Capítulo 1

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Perrie Edwards se bajó de su preciosa motocicleta después de haberla acomodado bien en el parqueadero de el instituto. Se acomodó un poco su cabello negro que le había puesto unos toques morados y azules dándole un estilo único. Las botas de cuero negro que llevaba sonaban por los pasillos del instituto con una fuerza que hacia que todos rápidamente voltearan a ver quien era la persona que causaba aquel ruido.

Perrie miró levemente a todo ser que caminaba por aquellos largos y angostos pasillos. La mayoría de ellos bajaban la mirada atemorizados por el contacto de aquellos fríos ojos con temor a que la chica le pudiera hacer algún daño solamente por verlo a la cara. Ciertamente, a Edwards le agradaba que la gente le tuviese miedo como lo cita una de sus frases favoritas "Prefiero ser temido antes que amado."

Sonrió ladeadamente.

Movió sus pies a compás con el ritmo que tarareaba ligeramente golpeteando sus dedos en el jean ajustado con un roto en las rodillas que llevaba puesto. La campana de repente sonó con tal estrépito que saltó un poco en donde se encontraba y caminó directamente hacia su aula de historia sin ni siquiera parar a su casillero a ver sus libros que necesitaba para aquella clase y las del resto del día.

Abrió la puerta sin ningún pudor o vergüenza ganándose la mirada enojada de los estudiantes ya sentados por haberles causado un susto. No le tomó importancia y caminó hacia su escritorio sentándose con las piernas estiradas encima de la mesa mientras descansaba sus brazos detrás de su cabeza listo para iniciar con la aburrida clase.

La profesora entró.

-Edwards, baje los pies de la mesa-sentenció.

-¿Y si no quiero?-contestó con voz ronca.

Todos los estudiantes rápidamente voltearon la mirada hacia ella.

-Me temo que tendrá que ir a dirección-ella rodó los ojos.

-Prefiero estar en la dirección antes que en esta mierda de clase-respondió despectivamente.

-Escúchame Edwards...-inició la profesora sintiéndose harta de la situación.

-No, escúcheme usted, ¿por que no enseña otra estupidez? creo que así todos estaríamos felices además de que esto es tan malditamente aburrido-soltó.

-¡Edwards a la oficina del director!-chilló la profesora golpeando su escritorio haciendo que todos dieran un pequeño salto y soltarán exclamaciones ahogadas.

Perrie se paró de la mesa bajo la mirada de los estudiantes y se acercó a la maestra con una pequeña sonrisa sádica. Ella, con furia, escribió el papel del porque decidió mandarlo a allá y se lo entregó en la mano y Perrie lo tomó con brusquedad y salió del aula con estrepitoso portazo.

Sus pasos eran lo único que se escuchaba en el desolado pasillo. Los estudiantes deberían encontrarse todos en clase. Lamió sus labios y siguió su camino hacia la oficina del director Smeck. Tomó el pomo de la puerta entre sus grandes manos y lo abrió bastante acostumbrado a entrar allí.

-¿Que hay, Robert?-se sentó totalmente cómodo en uno de los sillones de cuero rojo.

-Ya hablamos de esto Perrie, modales-contestó sin apartar la vista de los papeles.

-Buenos días director Smeck-respondió en tono agudo y en un pequeño canto desesperado.

-¿Que pasó ahora?-siguió. Se levantó de la mesa y le entregó un poco de café que enseguida tomó.

-Ya sabes, la profesora de matemáticas, hizo un drama por una simple opinión-rodó los ojos.

-Ya me imaginó lo que hiciste-Perrie sonrió.

-Así que... ¿ahora que?

-Detención. Tres horas-contestó firme.

Perrie abrió los ojos como platos.

-¿¡Tres?!-exclamó levantándose de el sillón con una velocidad increíble-¡No puede hacer eso!

-Claro que puedo-el director sonrió con superioridad.

-No...-le interrumpió.

-Vuelva a su clase, Edwards-señaló la puerta ya harto de la situación.

Perrie bufó y tomó el papel que es un permiso que le permite volver a entrar a clase. Sin duda alguna, decidió no volver a la clase y usar aquel permiso para cualquiera de las otras que tiene en el día. Se sentó en uno de los árboles de cerezos que nadie conocía que se ubicaba en la parte de atrás del instituto. Soltó una pequeña carcajada recordando el porque nadie iba allí.

Según la leyenda decía que antes el instituto fue construido en un cementerio. Y cuando iban a seguir construyendo, misteriosamente, uno de los trabajadores de esa parte desapareció. Lo encontraron muerto, con un cuchillo clavado en el pecho, en la pared escrito con sangre se podía leer "los mataré uno por uno si siguen en mi propiedad."

Ellos, muertos de miedo, decidieron no hacer nada más y lo construyeron para el otro lado. Aquí, pocas personas de antes, habían puesto semillas para que árboles crecieran y con las lluvias que azotan de vez en cuando lograron crecer los cerezos.

Perrie, por supuesto, no creía en lo sobrenatural. Le parecía estúpido e irracional que la gente creyese que hay fuerzas que uno no podía ver. Sacó de su bolsillo un encendedor y de la mochila un cajetilla de cigarrillos. Lo prendió sintiendo como la nicotina entraba en sus pulmones sintiéndose increíblemente bien ante tal sabor, la nicotina lo relajaba, se sentía en paz. Una sensación que a la mayoría le causa, sólo que esté le caía mejor.

«Aveces me gustaría tener amigos» pensó mirando hacia la nada.

Y, en cierta manera era cierto, se sentía bastante sóla. Aunque le gustase que la gente le tuviese miedo, aveces lo odiaba ya que, créanme, si intentase hablar con alguien la persona terminaría temblando de miedo y saldría corriendo como alma perseguida por el diablo. Así que, básicamente, por eso no hablaba con nadie.

Jugueteó un poco con el pasto entre sus dedos de vez en cuando arrancándolo desde la raíz. Miró a todos lados como si esperase que algo o pasara por ahí donde Perrie estaba sentada. Sacudió un poco la cabeza eliminando aquellos estúpidos pensamientos.

«Aunque pensándolo bien... no.»

Un pensamiento que siempre tenía cuando se planteaba el pensamiento anterior. Había visto en el pasillo como los amigos se le apegaban a uno como un chicle y tener a alguien todo el tiempo, lo consideraba exasperante. Suspiró pasándose una mano por el cabello.

El timbre sonó.

Aunque estuviese desde allí, podía escuchar como el incesante timbre sonaba. Bufó y se levantó sacudiendo se los jeans en la parte trasera y se dirigió a su siguiente clase acomodando se la mochila en su hombro izquierdo.

-Silencio hay viene Perrie-escuchó como alguien dijo mientras pasaba por el pasillo.

-Sí, ¿viste como le respondió a la profesora?

-Aveces me he preguntado si sus padres la han educado-fulminó con la mirada a la chica que rápidamente bajo la mirada.

-Da miedo-volvió a escuchar.

-Con sus pintas parecía que fuera una prostituta y además de que se drogara-ese comentario la molestó bastante.

-¿¡Podrían de dejar de hablar de mí como si no escuchará?! ¡Métanse en sus malditos asuntos y déjenme en paz! Estúpidos-escupió con rabia y todos se quedaron callados.

Rodó sus orbes azules.

Y esperó que aquel día acabara finalmente.

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Si cometi algun error, como no cambie algun nombre, apellido o lo que sea, decirlo, por favor.

The Popular & The Bad Girl [Jerrie & Jasy AU] 《J.T. & P.E. & J.N.》✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora