Ojos que no ven corazón que no siente

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Esa noche era para celebrar. Las noticias le habían dado una primicia que lo hacía sentirse bastante más tranquilo,así que saldría por unas copas y alguna persona especial para disfrutar. Prendió la radio y se escuchó "Discotheque" por los nuevos parlantes de su lujoso automóvil.
Aquel tema le subía la adrenalina a más no poder. Estaba feliz, digamos la verdad. Ese reporterucho de mala muerte que destapaba los escándalos más licenciosos de las estrellas faranduleras, había acabado como un perro.

Los detalles morbosos de la escena del crimen se los proporcionó un amigo periodista que trabajaba en aquella revista. Las fotos le dieron asco, pero no pudo reprimir un poco de satisfaccion. "Bien hecho,se las merecía todas por hijo de puta."- dijo con una risita perversa.

Ahora nadie más seguiría sus pasos para arruinar su creciente carrera. Era influencer, modelo y ahora lo habían llamado para dos telenovelas. Tenía que ser más cotizado como galán, memorizar los guiones, ir a sus sesiones maratónicas de entrenamiento y de cama solar. Se sentía en la cúspide. Lo estaba en cierto modo.

Su vida se había centrado en buscar ese éxito y esa fama. Lo sabía y había hecho lo indecible por obtenerla. Había tenido innumerable cantidad de amigos, amantes, "amiguitos" y como diez posibles prometidas y prometidos. "Que hablaran bien o mal pero que hablaran" siempre había sido su premisa, pero ahora estaba tomando más en serio su carrera por lo que aquel entrometido siempre había sido su piedra en el zapato. 

Estaba libre de ese sujeto asi que podía entregarse al desenfreno, al menos por esa noche y luego seguiría siendo ese hombre tan deseado en el medio.

Estacionó en el sótano de la discoteca mientras dejó su auto color granate cerca a la salida. Sabía que no iba a regresar a casa solo, esta vez escogería a la altura de sus deseos, no de lo que el público quería ver,ya que estaba seguro de que esta vez no habría ningun paparazzi para tomarle fotos comprometedoras. 

Subió con su caracteristico perfume a madera y cuero, rasurado, con una camisa de seda negra y unos pantalones jeans ajustados como le gustaba lucir a él. Ojos completamente negros, cabello rubio medio platinado y estatura bastante alta. No iba a pasar indiferente a los ojos de nadie.  Dos elegantes tatuajes en forma de serpiente se lucían en la base de su cuello lo cual le daba un toque de misterio. 

- Bienvenido Señor T.  - dijo amablemente el recepcionista. - ¿La sala Vip de siempre? 

- Hola Scott. No. Esta vez estaré con todos. Ya veo siempre las mismas caras y quiero conocer gente nueva. Sólo un apartado esta vez,eso sí muy reservado de las miradas. Tú me  comprendes. - le dijo en tono de confidencia.

El encargado sonrió cómplice, abriendo la cadena para hacer pasar a su mejor cliente. El que más ganancias les hacía tener por la cantidad de tragos que pedía, pagando todo al contado o con tarjeta, pero la cosa es que había llegado su gallina de los huevos de oro. Iba a ser tratado con toda la lambisconería posible. 

Afuera las mujeres que lo habían reconocido estaban ansiosas por acercársele a pedirle un autógrafo. Pero el encargado se los impidió.

-Él ha venido a divertirse, no a firmar autógrafos con las fans señoritas, será para otra vez.

Subió al local bien alfombrado y elegante. Para ser uno de los antros gay más conocidos de la ciudad, tenían muy en reserva que él fuera un cliente frecuente,de esos que arman concursos de quien bebe más o quien snifea más cocaína. A veces había llamado a uno de sus dealers y lo dejaron pasar, invitándole champán rosado, su favorito en las noches de decadencia.

Se sentó en el mullido sofá de terciopelo negro. Las luces eran interminables. Sonaba música electrónica mientras veía hombres y mujeres de hermosa figura desfilando frente a él. Dios. Parecía que era un catálogo de carne humana. 

CINCO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora