Capítulo 38

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Cada escalón parecía alejarse más y más a medida que yo colocaba el tacón sobre este. Ya sabía que en la puerta me esperaba Leonardo, eso me tranquilizaba un poco, por lo menos no iba a entrar sola y enfrentarme a eso sin nadie a mi lado.

-Estas hermosa.-dijo el hombre que me observaba desde el pie de la escalera.

Levanté mi concentrada mirada de los escalones y observé a Leonardo. El me sonrió y me tendió la mano. La tomé y terminé de bajar.

-Gracias.-respondí al cumplido.

-No hay de que _____.-dijo sonriente.- Estoy muy orgulloso de que tú seas la que va a casarse con Christopher.

-Oh.-sonreí intentando ocultar mi nerviosismo.- Yo estoy muy feliz de casarme con Christopher.-dije. Suspiró.

-Ya, ¿vamos?-hizo un gesto extraño.

-Claro.-respondí con miedo.

Terminamos de caminar por la sala para llegar a la puerta del jardín. Dos mujeres a los lados de la puerta nos sonrieron y luego miraron a Leonardo para preguntar por si estábamos listos para salir. Leonardo asintió y al ver esto, las pequeñas mujeres abrieron las puertas para dejarnos a la vista de todos.

El sol a penas se escondía y daba una sensación de calidez sobre el panorama. Chris dio la vuelta para observarme y vi como sus labios se curvaban en una sonrisa. La gente se ponía de pie a la vez que la tenue música comenzaba a sonar.

-Vamos.-susurró Leonardo para que ambos comenzáramos a caminar por la estrecha alfombra cubierta por pequeñas flores blancas.

Sonrisas, susurros y pequeñas risas de dos niñas a nuestras espaldas, se hacían notar en el lugar. Christopher, sin quitar su sonrisa, me observó desde que entré al lugar hasta que llegué a su lado.

-Estas hermosa.-susurró a mi odio cuando su padre me dejo en sus brazos.

-Gracias.-dije levemente y me aferré a su brazo. Miró al sacerdote.

Mi mirada se fijo en dos pequeños pájaros revoloteando sobre un árbol. El sacerdote, sin dejar de hablar, sonreía y con su libro en mano nos hacía orar. Christopher, nervioso, apretó mi brazo para que prestara atención. La madre de Chris, retó unas cuantas veces a la pequeña que detrás de nosotros jugaba con su vestido rosa.

-Christopher Velez Muñoz, ¿acepta usted por esposa a ________ Jarrel? ¿Promete serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola hasta que la muerte los separe?

-Si, acepto.-dijo Christopher con una sonrisa en su rostro. Respiró profundo y me dedicó su dulce mirada. La nena se acercó con los anillos y los puso delante nuestro Christopher tomó el que me correspondía y lo colocó sobre mi dedo. Sonrió

Era mi turno.

-________ _______ Jarrel, ¿Acepta usted por esposo a Christopher Velez Muñoz? ¿Promete serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo hasta que la muerte los separe?

-Si, acepto.-dije tragando saliva con nerviosismo. Christopher se aferró más a mi brazo y coloqué el anillo sobre su dedo.

-Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.-dijo en una elevada voz el hombre de tunica frente a nosotros.

Todo en el lugar era silencio. Los ruidos más fuertes eran de pájaros cantar y las hojas de los árboles moverse al compás del viento. Nadie se oponía, eso era bueno, para Christopher.

La Bella y La Bestia - Christopher Velez y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora