P R Ó L O G O

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"Dicen historias que las personas que obran el mal no son atacadas por demonios, al fin y al cabo ellos ya están condenados; Estos seres buscan poseer las almas de las personas nobles y de buen corazón"  

No todos los demonios nacen siéndolo, hay categorías como en el reino de los ángeles cuyo estatus te da cierta libertad de actuar. 

Los que alguna vez fueron ángeles y bajaron desde el cielo siendo seguidores de las creencias Luzbel  son los que encabezan la jerarquía maligna.
Después están las creaciones de Satanás que constituyen un 80% de los habitantes de las profundidades y conforman el ejercito en la lucha eterna entre ángeles y demonios.

Finalmente están los hijos de Lilith y los que alguna vez fueron humanos, son lo mas bajo entre estas categorías, ellos fueron encomendados a la tarea del sufrimiento y el dolor en la tierra. Son los que causan accidentes mortales; quienes también atraen desastres naturales, plagas, guerra y  enfermedades. 

Entre todo este caos también están los ángeles, quienes muy al contrario de los anteriores mencionados atraen abundancia, curan enfermedades, traen paz y terminan con el dolor causado por los demonios. Sin embargo la humanidad cada vez se ha vuelto mas corrupta, tiempos de paz traen consigo hombres débiles quienes sucumben ante los placeres mundanos del pecado, siendo tan frágiles los ángeles decidieron que era mejor tener aliados en la tierra que los ayudasen con la difícil tarea de dirigir a las ovejas del señor, así que cada cierto tiempo mandan a llamar a personas, y aunque profesen distintas religiones tienen que atender al llamado. Son a quienes en la tierra los llaman Santos.

—Y la bendición de Dios padre todo poderoso este con ustedes— Habló con un tono de voz alto a todos los presentes una voz masculina proveniente de un joven de tez morena.

— Y con su espíritu— Corearon los presentes.

— Pueden ir en paz, la misa ha terminado.—   Prosiguió el muchacho quien lucia demasiado joven aun para ser sacerdote.

Una muchedumbre de personas, no muy grande comenzó a salir del reciento mientras cantaban una alabanza para su Dios. 

— Esta bien joven para ser sacerdote oiga, ¿pos como cuantos años tiene?—Pregunto una anciana acercándose al sacerdote quien se encontraba despidiendo a la gente con suma gentileza. 

El hombre de nombre Miguel, solo le sonrió — Tengo 28 años— Respondió dando un despido fugaz a un hombre de mediana edad quien traía un sombrero en sus manos.

—¿De donde dice que es uste?— la anciana muy curiosa lo miro con una sonrisa amable a pesar de que esta tenia muy pocos dientes.

— Pues, Mi pueblo natal se llama Santa Cecilia, pero como ya todas las capillitas tienen padre, pos me mandan pa'ca— explico el de ojos café chocolate.

— No pos que bueno, ya nos hacia falta un padre, todos los que han estado viviendo acá siempre se van bien pronto.— Explico la señora con un claro acento norteño.

—Si, eso me dijo el padre superior, sepa nuestro señor porqué, edá

— Pos dicen que por acá espantan, pero solo en la noche.— La señora paseo su mirada por el campo afuera de la capilla.

El Rancho en donde se encontraban estaba un poco lejos de Santa Cecilia, era todavía muy pequeño y mas de la mitad de sus habitantes eran agricultores o ganaderos, personas que se dedicaban a las tareas primarias, por lo que la juventud ahí era escasa, la mayoría de los jóvenes preferían irse a la ciudad a estudiar o a pueblos mas grandes cercanos para trabajar.

La iglesia en donde tenia que comenzar a dar misa estaba un poco mas alejada del resto de las viviendas, era pequeña la capilla y la parte trasera daba a una casa no muy grande con un jardín oculto en la arboleda de al rededor.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2018 ⏰

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