La furia le consumía, sus dientes rechinaban de los fuerte que apretaba la mandíbula, si eras pobre era a lo que te exponías, como perro del "Cuartel Rojo" no le quedaba de otra, aunque intentó huir, no lo había logrado, era imposible hacerlo, pues la pequeña ciudad estaba muy bien custodiada por los secuaces de Simón, el organizador de toda aquella barbarie.
Simón era un extranjero, un Alfa muy poderoso, que no sólo conquistó Londres, sino que al verse aburrido por decirlo de alguna forma, buscó un nuevo lugar y nuevos súbditos a los cuales manipular, esa era la razón de que ahora gobernara Bradford, una área que estaba muy cercana a una de las ciudades más importantes, "La sociedad de almas".
Sólo Alfas formaban parte de su círculo cercano, sus soldados de confianza; para ganar más poder y adeptos, decidió formar ese espectáculo aberrante, en el que Omegas eran casi subastados, deshonrados ante la mirada de cientos de observadores, la mayoría proveniente de la clase alta, que disfrutaban con el dolor de los menos afortunados.
El evento consistía en esto: Una lucha en el cuadrilátero; el Omega defendía su honor luchando, si al final perdía, el retador por lo regular Alfa de buena posición tenía el derecho de tomar la virginidad del perdedor, humillándolo frente a toda la muchedumbre que se juntaba a presenciar el espectáculo.
El participante de esa noche era Liam Payne, un castaño de cabellos largos, de piel blanca adornada con algunos tatuajes que se distribuían por todo su cuerpo: delgado, de proporciones agradables a la vista, un Omega atractivo y deseable en todos los sentidos. Liam había sobrevivido a más de trece peleas, era el Omega más deseado y por el cual apostaban; ese era otro de los puntos en el evento, se apostaba por ver cuánto duraba el Omega en pie, si saldría victorioso y se libraría de la humillación. El castaño tenía una fuerte determinación, la ira inundaba su cuerpo y luchaba con todas sus fuerzas para no ser vejado y que le pasara lo que a varios compañeros que compartieron habitaciones con él en aquel mugroso lugar; de uno en uno sus amigos habían sido vencidos, desvirgados y entregados a los Alfa que les vencieron; no sabía mucho de lo que pasaba fuera de ese lugar, sólo rumores escuchaba, que si eran convertidos en esclavos sexuales, o traspasados a algún otro individuo que les tratara como basura, lo cierto es que el Alfa vencedor se volvía propietario del Omega vencido.
Su primera pelea fue a los 17 años, contra un tipo enjuto de cabellos negros y atuendo extraño, se rió al verlo, pues llevaba una gabardina con un cuello alto parecido a una cuchara, la pelea duró más de diez minutos, fue duro y terminó con varios golpes que tardaron un par de meses en curarse, pero al final salió victorioso, era la primera vez que un Omega vencía a un Alfa en combate, fue todo un acontecimiento y la voz se comenzó a correr por todos lados, su nombre se hizo famoso y varios Alfa postulaban para derrotar a el exótico y fuerte Omega.
Pero la voluntad de Liam no sería doblegada fácilmente, mientras pudiera lucharía hasta con los dientes para seguir manteniendo su dignidad a flote, aprovechando para entrenar a sus nuevos compañero y darles consejos para que al igual que él se libraran de su triste destino. Liam no sabía hasta cuándo podría mantenerse invicto, los contrincantes cada vez iban haciéndose más fuertes y difíciles de vencer, la última pelea le dejó cuatro días inconsciente y su recuperación fue lenta, se tomó casi tres meses para poder estar al ochenta por ciento de sus capacidades, ahora a cuatro meses volvía a recibir un desafió, que fue aceptado por Simón, pues debido a la fama del castaño había obtenido una cuantiosa fortuna, además incrementar la fama del evento.
Liam caminaba a paso firme por los pasillos que lo llevaba al cuadrilátero, una sensación extraña se instalaba en su estomago, tenía un mal presentimiento, su instinto le decía que esa noche pasaría algo importante, no estaba seguro si sería a favor o en contra de su integridad, pero nunca antes se sintió tan ansioso y abrumado. Al salir del estrecho pasillo, la luz de las lamparas le dio en los ojos cegándolo por un momento, tras de él iban tres de los "guarda espaldas" del lugar; los gritos y guarradas del publico llenaban el lugar, parecía que esa noche había cupo completo, cientos de cabezas ocupando las gradas, le desagradaba toda esa faramalla, no entendía como podía gustarles el ver como les despojaban de su dignidad; haciendo una mueca de disgusto trepó hasta quedar arriba del cuadro, su contrincante no se presentaba aun, se quitó el batín de seda que llevaba encima, quedando en un pequeño pantaloncillo corto que le marcaba perfectamente los aglobados glúteos, las piernas fuertes y largas resaltaban con el color sangre de la prenda; sacudió su cuerpo, moviendo brazos y cabeza, como alejando cualquier mala vibra, resopló y esperó paciente a que la pelea comenzara.