Toda una vida

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Empecé como todos, como una pequeña e insignificante célula de nada. Fui vagando por mi pequeño pero gran universo y, por casualidad, encontré a otras que se parecían a mi. Congeniamos muy bien, y rápidamente nos fuimos haciendo más y más grandes. Al cabo de un par de meses, conseguimos el tamaño suficiente para convertirme en una semilla.

Y si, aun siento pena en pensar en esas compañeras células, pero ahora tengo nuevos amigos. Y sentir la tierra húmeda a mi alrededor y el suave sol de verano calentandola es maravilloso. Me dormí, acunada con el sonido de las hojas al viento y las orquestas perfectamente sincronizadas de variados pájaros.

Al despertarme, empezaba a arraigar en el suelo. Sentía sus nutrientes y su calor recorrer mis raíces nuevas, y deseaba salir a la luz, quería ver la belleza del mundo exterior, la luz del sol que siento a través de la Tierra, los hermosos pájaros que me cantan, la lluvia que me riega y me nutre… Así que cojo todos los nutrientes que puedo y empujo hacia arriba, crezco y crezco… Hasta que me convierto en un pequeño brote verde y adorable.

Ya puedo ver todo lo que queria ver. Y pese a que la gente que pasa me pise de tanto en cuanto y que un par de bichos que pretendían ser mis amigos me muerden a veces, mi vida es hermosa. Crezco todos los días y duermo tranquilamente todas las noches.

Un día me doy cuenta que ya soy más alto que la hierba. Y puedo ver el horizonte, puedo ver las nubes cruzar el cielo con parsimonia, puedo ver los amaneceres y los atardeceres, cada uno más hermoso que anterior. Y, mis preferidas: las estrellas. Todas mis noches de insomnio, las he pasado contando y escuchando los suaves cantos de mis perennes y fugaces amigas. Sus destellos me hablaban, sus alineaciones me contaban historias que el universo escribía en sus momentos de descanso. Pero, en realidad, nunca descansa. Siempre está expandiéndose, pero las estrellas no se dejan intimidar. Mantienen su baile hasta la muerte, e incluso después tocan melodías hermosas o se comunican con pulsos e iluminan otras galaxias. Y, una de esas noches, mientras el sol se levantaba, una hoja brotó del borde de mis ramas.

A partir de ese día, fueron meciendo hojas de mi hasta que me quedé verde como el suelo debajo de mi. Estaba muy contento. Era uno de los árboles más grandes del bosque, y de los más bonitos, y fardaba de mis hojas, y coqueteaba con las chicas más hermosas de mi alrededor. Una de las noches, mientras me despedía de la ardilla que vivía dentro de mi, llegaron unas nubes muuuuuuuuuuy oscuras. Y empezó la tormenta.

Al principio no me importó, ya que adoro la lluvia, y me alimenta. Pero entonces pasó. Cayó un rayo encima de uno de nosotros, y lo atravesó de arriba a abajo. Un grito desgarrador recorrió todo el bosque. Empecé a temblar de la copa hasta las raíces, deseando que no me pasase. Siguieron cayendo rayos, cada vez más cerca, cada vez más fuerte y, cerrando los ojos, me dormí, deseando que no me pasase nada.

Al día siguiente, me desperté oliendo la madera quemada. Lloré en silencio durante todo el día por mis compañeros caídos. Y, aunque me duela recordarlo, se que han vuelto a crecer en otros sitios y en otras formas. Pasaron los meses y los años, llegaron parejas prometiendose amor eterno y volvieron para revivir su cumpleaños o para borrar las marcas de un doloroso pasado.

Y si, para mi el tiempo no es nada.

Mi vida es el doble o el triple de larga que la vuestra. Y, a veces después de morir, nos reencarnamos en otros cuerpos…

Me desperté por un insoportable dolor en mi tronco. Un ruido desgarrador me destrozaba los oídos, y una imparable sierra me cortaba por la mitad. Sufría, y el dolor era inaguantable, hasta que pararon de golpe. Cuando me desperté de la conmoción, me encontré en un lugar muy oscuro, apretado, amasado, revuelto. Estuve mucho tiempo ahí dentro. Tanto que pensé que la eternidad se había acordado de mi. El dia que salí, me encontré siendo blanco como la nieve que me cubría en invierno, y fino como mis antiguas hojas. Era una hoja de papel!

Y aquí me tenéis, explicandoos mi historia, gracias a esta tinta con tantos años y tan sabia, y este bolígrafo tan ágil y contento de haberme conocido. Espero que penséis en esos árboles tan intrépidos y que han vivido tanto cuando veáis hojas, después de leerme. Porque antes de todo lo que tenéis en las manos, hay siempre un luchador que murió y fue reencarnado...

Tu, yo y todos nosotros, delante de una simple història: la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora