El maniquí

15 1 0
                                    

El frío viento del invierno movía con violencia las hojas de los árboles y una lluvia torrencial caía a lo largo de la ciudad, nadie circulaba por ella además de los apurados automovilistas que ansiaban refugiarse en su cálido techo. Pero entre ése deprimente paisaje podía vislumbrarse un hombre corriendo ferozmente por las húmedas calles, en su cara se hallaba marcado el miedo y la incertidumbre.
 
5 minutos antes: Víctor se encontraba descansando después de una larga jornada de trabajo hasta que el teléfono sonó y oyó al otro lado como su novia suplicaba con voz temblorosa y entre llantos que viniera a su apartamento, alguien había entrado y ella temerosa se había encerrado en su habitación, le dijo que la policía se encontraba en camino pero que el intruso había advertido de su presencia y estaba buscándola. Víctor no lo pensó un segundo y entre el pánico salió a la calle en su ayuda con una polvorienta Magnum 44 escondida en su bolsillo. Cientos de aterradores escenarios se creaban en su mente. 
Al llegar vio como las patrullas estaban estacionadas en la entrada del edificio, subió los escalones de 3 en 3 para acabar viendo la espalda de un policía en la puerta. Al explicarle la situación le cedió el paso y fue rápidamente hacia la habitación solo para observar el cuerpo de la que alguna vez fue su amada en un charco de sangre, el rojo carmesí manchaba su pequeño y roto vestido de dormir. Robo y asesinato dictaron los policías en su informe. Días después Víctor volvió a aquél apartamento, la mancha seguía en la alfombra como si estuviera burlándose de su miseria. Se recostó en la cama y lloró por horas, abrazando la almohada deseando que por solo un segundo se convirtiera en su amada, en aquella que hizo sus días felices durante tanto tiempo y que hoy solo vivía en sus recuerdos. Una nostalgia inmensa poseyó su piel. Cerró los ojos deseando que todo sea un sueño y cuando los volvió a abrir pudo observar durante un segundo en aquel viejo maniquí que reposaba sobre una esquina a aquella mujer que amo, dónde probaba los vestidos que llamaban la atención de todos quienes la observaban, quedaban maravillados por su cuerpo de princesa. Su mente revivía los recuerdos de lo que alguna vez fue, el ir y venir indeciso de ella tratando de elegir cuál usar para lucir coqueta y su risa cuando él le respondía lo preciosa que se veía con todos y cada uno de ellos. Pero ése recuerdo nostálgico iba desapareciendo rápidamente y la habitación que había estado invadida por la luz y la alegría ficticias de su mente, volvía a la oscura realidad. Él se hallaba solo con el maniquí y la penumbra como acompañantes, era un hombre roto al que le habían arrebatado su razón de vivir y en aquella alma ya no existían más pasiones o esperanzas, su estrella favorita se perdió y con ella el deseo de verla sonreír otra vez, de una nueva caricia, de apreciarla disfrutando de un nuevo día o el brillo de sus ojos. 

Un año después, su vida había pasado a tonos grises pues el mundo lo había golpeado con fiereza, y ahora se encontraba vacío y sin fuerzas. El alcohol se había convertido en su elixir sagrado, siempre que vaciaba su botella podía volver a verla, pero él lo sabía, no sentiría de nuevo el calor de su piel. El dolor había anidado en su corazón y nunca lo abandonaría a menos que hiciera aquello, era la única forma de verla, de estar para siempre juntos como antaño. Tomó la misma arma de aquél fatídico día, besó la foto de su amada y rezó a pesar de no creer en Dios. 
Un cuerpo yacía inerte en el suelo, el cielo se tiñó de gris y una lluvia torrencial empezó a caer, ése día la muerte festejó el aniversario arrebatando otra vida.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuentos de la MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora