Capitulo 4 -Su majestad la reina-

49 14 3
                                    

-Arrodíllate -Dice Vi al notar la azul cabellera de la sirena.

Vi pone un brazo encima del hombro de su esposo, y lo empuja hacia abajo, pone una rodilla en la parte de atrás de la pierna de Robert, hace presión, y lo obliga a arrodillarse rápidamente.

-Lamento el comportamiento de mi esposo alteza... -Dijo Vi-. Robert, ¿De donde la conoces?

-La vi por primera vez ayer en este arrollo, venía de la mina cuando ella amenazó con cortarme el cuello, ¿De que me perdí? -Dice Robert desconcertado.

-¡Oooyeee! -Dice Ulissa- ¡Yo solo quería ser amable! Además, solo te dije un dato curioso sobre los ogros y minotauros, ¡Tu fuiste quien se lo tomó a mal y empezó a insultarme!

-¿Acaso de donde vienes no te enseñaron a arrodillarte ante una sirena de cabello azul? -Dice Vi mirando hacia el suelo-. Es el sello de la familia real de las sirenas.

Robert tragó grueso en ese instante, y Ulissa lo miró macabramente.

-Ahora dime, -Dice Ulissa- ¿De quien dudabas ayer que no podía decapitarte por una charla corta?

-De usted alteza -Dijo Robert.

-Eso era justo lo que quería escuchar -Dijo la sirena para si misma-. Pero no me llames alteza aún, mi madre aún no me ha dado mi corona de reina, eso será cuando cumpla los dieciséis años, osea en seis lunas exactamente.

Ulissa estaba cruzada de brazos, sentada sobre la áspera roca en la cual siempre le gustaba posarse y sacó la cola del agua.

Los dioses conceden a las sirenas lo que ellas deseen, algunas piden hijas, otras piden solo buena salud y buenos tiempos para su pueblo, pero esta chica... Ella era lo suficientemente ostentosa como para pedir un par de piernas humanas cada vez que su cola tocaba el suelo, y así le concedieron los dioses.

Su piel azul grisácea se tornó lentamente del color de la arena, un cambio poco usual que, extrañamente, era muy hermoso e increíble de ver al mismo tiempo... Y donde había una cola, lentamente comenzaron a aparecer piernas y dedos.

Como un hada que se transforma en mariposa para pasar desapercibida, Ulissa cambió su forma física a una mas familiar para los humanos que la rodeaban, pero su cabello, azul eléctrico, con destellos color plata rojiza por los reflejos del atardecer, eso si no cambió ni un poco.

Era una joven, de piel blanca y de una increíble figura digna de una princesa.

Fue caminando hacia Robert y Vi, pero tambaleaba dulcemente a cada paso que daba, ya que no estaba muy acostumbrada a usar sus piernas humanas a menudo. Ella lo hacía solo cuando quería escapar de casa, y no volver a saber nada, mas nunca, de su familia. Osea, que siempre lo intentaba... Decía a su madre que no tardaba mucho y que ya volvía, pero se iba a la orilla de la playa, y al estar al aire libre, intentaba ponerse de pie para salir corriendo hacia una nueva vida, pero se caía cada vez que lo intentaba. Ulissa se levantaba del suelo llorando una y otra vez con la esperanza de que, la próxima vez, sus piernas si funcionaran como deberían, pero siempre se terminaba rindiendo y yendo a casa de nuevo.

Estaba desnuda, y de inmediato Vi se levantó a ayudarla a caminar bien hacia donde momentos atrás, estaban ellos dos ahí arrodillados, ahora nada mas quedaba de rodillas Robert.

-¿Podríamos acercarnos a una roca? -Dijo la jovencita.

-Como usted guste princesa -Dijo Vi, y sin mediar mas palabra, la tomó por las delicadas piernas, e intentó vanamente alzarla.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 27, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SemidiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora