Capítulo IX

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IX.

Alyssa aprendió muchas cosas, demasiadas,  empezando desde que Mike no tenía ni la mínima idea de lo que tiene su esposa todos los meses hasta comportarse como un adolescente con las hormonas alteradas cuando no le cuentan nada. Su amigo se quedó a su lado toda la maldita tarde, no la dejaba respirar debido a que se quejaba de que era peor que niña con solamente un dolor de vientre.

Mira, desaparece o me enojo. —Alyssa comentó abrazando una de sus almohadas reprimiendo el dolor.

¡Pero qué hice aparte de haber nacido! —se quejó soltando un quejido sonoro y se tiró en la cama de su amiga con los brazos abiertos, la muchacha rodeó los ojos.

¡No me entiendes!

Sin embargo, no solo le preocupaba el hecho de que su amigo no la entendía, en realidad ni ellos se entendían por eso buscaban uno del otro para aclarar sus ideas o gritando o peleando, porque es la única forma en la que podían reflexionar.

—¿En qué piensas tanto? —Mike interrumpió sus profundos pensamientos y ella levantó la mirada del suelo para ubicarse en el rostro de su amigo, su cabello estaba desacomodado debido a que Anna lo dejó solos con los niños por una semana.

—En la inmortalidad del cangrejo. —Mike tenía cara de querer matar a medio mundo y sintió pena por él, o mejor dicho por los niños por tocarles un padre histérico.

Pero por lo que Alyssa sabe, las mellizas son melosas con su querido padre cara de galleta mientras que el varón vive en la sombra de su madre. Aún así odiaba a esos pequeños duendes como Homero a Flanders.

—¿Los duendes te aniquilaron? —preguntó de pronto y la cabeza de Mike se estrelló contra su escritorio, indirectamente había afirmado su pregunta—. Eres su padre, no le veo lo malo quedarse con ellos. —Levantó los hombros con desinterés y Mike soltó un bufido.

—¡Es una maldita semana, Alyssa! —exclamó y lloriqueo como niño pequeño, ahora entendía porque su esposa decía tener cuatro hijos—. Me van a matar.

—Si no te maté yo antes dudo que ellos lo hagan ahora. —Sintió la mirada asesina de su amigo clavarse en su persona—. ¿Qué? Es verdad.

—Nunca estuve tanto tiempo solo con los niños, la mayoría de las veces estaban mis padre o mi hermano. —Tenía razón, los señores Shinoda y Jason eran los únicos que le salvaba su lindo trasero pero su familia estaba de vacaciones por alguna parte de mundo mientras que su hijo mayor se hundía en una depresión post abandono.

Oh, vamos shinoda. —Se levantó del sofá caminando hasta el nombrado, dio varias palmaditas en su espalda dándole apoyo—. ¡No es malo cuidar a los niños! Positivismo, compañero mío. —Levantó su puño mientras caminaba hacia la salida—. ¡Fighting!

¡shinoda!

—Positivismo ni qué mierda —susurró la muchacha viendo el correo que le habían mandado ayer en la tarde, no sabía si matarse o matarse, no había elección alterna.

¡Ja! —Se escuchó detrás de ella como alguien se reía, volteó encontrándose a su amigo tomando un café y bien presentable, dedujo que las maquilladoras que andaban por ahí se encargaron del trabajo.

—¿De qué te ríes? —Frunció el ceño y Mike negó.

—Habla la mujer del "positivismo" y ahora tienes cara como si hubieras visto un fantasma —se burló y ella rodeó los ojos—. ¿Qué? ¡Si es verdad!

—Ya ya ya, cállate. —Su mano hizo un raro movimiento en el aire y soltó un suspiro—. Te invitaron a unos premios, hablando de eso.

—Ya lo sabía, iré con Brad. —Dio un sorbo a su bebida sin despegar la mirada de ella—. Aunque, si voy, tendré que dejar a los niños solos —habló mientras se hacía el 'tonto'.

—No servirá eso conmigo, Shinoda. —Se levantó de su asiento y caminó hasta el chico que se apoyaba en el marco de su oficina—. Fuera, fuerita. —Le empujó y cerró la puerta apoyándose en ella.

—¡Alyssa! Ábreme la maldita puerta. —Se escuchó como Mike golpeaba la puerta con su puño y ella reía.

—No cuidaré a tus hijos, Mike —habló sentándose en el suelo—. ¡Tengo trabajo que hacer y lo debo entregar antes de terminar la semana! ¡Mi jefe me matará!

—¡Yo soy tu jefe, estúpida!

Alyssa puso los ojos en blanco ni siquiera sabía mentirle a su propio amigo y se había olvidado por completo que él era su jefe, o patrón como ella le decía debido a ver muchas novelas mexicanas.

—¡Entonces con más razón, cara de galleta! ¡Debes darme mi tiempo de trabajo!

—¡Solamente trabajas cinco horas por día! ¡¿Qué más quieres?! —La conversación tomó el papel de negocios y Alyssa se arrodilló abriendo un poco la puerta para mirar por debajo a su amigo.

—Una semana de vacaciones y no cuidar a tus hijos. —Mike la miró y se sintió intimidada debido a que ella estaba a la altura de sus rodillas.

—Lo tengo que pensar y no —contestó y ella levantó los hombros sin importancia volviendo a cerrar la puerta.

—Entonces no hay trato, búscate otra persona. —Soltó una risa en tono bajo y escuchó como Mike se quejaba en voz baja, hasta podía jurar que ella ya le había quitado la poca paciencia y su cabellos volvieron a estar como en la mañana.

—¡Te doy todo lo que quieras si vas conmigo a los premios! —Soltó de pronto y elevó una de sus cejas.

¿Acaso estaba escuchando bien? Mike quería que lo acompañe a los premios como su acompañante y se vería obligada a usar vestidos frente a su amigo.

—¿No hay otra opción? No me gusta vestirme bien, que pereza. —Mike aprovechó para entrar a la oficina y la tomó de la cintura para tirarla en el sofá.

Él estaba frente a ella con los brazos cruzados y el café que tenía hace unos segundos había desaparecido mágicamente. Alyssa seguía con la idea de que era un brujo.

—Lo harás, Anna no esta y eres la única opción que tengo. —Alyssa rodeó los ojos e inconscientemente ya estaba mordiéndose las uñas.

—Pídele a una de las maquilladoras, esas si que te acompañarán... —Mike la miró de mala manera—. ¡¿Qué?! ¡Están hasta los pies contigo, Mike!

—¡Pero por qué tengo que saber esto, dios! —exclamó y su cara era totalmente graciosa, una mezcla entre ganas de reírse y disgusto.

—¡Porque eres lindo, Mike! ¡Dios mío, hay millones de mujeres muriéndose por ti, es obvio! —Alyssa instantáneamente tapó su boca y Mike la miró con sorpresa.

—¿Qué dijiste? —Alyssa movió sus hombros y negó como si no hubiera dicho nada.

Alyssa había cometido un gran error.

shinoda! »» m. shinodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora