O4

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POV. Adrien

Debí...pensarlo.

- Adrien...

Debí, debí hacer algo en el momento en el que...

- Adrien, más fuerte.

En el que ella llegó con otro hombre.

- ¡Ah! - gemía mi compañera mientras le tomaba de las caderas y chocaba su trasero contra mi pelvis sin ser gentil y ansioso.

Quería borrarla de mi cabeza. Quería que su imagen se desvaneciera junto con este extraño sentimiento que arde mi interior.

Gruñí al sentir mi miembro expuesto al frío del ambiente, mientras era acostado en aquella cama angosta y Marcela, o creo que Miriela, no lo sé, comenzaba a chuparme.

Ellas, las demás, pueden hacer todo esto Marinette. Puedo cogerlas en todo momento y no me harán panchos como los que tú me haces. Pueden quererme todo el tiempo y se irán si chasqueo mis dedos.

No debo estar esperando a saber qué piensas o qué sientes por mí.

Vuelvo a gruñir pero esta vez por cómo lame mi glande y de ninguna manera puedo dejar de pensarla en los brazos de otro hombre. Hiervo con imaginar sus labios chocar con los de otra persona, de imaginarla montada y sacudir esa linda cintura que tiene.

Desearla de aquella manera me la pone dura y ella cree que es por lo que hace, pero está tan lejano de ello. Este efecto sólo tiene un nombre y en definitivamente no es el de Mariana.

Le ayudé a acomodarse sobre mis caderas y acto seguido masajee sus senos mientras seguía debatiendo. Debía estar en aquél lugar siguiéndola e impediendo que algún imbécil se aproveche de ella, pero tal vez ya no me necesita, porque tal vez yo soy el imbécil.

Estos cinco minutos han sido los más caros de mi vida.

Antes de correrme la saqué de mí y la tumbé a mi lado mientras comienzo a vestirme sin ganas y me convenzo de mi próximo paso.

- Más te vale no andar de loca Marinette... más te vale - me digo entre dientes para salir de aquél cuarto, caminando entre la gente buscando el vestido rojo de lentejuela que tanto había llamado la atención desde que llegó, pero las luces de fiesta que hay en la casa no me ayudan y el resto de la gente tampoco.

Mis piernas aún tiemblan y mi corazón late errático.

No quiero pensar que me he equivocado cuando todo lo que he intentando es cuidarla, pero ¿es posible arruinar las cosas de esta manera?

Cuando llego a la cocina la miro sentada en la barra, con aquel muchacho tomándola de la cintura y refregándose con ella de arriba a abajo. Desde mi lugar podía mirar su asquerosa lucha de lenguas y cuando él comenzaba a ascender sus manos apreté las mías para soltarle un puñetazo en la cara.

- ¡Luka!

El chico es bastante inteligente para haber reaccionado tan rápido y devolverme el golpe en la nariz, tirándonos en el piso de la cocina mirando la gran cantidad de pies a nuestro alrededor, entonando "Pelea, pelea" mientras ni siquiera miro lo que hago, sólo golpeó toda parte de su cuerpo que esté a mi alcance.

- ¡Por favor! ¡Hagan algo! ¡Sepárenlos!

No, Marinette. Aún puedo golpearlo un poco más.

Me jalaron de los pies y a él de los brazos para separarnos. Le tomaban las piernas al muchacho mientras que a mí los brazos mientras jadeaba.

- Suéltenme - pedí.

- ¿Quién te crees que eres imbécil? - reclamó el rostro apenas mirando a través de aquellos cabellos teñidos de arcoiris.

BABE [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora