En una gran carpa de circo un hombre se hallaba con los brazos extendidos frente a una estatua enorme de un hombre con una cabeza de cabra, en sus manos antorchas ardientes iluminaban a la esbelta obra de arte en piedra. El público sentado alrededor observaba atentamente como el hombre posaba las antorchas a los lados de la estatua y se volteaba hacia ellos; el público esperaba con cierto misterio su actuación. Una cabeza de 3 rostros parecía cumplir la función de máscara, pero ¿realmente lo era ?, Su cuerpo se hayaba escondido debajo de una larga túnica dejando ver solo sus pies y sus brazos. Al posar las antorchas se arrodillo frente a la estatua y hablando en un idioma en el que me veo incapaz de describir o siquiera explicar por su ambigüedad. Levanta la cabeza y observa a la estatua fijamente esperando algo que nunca sucedió, por su lenguaje corporal podía resaltarse su indignación ante ésto, por lo que se levantó y llamo con la mano a uno de los payasos que lo acompañaban, éste se acercó dudando de lo que pasaría y con una preocupación que se reflejaba en su rostro. El hombre tomó a su compañero, lo acostó frente a la gran estatua; rasgó un pedazo de su túnica para poder tapar los ojos de su ayudante y sin dudarlo un instante empezó a golpearlo sin cesar, la sangre salpicaba la estatua y los ojos de ésta se encendían en un rojo radiante. El público estaba riendo por la graciosa forma en la que el payaso era golpeado y pedía auxilio mientras se ahogaba con su propia sangre y poco a poco dejaba de moverse hasta finalmente quedar tieso. El hombre arrancó los ojos del payaso y arrojó un al público, éstos se exasperaba por recogerlo y guardarlo para sí, el otro lo posó en la mano de la estatua, la estatua se movió y sorprendente cobraba vida, primero dió unos lentos pasos y luego corrió por toda la arena de la carpa deteniéndose de vez en cuando para observar al público, éste fascinado por tan increíble acto, aplaudía y celebraba mientras el hombre hacía una reverencia ante los halagos del público. El domador gritó y la estatua se acercó a él; La diferencia de tamaño era enorme, pero en este acto él domaba a la bestia de piedra, por lo que con un ademán está se arrodillo ante él e inclinó su cabeza en una señal de sumisión. El domador levantó su mano y trajeron un pequeño cordero bebé, su ternura era increíble, su pelo era limpio y sedoso. Lo posó enfrente de la estatua y está nuevamente se acercó lentamente pero cuando estuvo lo suficientemente cerca lo aplastó dejando solo un charco de sangre en el suelo y resto de lo que alguna vez fue un cordero en su pata. La gente nuevamente aplaudió y con más exaltación que antes, la estatua era realmente increíble. El domador hizo sentarse a la estatua y llamó a un hombre de aquel público tan ferviente para que se ponga junto a él. Luego se acercó a la estatua y susurró cosas en su oído ésta dibujó un gran pentagrama alrededor del hombre con la sangre del cordero y mientras aquel sujeto se desvestía, llamó a más hombres y mujeres del público, una vez todos desnudos, hicieron un círculo alrededor del hombre y empezaron a lamer cada parte de su cuerpo, sus piernas, torso, testículos, pezones, cada parte de él era lamida y acariciada por hombres y mujeres. El hombre disfrutaba en un silencio vergonzoso aunque algunos gemidos escapaban de su control, todos bañados en distintos fluidos corporales bebían de otras bocas y se excitaban por la tarea que se les había asignado, pues el domador no era otro que Asmodeo, el demonio de la lujuria.
El domador se giró hacía el público y empezó a hablarles.-Esta es nuestra rebelión ante aquél Dios omnipotente que solo da ordenes y rige sobre nuestros actos. Nosotros excitaremos al Nazareno para que se masturbe en su cruz, haremos que pierda su pureza mediante el pecado, que se autodestruya mediante el placer.
Las personas que se hayaban lamiendo al hombre en el centro del pentágono empezaron a practicarle todo el tipo de sexo que se les ocurría, hombres le practicaban sexo anal y terminaban dentro de él mientras mujeres le practicaban felaciones y lamían su cuerpo impuro, adicto al pecado.
-Los propios Ángeles, fervientes seguidores del Todopoderoso se entregarán al placer y disfrutarán entre ellos, las llamas del pecado bañarán sus cuerpos desnudos mientras las sodomizacion se hace presente. Jehová quiso instaurarnos el miedo tras la destrucción de Sodoma y Gomorra solo porque consideraba indebidos nuestros actos, ¿y quién es él, para decidir eso ?
El público avalaba cada palabra del domador. La estatua que se había quedado sentada y presenciado aquellos actos se levantó y arremetió sobre los hombres y mujeres que practicaban sexo en el pentagrama, matando a cada uno y llenando cada rincón del círculo con la sangre esparcida.
-Ellos, desde un primer momento fueron el sacrificio necesario para mí acto, solo debía esperar. Ahora sus almas vivirán en el pecado eterno.
La estatua detrás del domador empezó a quebrarse, poco a poco pedazos de ésta se caían hasta que finalmente reveló su verdadera forma, una cruz invertida y en ella un Cristo de piedra a su vez, invertido. En su cara perfectamente tallada se notaba el pánico y el miedo.
El público aplaudió y alabó el final de la obra de una manera eufórica mientras el domador se retiraba lentamente del lugar.