Capítulo I

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I.

— ¿Quieres decir que si llamo a este número maldito me amenazaran con matarme? —Mike mostró su teléfono a la muchacha que jugaba con su celular, corrió la vista por unos segundos mirando la numeración de Japón.

Si hubiera sido un número normal todo estaría bien, pero era de Japón y mostrar a Mike los vídeos de suspenso de su youtuber favorito no iban de la mano con la ansiedad del japonés.

— ¡Alto ahí! —Se levantó de golpe corriendo al muchacho que ya había mandando un millón de mensajes al número y se dio varias palmadas mentales.

Era un caso perdido.

— ¡¿Qué?! —exclamó Mike cuando la reacción de su amiga lo asustó por completo—. ¡Déjame llamar a momo!

— ¡Por el amor de dios! ¡Mike deja ese maldito teléfono! —Peleaban ambas personas por un objeto no vivo que era sostenido a una estatura promedio por la mano del chico.

Con su mano libre sostenía la cabeza de la muchacha evitando que pudiera avanzar, evitaba los golpes y soltaba varias carcajadas.

— ¡Tienes cuarenta y un años y juegas como un maldito niño! —Se quejó la muchacha cuando de un empujón Mike hizo que cayera de trasero al suelo.

— Es porque vivo con tres hijos, querida ardilla —contestó guardando su teléfono en su bolsillo—. Y soy lo suficiente maduro como para que me digas aquello, respeta a tus mayores o te castigaré. —La amenazó y Alyssa puso los ojos en blanco.

— ¿Acaso vas a dejarme a cargo de tus hijos mientras te vas con tu esposa a cenar? —contestó y luego se quejo, Mike sonrió cuando pensó aquello—. Oh, no y no. Me niego a cuidar esas pequeñas bendiciones —Negó moviendo su cabeza con dramatismo.

— ¡Oh, vamos! No es mala idea, las mellizas no son tan malas como parece... —Intentó convencer y tomó las mejillas de su amiga, que por cierto, era diez años menor que él... en total unos treinta y pico de años.

— ¡Es lo que tú crees! Son unos angelitos cuando están con su "papi" pero luego... —Hizo una pausa levantándose del suelo y dramatizando la escena—. Esas pequeñas criaturas se convierten en la peor pesadilla que una niñera puede tener. —Mostró sus puños y en sus ojos parecían proyectar fuego de caricatura.

— Pero si tu no eres niñera. —Razonó para el bien de la muchacha que sonrió apoyando sus manos en la cadera.

— Exacto, por eso debes conseguir una, ¿ves que no es tan difícil pensar un poco más allá de su orejas? —Le apuntó con su dedo índice mostrando inferioridad.

— Es narices, Alyssa —corrigió.

— Es que tus orejas son más grande que tu nariz, pero es casi proporcional a tu cuerpo, no le veo lo extraño. —Y una cobija se estampilló contra su cara—. ¡Oye!

— ¡Para que la próxima no te burles de mi belleza!

— ¡Es una belleza abstracta, es linda dependiendo de donde lo mires! —Se quejó con sus cabellos revueltos por el roce de la cobija.

Y así es como Alyssa terminó en la casa de los Shinoda despidiendo a la pareja feliz que iba a cenar juntos, sin sus hijos.

— ¡Gracias por tanto, Alyssa! —exclamó Mike y la muchacha lo miró de mala manera, sonrió y Anna soltó una carcajada.

— ¡Que te jodan, Shinoda! —le mostró el dedo del medio cuando sus hijos se adentraron a su hogar, Mike no tardó tiempo en responderle de la misma manera y su esposa le dio un pequeño golpe en la nuca para que se apure.

shinoda! »» m. shinodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora