Esa noche no pegó un ojo por culpa de sus propios pensamientos. Tuvo la brillante idea de dejarse guiar otra vez por la astucia de su padre y caer en el mismo abismo. Fue cómplice de la muerte de uno de los bandidos más poderosos en toda Daegu; más bien, él le había disparado justo en el corazón, dejándolo tendido como un sacó de papas.El sujeto era cómplice de todos lo corruptos del gobierno y le robó unas altas sumas de dinero a su padre.
Muy arriesgado de su parte, conociendo a su progenitor.
Sinceramente se sentía como un imbécil. Siempre caía en el mismo error una y otra vez inevitablemente.Realmente no quería estar en esa vida. No quería seguir mintiendo. No quería seguirle mintiendo a Ha Na.
Inhaló y exhaló fuerte, tratando de recomponer su mente que en esos momentos, por la falta de sueño no se recuperaba y empezaba a divagar sola.Ella no se merecía saber la verdad de todo lo que le involucraba. Sufriría.
Él no se merecía tener a una mujer tan encantadora, dulce, con un corazón dispuesto solo para él. Era como si estuviesen en un bosque a la caza. Él el lobo y ella el conejo tierno siendo perseguido.Todo era tóxico.
Tóxico, porque él no era el hombre indicado para ella y lo supo desde el primer momento, pero... ¡Rayos! No podía evitar caer en su maravilloso hechizo. Era una jodida tortura. Ella lo tenía realmente atrapado, enamorado. Todo lo que nunca imaginó encontrar y creer tener estaba en aquella chica. Su vida era un desastre y él seguía estando aferrado a ella a pesar de todo. Lo amaba, lo comprendía y le daba el consuelo y apoyo que necesitaba, mientras que por su parte, le pagaba con engaño.
Salió de casa, dirigiéndose al viejo estudio donde solía pasar algunos días de adolescente tocando el piano. Ese fue su sueño por muchos años, ser un gran artista y llevar su música a los lugares más recónditos del mundo. Ese sueño había calado en su corazón por causa de ella. Pero la vida es extraña. En el momento menos esperado da un vuelco de ciento ochenta grados y todo queda patas para arriba.
Miró a todos lados en las calles y corrió con prisa en la acera. Su teléfono empezó a vibrar y miró la pantalla.
Nam Joon.
Descolgó la llamada y llevó el móvil a su oído.
— ¿Qué sucede?— preguntó preocupado. Su amigo no llamaba a esas horas, a menos que alguno de los dos estuviese en un aprieto.
Alertado, espero la respuesta.— Perdón por llamar a estas horas, Hyeong. Pero Ho Seok... Hemos tenido un accidente— habló el menor con voz temblorosa.
—¿Qué? ¿Cómo ha pasado? ¿Dónde estás?
—Estamos en el hospital ahora. Te enviaré la dirección. No se que sucedió...— El joven se escuchaba agitado. Le temblaba la voz—. Perdí el control del vehículo. Yoon Gi, soy un estúpido al creer que podía hacerlo.
—Nam Joon— le llamó.
—Esto es una locura. No quiero que...
—Nam Joon, ¡cálmate! Todo va a estar bien. Estoy en camino—. expresó y colgó el teléfono, para luego tomar un taxi rápidamente y conducirse a la dirección que le indicaba su amigo.
Era la tercera vez que Nam Joon cometía otro accidente. No entendía porque estaba empecinado en seguir conduciendo si era evidente su torpeza. Desde pequeños fue así. Su mejor amigo siempre causaba problemas y no de la mejor manera. Rompía todo a su paso y se encargaba de que sus cosas no permanecieran por mucho tiempo.

ESTÁS LEYENDO
Dejavú - Min Yoon Gi
De TodoYoon Gi lucha por encontrar su identidad en una pelea interminable consigo mismo, mientras todo a su alrededor es un caos. ¿Podrá su lado oscuro vencerle del todo? ¿Que pasará cuando descubra la verdad que oculta su tormento? "El destino tiene sorp...