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Nunca hace frío en Ignus, pero sin embargo cuando era ya la hora en la que todos debían dormir, apagaban las luces de neón que iluminaban las calles de piedra durante las horas de actividad, ya que en Regnum no hay un astro como el sol que de luz. Entonces si que había un cambio en la temperatura y es mejor usar una capa de lana.

Entonces esta historia comienza cuando eran esas horas de descanso, en las que no había nadie afuera de sus casas. Todo estaba en completa penumbra y por eso era imposible caminar o ver hacia donde te diriges.

Sin embargo hay una capa que susurra al tener contacto con la roca del piso, y no se puede distinguir con exactitud la figura gracias a la oscuridad envolvente, pero hay algo ahí.
Es de esos momentos en los que no puedes ver pero sientes la presencia de otro ser, de otra almo que está pidiendo continuo auxilio.

No se puede saber aún con exactitud que es exactamente eso que está merodeando por ahí, lo que si sabemos es que está rompiendo las reglas. Cualquiera que salga después de la hora asignada es castigado a pena de muerte: seguramente un común castigo por quebrantar las reglas. Lo más probable es que lo que sea que esté andando a estas horas, definitivamente no tiene miedo a morir... o es qué tal vez ya está demasiado cansado de todo y da igual si está vivo o muerto.

De pronto el sonido que producía la capa desaparece por completo, se ha detenido. El sonido de tela teniendo contacto con algo más de hace presente, y de pronto una pequeña llama color rojo vivo ilumina la oscuridad y lo podemos ver todo.

Podemos ver a la joven palpando un muro que parecía ser infinito como si estuviera buscando una salida de todo eso que la estaba rodeando, el fuego era inútil, el muro parecía ser inmune a todo.

La atmósfera era estresante, cualquier persona que no pudiera dormir esa noche podría mirar por la ventana y a consecuencia verla a ella, prender una llama en medio de todo es peligroso, te pueden descubrir en cualquier momento, pero es que la oscuridad es demasiado negra y una llama, por lo más pequeña que fuera, traía una calidad radiante. Traía esperanza, aunque en ese lugar nadie sentía absolutamente nada, y eran pocos los que podían sonreír verdaderamente desde lo más profundo del alma.

Esa es la razón por la cual las probabilidades de sentir amor verdadero hacia alguna persona son demasiado bajas.

Ella intentó todo lo que se le ocurrió en ese momento, pateó el muro, trató de escalarlo pero se cayó y le produjo una dolorosa herida en su brazo.

Lo volvió a intentar, perdió la cuenta de cuántas veces había tratado de escalar el muro.
Sudaba del esfuerzo y cada vez estaba más harta de intentar cuando sabía que no lo lograría: por esa razón el muro estaba ahí.

Sin embargo había algo, una fuerza invisible que provocaba que lo volviera a intentar una y otra vez, aunque estuviera agotada.
Probablemente eso solamente estaba en su conciencia, pero sentía que alguien, alguien detrás de ese muro la estaba esperando. La idea la atormentaba y la llenaba de curiosidad, y esa era la razón por la que cada vez que apagaban las antorchas, ella en vez de dormir iba a intentar escalar el muro.

De pronto todo se volvió de un negro intenso, y no fue porque la llama que ella misma había producido con su mano se hubiera apagado...



~•~



Ella aún estaba inconsciente cuando alguien abrió con un golpe la puerta de su habitación. La chica que había entrado la sacudió de una manera demasiado brusca hasta que consiguió que soltara un ligero gemido, era poco pero sin embargo demostraba que aún estaba con vida.

BellatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora