En menos de dos horas, ya estábamos bajando las maletas en Paris. Christopher, no quiso ayudarme, por lo que, me dediqué a odiarlo por un rato.
-Vamos, camina.-dijo llevando su maleta con facilidad.
-Christopher, no es justo.-dije enojada. Rió.
-Para mi tampoco es justo ______.-dio media vuelta y me miró.- Ahí tienes la venganza, y créeme, he sido bastante bueno al hacer esto y no lo otro.
-Claro, como si yo fuera a creerte que esta noche no intentaras violarme.-dije causando su tonta risa.
-Esa es la segunda parte, _____.-sonrió. Revoleé los ojos y centre mi mirada en la pesada maleta y me rendí ante ella.
-Voy a dejar una aquí. No puedo llevarla.-me quejé y tiré una al suelo del aeropuerto.
-Okey, déjala. Ya sabes que yo no voy a comprar más ropa de la que ya tienes.-comenzó a caminar de nuevo.
¿Era en serio? Christopher me estaba dejando con dos maletas gigantes, sola y en el aeropuerto. No le importaba que no pudiera con mis maletas y menos que dejara una tirada. Su venganza, eso si era venganza. Aunque algo en mi me decía que esa segunda parte no iba a ser demasiado agradable para mi.
-Imbécil.-murmuré y tiré la maleta al suelo.
-¡Oye! No te he dicho nada.-dijo un chico que pasaba por allí.
-No, no, disculpa no te he dicho a ti.-dije moviendo las manos con nerviosismo. Rió.
-Lo se.-sonrió.- Vengo viéndote desde hace unos minutos y necesitaba una excusa para hablarte.-dijo y metió sus manos a los bolsillos de sus vaqueros desgastados.
-Oh.-sonreí.
-¿Necesitas ayuda con esto?-preguntó. Alcé los hombros.- Deben de pesar mucho.-dijo y rió.
-Si, bastante.-dije y abrí los ojos con exageración.- Debo recordar que cuando me vaya de aquí tengo que dejar ropa.-reí.
-Ah, ¿no eres de aquí?-dijo. Negué con la cabeza.- ¿De donde eres?
-Nueva York.-dije y sonreí.
-Ese acento me sonaba de por allí.-dijo.
-¿Tú eres de aquí?
-No, pero hace dos años estudio aquí y bueno, estoy más que acostumbrado a este acento.
-Es un ingles confuso.-dije y sonreí. Parecía una rubia sin cerebro.
-Si. Pero me parece más confuso el tuyo.-sonrío.- Disculpa, no me he presentado, soy Chace.
-Lindo nombre.-dije y estiré mi mano.- _______ Jarrel.- sonreí. Tomó mi mano y depositó un beso en ella. Reí tímidamente.
-¿Crees que esperare todo el día por allá mientras tú te dejas besuquear la mano por un francés?-preguntó con enojo. Torcí la boca y reí.
-No soy francés.-dijo Chace.
-No me interesa.-dijo Christopher sin mirarlo.- Toma tus maletas y muévete.
-Christopher, te he dicho que no puedo con mis maletas. ¿Qué parte de eso no comprendes?-abrí mis brazos dando la explicación y luego los crucé para mirarlo con enfado.-Que poco caballero.-dijo Chace negando con la cabeza.
-¿Tú que te metes?-Christopher alzó la barbilla desafiándolo y Chace le dio un leve empujón.- No me toques, mendigo.-lo rebajó. Alcé las cejas y me puse en el medio. En frente de Christopher.- Quítate _____.-dijo dándome un leve empujón.
-No me quito de aquí hasta que se te bajen esos humos.-dije mirándolo a los ojos. Bajó la mirada y me observó.- Pareces un león.
-Como tú dices, cuido lo que es mío.
-Nadie te esta quitando lo que “es tuyo”.-hice comillas con los dedos.
-Me vale un comino.-dijo enojado.- Te he dicho miles de veces que no hables con hombres.
-Celoso.-murmuró Chace no tan bajo porque pudimos escucharlo.
-Bueno, ya esta Chace, ¿vale? No te va a gustar lo que sigue.-dije dándome la vuelta para observarlo.- Gracias por tu ayuda, puedes retirarte.
-¿En serio prefieres quedarte con este?-preguntó mirándolo a Christopher.- Créeme no es lo que pintan en los periódicos y programas de TV.
-Yo se muy bien como es mi esposo.-dije. Me miró extrañado y luego cayó en mis palabras.- Ya te di las gracias, puedes irte.
-Como digas.-dijo revoleando un mano y volteó para irse.
-Andas ligando por todos lados.-dijo enojado y tomó una maleta.
-¿Ligando? ¿Ah?-lo miré enojada.- No digas cosas que no son.-dije cuando él comenzaba a caminar.- Christopher, te estoy hablando, ven aquí.-grité. Varias personas voltearon a verme.
-No hagas una escena y mueve ese bien formado trasero para aquí.
-No me faltes el respeto, Velez.-le grité.
-Deja de gritar y mueve la maleta, vamos. Voy a dejarte a dormir aquí.-me dijo. Tomé la maleta y caminé hasta él.
Caminamos hasta la salida. Había un auto gris esperando, Christopher había dejado su maleta allí y luego había ido por mí. Subimos las maletas a la parte trasera del automóvil y luego nos montamos en él.
-Vamos a poner algunas reglas al llegar al hotel.-dijo, más bien, me informó.- No me gusta que andes de zorra por el aeropuerto.
-¿Disculpa?-dije con fastidio. Lo miré incrédula y pestañeé suavemente.- Aprende a respetarme, ¿entiendes? Imbecil.
-Hey, cálmate.-dijo dando un respingo.- Veras que vas a aprender a obedecer mis ordenes.
-Nunca haría eso.
-Veras que si.-sonrió cínicamente.
-Muérete.
-Un día de estos voy a desaparecer y vas a ver como tú te mueres sin mí.
-¿Morirme? ¿Yo? ¿Sin ti? Ja, ya quisieras Velez.-me crucé de brazos mientras el auto daba la vuelta en la esquina.- Y si desapareces, no dudes que moriré,-le dije. Volteó a verme.- de felicidad.-sonreí.
-Ojala te atropelle una moto.-dijo con enojo. Reí al darme cuenta lo infantil que había sido eso de su parte. Bufó y volvió su mirada a mí.- Eres detestable.
-Oh, vaya, recién te has dado cuenta.-le dije. Comenzaba a cambiar mentalmente mis planes para las siguientes dos semanas.- Creo que el que decidió que nos casáramos, fuiste tú.-lo señalé con mi dedo y luego volví a mi lugar.- Si por mi fuera, no estaría cerca de ti. Es más, si en este momento debo pedir un solo deseo, pediría que te extingas.-añadí. Me observó mientras alzaba las cejas.- Púdrete. Basura.
-¿Has acabado?-preguntó fastidiado. Si que le había jodido.- No quiero que vuelvas a hablar de ese modo, ¿entiendes? Vas a respetarme como yo te respeto a ti, no vas a ligar con cualquier francés que se te presente y tampoco vas a tratarme así. Y basura tu abuela.-se alejó de mí y se acomodó bien pegado a la ventanilla derecha. -Maleducada.-añadió.
El resto del viaje, diez minutos, fue en completo silencio. Christopher respiraba pesadamente y con ello notaba su enojo. El chofer tenía la vista al frente e intentaba hacer caso omiso a lo ocurrido minutos atrás. Y yo, por mi parte, me dediqué a observar la belleza de Paris.
Al bajar, Christopher tomó mis dos maletas y luego de darle la propina al chofer, comenzó a caminar hacía adentro del enorme hotel que teníamos en frente. Supuse que debía tomar la maleta de él y encaminarme hacía adentro. Lo seguí.
-Christopher Velez.-dijo cuando la mujer terminó de preguntar.- Hable por teléfono antes de venir.
-Si, Velez.-dijo la mujer buscando en su ordenador.- Habitación 598.-dijo e hizo entrega del pase a la habitación.- Habitación para dos personas. Suite.-añadió. Christopher tomó lo que la mujer le entregaba.- Por favor, firme aquí y ya pueden retirarse.-dijo y entregó en papel a Christopher.
Christopher tomó la pluma y firmó donde lo requería el papel. Dio la vuelta al contrato y lo deslizó por el mostrador hasta que la mujer lo tomó.
-Gracias, que disfruten de su estadía.-sonrió coquetamente. Deduje que; era una zorra.
-Gracias a usted.-le dijo Christopher y sonriendo levemente dio la vuelta.- Busca al chico y dile que lleve las maletas hasta la habitación.-me ordenó.
-¿Por qué no lo haces tú?-pregunté cruzando mis brazos.
-¿Quieres cargar tus maletas hasta el cuarto piso? Porque si es así, puedes hacerlo.
-Okey, ya voy.-dije volteando.
Un chico al costado de la puerta, observaba la escena. Sonrió y se quitó el gorro coquetamente. Volteé a ver a Christopher, vi que hurgaba entre sus tarjetas de crédito, vi otra vez al morocho. Estaba claro que su oficio era “botones” pero lo utilizaría para otra cosa. Dios, aléjame a Christopher de mi lado y has que este morocho de hombros anchos me derrita en la cama. Reí ante mis pensamientos. Le hice una seña al chico y él caminó hasta nosotros.
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La Bella y La Bestia - Christopher Velez y Tú
FanfictionLa bella y la bestia. Que feo es cuando la persona que mas ama es la persona más fría del mundo, Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tu seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas co...