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Capítulo I

Alarmas, a veces desearía que esas jodidas invenciones del mismísimo Satán no existieran, es oírla y todo lo que sale de mi boca son gruñidos y maldiciones a todo lo que me rodea.

Ridiculo, lo se, porque maldecir a una silla es de lo más patético, así que no me queda más que salir de escudo antirealidad hecho a base de mantas y algún que otro muñeco de Kumamon, ese maldito oso de adorables cachetitos rojos y mirada perdida es mi puta adicción y lo peor es que no se porque me agrada tanto.

Una vez esto fuera de mi preciada cama, bostezo y me desperezo sintiendo de manera gustosa todos y cada uno de mis huesos crujir y recolocarse, llevó una mano a mi cabello lleno de nudos y lo despeinó un poco más de lo que a esta, total, no puede quedar peor.

Narrador externo

El de cabellos negros, caminó de manera pesada hacia el baño que se encontraba a escasos metros de la que era su habitación, la cual se mantenía perfectamente ordenada y limpia, eso era algo que resaltaba en la personalidad de Yoongi, su extraña obsesión por el orden y las cosas bien hechas, en esos aspectos, podía llegar a ser un viejo cascarrabias si alguien desordenaba o ensuciaba sus pertenencias.

Y como no, su baño dejaba más que a la vista la obsesión del muchacho, todo dentro de ese lugar estaba limpio, el blanco de los azulejos parecía hasta un espejo, reflejando de manera algo difuminada la delgada silueta del pálido, el cual comenzaba a quitar su pijama, conformado por algo tan simple como un boxer y una camiseta de tirantes. Antes de entrar a la ducha, ambas prendas quedaron metidas dentro de un cesto, mientras el pálido, se había quedado anonadado observando su reflejo.

El no era para nada feo, su piel blanca incitaba a ser marcada de mil y una maneras, su cuerpo estaba bien repartido, y pese a ser un hombre tenía un buen trasero, un vientre plano, sus caderas no eran su mejor parte, pero se mostraban orgullosas a los cotsados inferiores del muchacho, y por no hablar de su rostro, sus labios rosados, ni muy grandes ni muy pequeños siendo deseados por cualquiera, y esa mirada felina acompañada por esos pequeños colmillos que resaltaban en su blanca dentadura.

A Min Yoongi nunca le habían faltado las cartas de amor o las indirectas tanto de hombres como de mujeres, pero, una vez más, ahí estaba su conocida personalidad para joderlo todo con tan solo unas pocas palabras.

Volvió a conectar con el mundo cuando se dio cuenta que si no se apuraba, llegaría tarde, y no podía permitirse ni una sola falta, así que movió su cabeza de lado a lado, tratando de concentrarse, y se metió en la ducha a prisa, se dio un agua rápida, lavo su cabello, se enjuago y salió a toda prisa.

Fue prácticamente corriendo a su habitación, abrió su armario, cogió una camisa blanca, y unos jeans negros, junto con su ropa interior, y unos zapatos cualquieras.

Se vistió y peinó, tratando de quedar con la mejor apariencia posible, y una vez se consideró listo, fue hasta la cocina, cogió una manzana se la metió en la boca y fue en busca del resto de cosas que tenía que cargar en su mochila. Una vez lo tuvo todo preparado, salió de su casa, cerrando antes, y corrió hacia donde había aparcado su coche el día anterior.

Iba bien de tiempo, pero siempre es preferible llegar antes y no tarde.

Y eso hizo, condujo con calma hacia su centro de trabajo, escuchando en la radio a un grupo llamado ''Big Bang'', y cantando al ritmo de estos la conocida canción de ''Fantastic Baby'', Yoongi habría jurado que cualquiera que le hubiera visto desde fuera del coche en ese proceso, lo habría tomado por loco, pero no parecía importarle en lo más mínimo.

Una vez estuvo en el lugar indicado, aparco el coche y salió de este echando humos, ya que había tenido que llegar justo cuando estaba en el mejor momento de la canción.

Alejate Rubio Mal TeñidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora