Capítulo 47

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Escuchen esa canción mientras leen este capítulo.
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Dos dedos deslizarse por mi mejilla me hicieron darme cuenta que aún estaba viva. Tenía a Christopher a mi lado y de seguro permanecía recostada sobre una camilla en el hospital. Era de día, se sentía el canto de los pájaros fuera del lugar. Mi respiración era tranquila y con Christopher a mi lado estaba completamente segura.

-¿Estas despierta?-preguntó con voz aterciopelada.

No tenía fuerzas para abrir los ojos y menos, para responder. Permanecí quieta, sin mover un músculo sobre la camilla. Sentí un suspiro de parte de Christopher y luego su cabeza se apoyó sobre mi  abdomen, las caricias no cesaron.

-No puedes dormir por más de catorce horas.-sollozó. Me sentí mal.- Dijeron que estarías bien, por favor, no me contradigas eso.-siguió hablando.- Quiero que te levantes de aquí, que me pelees, que luego nos reconciliemos.-sentí como ya no se apoyaba allí. Me sentí observada.- Despierta, _______.

Luego de pronunciar eso, se quedó completamente callado. Pude sentir como se ponía de pie y abría una puerta para luego cerrarla. No estaba segura de a donde iba, pero no podía dejarme sola. Podría abrir los ojos, pero, mis parpados pesaban más de lo pude imaginarme.
Segundos después, la puerta volvió a abrirse y tras unos pasos, se cerró. Recé por que fuera Christopher y así fue, se sentó nuevamente a mi lado y tomó una de mis manos.

-Si de verdad me estas escuchando y no puedes responder, abre los ojos.-apretó mi mano con fuerza.- Levanta una ceja.-casi ordenó.- ¿Puedes hacer algo? Me siento estúpido.

Y no era estúpido, pero no podía alzar una ceja y menos hablarle. Tal vez podía presionar su mano, pero hubiera sido inútil. Si no podía alzar una ceja, menos iba a poder apretar la mano de Christopher.

-Vamos, ______. Quiero que vayamos a casa, juntos.-siguió hablando.- Necesito que conozcas la casa nueva, que festejemos tu cumpleaños con toda la gente que te quiere, tenemos que hacer noche de películas y dormir juntos luego de que te asustes.-sentí como su voz se quebraba.- Tienes que estar bien.

Sonaba triste, arrepentido, muy mal para lo que él solía ser. Quería avisarle que podía escucharlo, que estaba escuchando las cosas que él decía, que íbamos a cumplir todo aquello.

Nuevamente apoyó su cabeza sobre mi abdomen.

-Por culpa de un estúpido chico que te ha dado de beber piña colada con cuatro pastillas diferentes, no dejaremos de ser felices juntos, ¿o si?

No pude responder a eso, ¿Ian me había drogado? Porque por lo que sabía, las pastillas dentro del alcohol, era casi como drogarse, no tan así, pero de un modo muy parecido.

-Extraño tu voz.-prosiguió con su sermón melancólico.- Que cursi acaba de sonar eso.-rió amargamente.- Pero lo cierto es que desde que nos casamos, ambos somos cursis.-rió nuevamente y levantó su cabeza. Me estaba observando.- También extraño tus besos, ______.

¿Por qué no se podía poner de pie y plantarme un beso en los labios? Sentía su mirada sobre mí y eso me ponía nerviosa. Mi respiración siguió su curso normal y luego sentí como Christopher quitaba la vista de mí para besar nuestras manos entrelazadas.

-Eres lo más importante que tengo.-pronunció con dificultad.- Y sería muy lindo que puedas escucharme. Debo confesarte muchas cosas.-admitió y trago saliva.- Y suena muy tonto hablarle a alguien que no te está escuchando y que tú le dices que quieres confesarle algo lindo.-rió nuevamente. No sonaba feliz.- Lo cierto es que siempre que llego a casa luego del trabajo, pienso que puedo decírtelo, pero tú te acercas con esa sonrisa hermosa y me cuentas sobre el colegio.-suspiró.- Entonces siento que no debo decírtelo porque simplemente arruino tu vida, día a día.

La Bella y La Bestia - Christopher Velez y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora