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Parte 2
Una razón

Ya había movido la vela aromática de lugar más de una vez, había doblado y desdoblado ambas servilletas cinco veces y hasta había tenido tiempo suficiente de terminar con dos canastas de pan. Estaba nervioso, en definitiva lo estaba.

Pepper le había dicho que los nervios eran normales en las primeras citas, que no había de que avergonzarse si se la nada sus dotes se Romeo se apagaban por un rato debido al pudor. Era una reacción normal.

De acuerdo...entonces cuál era el estándar de reacción normal ante:"Voy a tener una cita con mi ídolo de la infancia y no puedo ni creérmelo"?!

—Tony.-hablando de...

Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar el tono dulce con el que pronunció su nombre, pasó lentamente su vista de la vela a un encuentro con esos ojos azules que sin duda encontraba fascinantes.

—Lamento la demora.-dijo mientras tomaba asiento

—No, está bien, descuida.-dijo acelerado

Y se hizo el silencio, ambos se miraban a los ojos por segundos para luego sonrojarse en exceso y bajar la vista. Los dos estaban nerviosos pero solo uno tenía en claro los motivos mientras que el otro...aún no lo sabía porque hasta donde el recordaba aquello estaba mal. No la parte de salir con Tony sino la parte de...salir con un hombre. Peor aún, de poder sentir algo por ese hombre! Pensó que aquello era imposible, pensó que simplemente podía estar confundiendo sus sentimientos pero cada vez que veía los ojos del azabache y se encontraba perdido en sus pensamientos un rubor coloraba su rostro.

—Tony, escucha...

—No hables.-interrumpió el azabache

Steve obedeció sin más y cuando se percató de que Tony había estirado su brazo sobre la mesa solamente para alcanzar su mano ese rubor mencionado anteriormente comenzaba a pintar sus mejillas.

—Por qué?-el rubio rompió el silencio

Tony levantó la mirada y la fijó en Steve, arqueó una ceja y acarició la mano del contrario con suavidad.

—Qué?-cuestionó de vuelta el menor

—No he sido la persona más bondadosa contigo desde que nos conocimos.-Steve atrajo su mano hasta así lamentándose un poco por perder el contacto con la mano de Tony-Qué te hace querer invitarme a cenar? Negocios? Una oferta de paz?

—Iremos por la segunda opción.

—Por qué?

—Qué importa?

—Tony.

—Qué quieres? Que alce una bandera blanca? Eso es lo que quieres?

El filántropo tomó la servilleta frente a él, la desdobló bruscamente y la agitó en el aire.

—Juro lealtad y fidelidad a la tregua que estoy a punto de levantar con el capitán paleta!!-gritó

La mitad de gente en el restaurante giro para verlos. Steve, con vergüenza, se encogió de hombros y miró a Tony con una sonrisa ladina. Sonrisa ladina? Ante la vergüenza que estaba pasando? Hasta para él fue extraño pero era cierto, al contrario de otra veces esta pequeña disputa entre el millonario y él era distinta y era...divertida.

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