decepción.

La muerte me mira suspicaz y me suelta la mano, mientras respiro mi sarcasmo, en su "no te tengo miedo" le susurro, con mis versos.

Si algún día, duermo; entiérrenme con mi pluma y un tintero, para no aburrirme después del sepelio, quizá pueda seguir publicando desde el infierno.

"Misceláneo lírico"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora