Lost

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Admitía estar nervioso, atemorizado. Pues no sabía que estaba pasando y el hombre que se paseaba frente a él de un lado a otro no le decía media palabra. Estaba sentado en un sillón, sus manos apoyadas en sus largas piernas, que removía. Un suspiro salió de sus labios.

No entendía la actitud del padre de Yoon Gi. Si él no sabía dónde estaba su hijo, porque carajos él estaba en ese lugar con las manos amarradas y el corazón casi saliéndole por la boca.

Temía que ese sádico le hiciera algo.
Porque lo tomaba como un demente. Lo despreciaba después de haber descubierto todo lo que le hacía a su hijo, solo por obtener un estúpido poder entre la mafia Coreana.

Ese viejo decrépito solo le daba ganas de vomitar al pensar en sus actitudes. No tenía derecho de haber conocido a su difunta esposa y mucho menos de haber engendrado a Yoon Gi. Personas como él merecían pudrirse en su miseria.

El hombre se detuvo de su andanza y miró a Nam Joon fijo. Se veía desquiciado. Como si estaba al punto de la locura. Se acercó a Nam Joon y rebuscó en sus pantalones hasta conseguir el aparato y marcó el número de su hijo.

—Al fin contestas, bastardo— indicó el hombre con una sonrisa perversa en sus finos labios. —¿Donde estas? Estoy cansado de buscarte por todos lados. ¿Es que no recuerdas que debes estar con tu amo?— expresó con una voz profunda y una nota de mandato. Nam Joon abrió los ojos como platos ante la manera en la que el hombre se dirigía a su hijo. Era de esperarse su actitud. Ese hombre era despreciable.

—Te espero en casa—dijo el hombre fríamente. Colgó el teléfono y lo lanzó a una esquina de uno de los sofás. Se sentía un tanto alarmado al darse cuenta que el Assasin no había borrado del todo sus recuerdos. Ese bastardo debía de abandonar todo lo que una vez quiso. No podía creer que esa estúpida mujer no había sido suficiente como para dejarlo en el estado que Yeong Hwan quería. Quizás no la amaba tanto como se imaginaba.

Se mesó el cabello pensando. Solo la muerte del muchacho que habitaba la habitación en esos momentos lo haría quedar en su total desquició y convertirlo en absoluto en lo que él quería.

No podía creerlo. A pesar de todo lo ocurrido todo seguía igual, pero con esto ya no se salvaría.


***


—Hyeong, ¿te encuentras bien?— preguntó JungKook que lo observaba desde el armario, donde sostenía unas prendas. Yoon Gi estaba en shock. Su mano aún tenía el teléfono en sus manos. Tenía a Nam Joon y eso solo lo hacía pensar en una cosa. Necesitaba salvarlo de su mano. No podía volver a ver otra persona morir en las manos de su padre. No una que apreciaba.
Tomó con rapidez la camiseta que sostenía su hermano y se calzó la chaqueta que llevaba antes, para luego salir disparado en dirección al despacho de Seok Jin. JungKook le pisaba los talones con la duda recorriéndole el cuerpo.

Seok Jin recibió a Yoon Gi, mientras observaba el mapa de la mansión Min. El pelinegro se plantó ante el. Sus ojos estaban inexpresivos y fríos. Sus puños se apretaban a sus costados y su mandíbula apretada.

—Yoon Gi...

—Necesito que hagamos esa invasión lo pronto posible. Una persona está en peligro.— indicó, su cuerpo estaba en una tensión estresante.

—¿De qué hablas?— preguntó Seok Jin, incorporándose de golpe.
—Nam Joon, mi mejor amigo de la infancia está en peligro. Necesito alejarlo de él. Necesito...

—Yoon Gi, cálmate. No podemos actuar tan precipitadamente o terminaremos cometiendo un error. Recuerda que aunque te tenemos a ti estamos arriesgando la vida de mis hombres y los de Jackson. Solo un fallo y perderemos todo.— el pelinegro se alteró.

—¿Es que no escuchas lo que te digo? ¡Hay una vida en peligro, joder!— gritó señalando a su derecha luego tomó aire. —Está bien. Si no quieres hacerlo ahora, no me importa. Yo tratare de salvarlo.— indicó dispuesto a salir del lugar. Seok Jin le sostuvo el brazo.

—Yoon Gi, sabes a lo que te enfrentarás.— dijo con preocupación. Las cosas estaban tomando otro rumbo.

—No me importa. Si tengo que morir para que él viva lo haré.— respondió sacándose del brazo del mayor. Cuando iba a salir del lugar JungKook lo enfrentó.

—Hyeong...— inició este y se lanzó a sus brazos. —Por favor, no quiero perderte. No otra vez.— susurro, empuñando la camisa de Yoon Gi entre sus manos y con la cabeza restregando su pecho.

—Lo siento, JungKook, pero ya estoy perdido.— el muchacho no quería soltarlo; sin embargo, Seok Jin lo retuvo y dejó que Yoon Gi se fuera.

—¿Po-porque lo dejaste ir?— se quejó el pelirrojo con ojos llorosos.

—Es lo mejor, JungKook. En estos momentos, si alguien retiene a Yoon Gi, lo más probable sea que pierda la vida. Su Assasin está activándose de apoco.— respondió el más alto con un dedo sobre su labio inferior.

—Tenemos que hacer algo.— expresó espantado. No quería imaginar que tan solo a un día de haber recuperado a su hermano ya lo perdería.

—No podemos. Jackson solo me permitió usar a sus hombres mañana. Y Min Yeong Hwan es demasiado poderoso. Puede tener alguna emboscada preparada para cualquier imprevisto.

El menor lo miró suplicante. Sus ojos estaban aguados y sus labios temblaban. Algo debían hacer. No podía dejarlo morir. Empezó a pensar en una estrategia en su mente, a maquinar en una simple posibilidad.



***


Yeong Hwan estaba impaciente. Después de una hora el bastardo no se dignaba a aparecer así que lo único que podía mentalizar en esos momentos era apresurarlo. Sostuvo en sus manos la daga que guardaba en su bolsillo y se incorporó del asiento que ocupaba.

Dos de sus hombres estaban en la entrada, les dijo que pasarán y dirigieran a Nam Joon a una silla. El muchacho solo miraba aterrado a los dos sujetos, con el ceño fuertemente fruncido.

El mayor debía entretenerse con algo mientras su hijo llegaba, así que con unos pasos observó al muchacho. Era de facciones reactivas, sus labios abultados se apretaban entre sí con nerviosismo. Al igual que el bastardo era lo suficientemente apuesto para conquistar a una mujer, pero eso terminaría.

Elevó su mano con la daga en ella. El castaño se tensionó y apretó los ojos, tratando de apartarse. Le sostuvo de la barbilla y repasó su piel morena y lisa con el filo de la navaja.

—¡Suélteme, sádico decrépito!— gritó el moreno sacudiendo su rostro de sus manos. El hombre sonrió macabramente y volvió a pasar el metal por la mejilla.

—Vaya, Nam Joon. No tienes nada de modales. Se supone que deberías dirigirte a mi con respeto.— el mencionado lo miró con odio y le escupió en la cara, provocando el enojo del mayor. Este le golpeó en la cara con el mango de la navaja. —Eres igual de bastardo que Yoon Gi— musitó y sin más tiempo que perder, apoyó el filo en la mejilla del muchacho y la arrastró hasta la barbilla, haciéndole un corte certero y poco profundo.

El grito de dolor de Nam Joon retumbó en la estancia. Permitiendo que el mayor se regocijara en el y continuara torturando al moreno. El hombre siguió haciendo cortes mientras transcurría el tiempo. Mientras que Nam Joon suplicaba a Dios que apareciera Yoon Gi para salvarlo de esta. Su rostro estaba empapado de sangre y su cuerpo sensible, solo sentía dolor.

Un dolor que llevaba a la inconsciencia.

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Pobre Nam Joon. Siento tristeza por él. Ese hombre es un despiadado.

No me maten las que tienen a Nam Joon por Bias, por favor.

Saluditos!

Dejavú - Min Yoon GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora