parte 8

20 8 3
                                    

(Vadani)- ¿le gritaste tal atrocidad a uno de los líderes mafiosos más reconocidos y temidos por la población?-

-en ese entonces no pude pensar en nada, es como si actuará por instinto, nadie nunca me había causado tanto odio e impotencia como ese tipo, nuca tuve que guardarle respeto a nadie y eso no cambiaba sin importarme quien estuviera delante.
Fulgano dejó de observarme desde el retrovisor y encendió un habano, lo colocó en su boca y luego inhaló ese humo para después sacarlo y esparcirlo por todo el vehículo.

(Fulgano)- tienes mucho valor para levantarme la voz.-

Ese humo comenzaba a volverse más y más concentrado, como si una nube estuviera dentro del vehículo.
Comencé a toser, tape mi boca y nariz con una de mis mangas.
Cuando mire a Shiroja, ella estaba recostada contra la ventanilla con los ojos cerrados, estaba roja y respiraba con dificultad.

(Fulgano)- esa niña siempre fue intolerante a el humo de mis Borgshins 6 estrellas.-

Intente abrir la ventana para que pudiera entrar aire, pero estas no viajaban, el interruptor para abrirlas estaba del lado del conductor.

-idiota, ¡abre la ventanilla! Tú hija esta en mal estado por culpa de tu puto humo.-

(Fulgano)- ¿a si?-

El sonreía y exhalaba aún más humo.
Los ojos me comenzaban a arder y el humo comenzaba a filtrarse a mis pulmones, entraba y me ahogaba, con cara respiro que daba humo era lo que reemplaza el aire.
Recuerdo que fui perdiendo fuerzas por culpa de eso asta que perdí la consciencia.

Perdí el sentido de el tiempo.
En mi mente había pasado días durmiendo.
Me encontraba recostado en una cama de dos plazas rosa, las paredes estaban decoradas con figuras de las princesas de los cuentos.
No habían ventanas, recuerdo esa decoración que con esa luz amarilla daba a presenciar un escenario tétrico.
Los juguetes, peluches, muñecas, y un pato de ojos desviados, todos apuntaban la mirada hacía mi, como si me vigilaran, yo no podía levantarme de esa cama, mi cuerpo parecía estar siendo absorbido por esta.
Las frazadas rosas parecían pesar una tonelada y sentía un calor muy incómodo en todo el cuerpo, sentía que estaba abrigado como alguien que vive en las montañas nevadas, abrigado como uno de esos, pero en medio de un  desierto con el sol lanzándome golpes de calor constante.
Cuando giraba mi cabeza para mirar al otro lado parecía que el mundo me daba vueltas, similar a mover la cabeza rápidamente y que la imagen se mueva y  se distorsione.
Veía esto en cámara lenta.
De inmediato me di cuenta de que ocurría, esto era, Fiebre.
Estaba volando de fiebre.
Me quede recostado no se cuanto tiempo mirando un punto en el techo que parecía acercarse y alejarse al mismo tiempo, parecía que todo se caería sobre mi quien era una pequeña hormiga.

Luego de estar alucinando que todo se distorsionaba decidí darme un impulso de fuerza, mordí mi lengua para volver a la realidad por el dolor y gire a un costado de la cama, gire asta caer al suelo, cuando sentí el frío de los azulejos en mis mejillas hirviendo recobre la consciencia y movilidad.
Sentía mareos pero aún así me levante.
Me dirigí entre tambaleos asta una enorme puerta de madera, pero antes de que la abriera de esta salió alguien, era una mujer con traje de enfermera.
Caí al suelo, la vista se me ponía borrosa.
Luego de un tiempo de tener sueños locos donde salía como excremento por el ano de un gato, desperté.
Estaba sentado en un sofá circular, delante una mesa de vidrio rojo cuadrada y algunas colillas de cigarrillos en un cenicero con forma de cisne, más al frente estaba Fulgano sentado en otro sofá con 2 personas a sus costados, entre ellos pude reconocer al gordo al cual Darbo le dio una paliza, Rombo.
Del otro lado estaba una mujer como de 35 años, esta tenía una mirada maligna pintada en su rostros, ella era una mujer hermosa, pero sus ojos parecían los de un asesino, Rombo y la mujer sonreían y me miraban.

Camino ForzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora