Cabellos Plateados

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Una chica se haya llorando sola y en completa oscuridad, dudando para sí si había actuado correctamente. Su llanto duró siglos, pero ella sorprendentemente no envejecía. Esto llamó la atención de la muerte que al verla quedó fascinado, su majestuoso cabello rubio, casi plateado, reflejaba en la luz de la luna un brillo hipnótico, cuando su pelo caía en su rostro a causa del llanto, parecía como si un suave velo la cubriera. Su piel era pálida y su cara, era la más bella que la muerte había visto, tan hermosa y finamente cincelada como la cara de una virgen del mármol más fino, poseía unos ojos azules en los que uno podía quedarse navegando pues eran tan bellos como la inmensidad del mar pero siempre se hayaban compungidos. Ver a esa mujer era un espectaculo sublime y a la vez melancólico, ya que su llanto destrozaba el corazón de hasta él más frío de los hombres.
La muerte fascinado quiso hacerla suya, su propio tesoro donde los hombres la adorarían por la eternidad. Se acercó a ella y apoyó su mano esquelética en su hombro. La chica se sobresaltó al sentir aquella fría mano pero al levantar la cara y observar a la muerte, dejó de llorar y quedó asombrada por su peculiar visitante. Hubo un largo silencio entre ambos mientras la muerte no podía parar de admirarla, era realmente hermosa. Sus pechos aunque pequeños tenían una bella forma bajo su blusa blanca; y sus caderas, delgadas, daban a su falda negra una angularidad sensual y pronunciada. La muerte extendió su mano para levantarla del suelo, ella se irguió.

-Ayudame, liberame de este tormento que me acosa -imploró- su voz era suave-.

-Lo haré - dijo la muerte- pero para ser mía y liberarte debés morir.

-¡No! -protestó ella- su voz enmudeció con el dolor.

-Seguir viviendo así solo te hará miserable, más de lo que ya eres.

Ella quedó confundida.

-Es el destino de todos los mortales -dijo la muerte- si me dejas matarte ¡te convertirás en mi más preciado tesoro y los vivos te adorarán eternamente!

-¿No habrá dolor al morir ?- preguntó la chica con una voz quebradiza.

-Sin dolor, entrégate a mí y moriras sin dolor.

-Lo prometes ?

-Lo prometo- respondió la muerte.

Y la chica se acercó al cuerpo de la muerte, lo abrazó, apoyó sus manos esqueléticas en su blusa y tiró de ella hasta romperla. Repitió el proceso con su falda hasta dejarla completamente desnuda. Cuando sus pechos desnudos tocaron el frío torso de la muerte su espalda se arqueó, ella mordía sus labios con recelo y de vez en cuando soltaba un suspiro sagaz. La muerte posó sus manos sobre las nalgas desnudas de la chica mientras la levantaba suavemente, el cabello plateado de ella acariciaba el cuerpo de la muerte con delicadeza. La atmósfera entre ellos era sensual e íntima. La chica empezó a temblar, no sabía que ocurría, abrazó fuerte a la muerte esperando que pudiera calmar su mal, pero está se limitaba a observarla, la chica cayó desmayada, la muerte se recosto en el suelo, acariciaba a la chica mientras inspeccionaba los finos rasgos de su ser; su cuello tan atractivo como sus pequeñas nalgas o la piel impecable de sus largos muslos. Apoyó a la chica en el suelo y se irguió. Sólo la respiración de la chica se escuchaba en aquella reinante oscuridad. Y luego también dejó de oírse.

La muerte la había convertido en su más preciado premio..

La muerte la había convertido en su más preciado premio

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