El Pez por la Boca Muere.

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Capitulo 1


El viento soplaba a través de las cortinas del lujoso departamento. El hombre había entrado y cerrado la pesada puerta de roble con un movimiento sordo.

Las estancias de su hogar lo invitaban al descanso luego de la presión de un día agotador. Dejó su maletín en el recibidor y se fue desajustando el traje hasta llegar a su bien surtido bar. Tomaría un trago antes de darse un baño.

Todo estaba muy silencioso. Su hijo y su esposa habían partido una semana antes al balneario y Anita, la mucama se había retirado hace un par de horas.

Debía atenderse por sí mismo. Una lástima habiéndose mal acostumbrado a todas las rutinas de un sujeto engreido que obtenía siempre y sin importar los medios lo que deseaba.

Sus zapatos oscuros resonaron en la madera antes de llegar a la alfombra. Se los quitó y sintió la acolchada suavidad de la misma. Se sirvió un trago de vodka y dos hielos que tintinearon en el pesado vaso de cristal labrado antes de sentarse en el fino sofá de cuero blanco.

Cogió su celular y empezó a pasar el dedo mientras ojeaba los diversos contactos de sus "amiguitas" del scort. Se aseguraba de la discreción del servicio y se vanagloriaba de dar excelentes propinas para poder encubrir sus infidelidades sin ser captado.

Se fue quitando lentamente la corbata negra de seda y se desabrochó la camisa blanca de lino. Estaba extenuado por la presión en ese canal de televisión. Liego de los muchos destapes escandalosos que había hecho, había tenido que pedir garantías para su vida y le enviarían seguridad al día siguiente a primera hora.

Se sentía seguro.

Puso su trago en la mesita de café de la sala de estar y se regodeó en sus triunfos. Había sacado muy buen dinero con personajillos del mundo del espectáculo, y ahora estaba entrando en un terreno más escabroso.

Suspiró mientras echaba la cabeza hacia atrás y estiraba los brazos indeciso aún por quién lo acompañaría esa noche. No tenía tantas ganas de tener sexo convencional. Quería algo jodidamente kinky. Lleno de fetiches, juguetes, instrumentos. Quien sabe. Uno o dos consoladores, un trío. La última vez se divirtió de lo lindo con la mujer y el sujeto. Ambos deliciosos, pensó sonriendo con malicia. De tan sólo recordarlo sonreía más de lo habitual. De hecho su cuerpo había comenzado a reaccionar ansioso.

"Pero antes una ducha."- Se dijo a sí mismo satisfecho de la decisión que había tomado. Se dirigió al cuarto de baño dando el último sorbo al trago.

Se quitó la camisa y la arrojó al piso de la sala. Sin mirar entró al cuarto de baño y cerro la puerta sin percatarse que la camisa que se quitó avanzaba hasta quedar lejos de su vista.

Unos leves silbidos resonaban en las puertas de madera. La ducha daba cierta compañía a esa noche que prometía ser muy divertida para él.

El crujido de la madera al otro lado era opacada por el agua que caía de la regadera. Los pasos que había desde la habitación hacia el cuarto de baño eran completamente inaudibles.

Terminó de asearse y se secó levemente, poniéndose la bata de baño. De tan sólo paladear en su mente la noche que le esperaba, estaba erecto, excitado y con ganas de empezar. Suspiró y se dirigió a la puerta del cuarto de baño.

Al abrirla se encontró con Lou. Grotesco. Su pelaje que era completamente blanco y brillante, suave como un algodón se encontraba mezclado con el carmesí de la sangre que brotaba por su vientre abierto en dos. Sus órganos se escurrían en el piso mientras el animal acababa de morir justamente a sus pies. Sus estertores eran como pequeños ruidos de gorgoteo y sus ojos azules lo miraban fijamente, como advirtiendo.

CINCO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora