Julieta odia tres cosas en su vida:
-las peleas.
-los vicios.
-los tatuajes.
Ya que esas tres cosas la llevaron hasta donde está, en un maldito departamento en un pueblo perdido en el mapa. Con su madre internada en un maldito psiquiatra, su padre en prisión y ella…ella ocupada cuidando a sus tres hermanos menores y a su inestable y drogadicto hermano mayor.
Julieta ahora la chica nueva en el pueblo fantasma estará intentado no llamar la atención, no quería ser parte de ese mundo, ella solo quería pasar su último año como si jamás hubiera estado allí. Ella quería graduarse para conseguir un trabajo y poder darles una vida plena a sus hermanos. Ella no quería involucrarse con nadie que le pudiere hacer daño y por eso mismo ella evito a Romeo.
Romeo ama tres cosas:
-el dinero.
-las chicas.
-las peleas.
Su cuerpo era un ejemplo claro de que podía conseguir todo ello, su cuerpo escupido por los dioses, su rostro tallado por ángeles, sus ojos pintados de un azul profundo pro el mismo da vinci, era lo que le permitía conseguir todo lo que quisiera, y a eso súmale su ególatra, narcisista y prepotente personalidad, le permitía conseguir todo en lo que deseara en ese pueblecillo de mierda.
Romeo vivía con su hermanita de seis años, una chiquilla alegre y dulce, ella era la luz de sus ojos. Era lo único que le importaba en su vida de mierda y era lo único que no se permitiría perder. Por eso mismo nadie conocía la existencia de la niña. El la mantenía con niñeras evitando así que la gente se entera de quien era familia. Romeo sabía que si enteraban de los lazos de ambos, las personas por las que pasaba tan a menudo por enzima, la internaran lastimar, y eso, no lo permitiría.
Romeo tenía muchos demonios asechándolo, los problemas por la venta de drogas, por las pelas clandestinas en pueblos cercanos y el hecho que era un mujeriego; Lo cual jamás cambiaria, ya que para él la mujer perfecta –o amenos la que el quería- no existía.
El odiaba la preparatoria, no miraba el momento en que por fin se graduara y se pudiera ir de aquel pueblo perdido en el mapa del infierno –porque eso sí, sabana grande era un pueblo con un temperatura casi igual a la de la cocina del diablo-
Romeo intentaba por todos sus medios hablar con perdedores que querían aprovechar su grandeza con solo hablarle, eran molesto esos parásitos sociales, por eso mismo él no hablaba a menos que fuera estrictamente necesario. El usualmente mantenía con gente a su alrededor y por lo general los ignoraba, a menos que fueran chicas; chicas sexys. Eso era lo único bueno en aquel lugar, las chicas, las culas estaba gustosos en tirarse a sus pies y ladrar para obtener aunque sea una pisca de su atención. Ninguna chica en ese pueblo se resistía a él, ninguna. Pero el solo las veía por su cuerpo y nada más, por eso mismo el jamás esperaba encontrar la chica perfecta de su vida y mucho menos en ese pueblecillo, hasta que encontró a Julieta, a su Julieta.
Ella era perfecta, ella era su perfecta. Y aunque ella se resistiera –más bien, ni lo notara- a sus encantos, el, la aria suya… para siempre.
Pero antes de eso, el tendrá que mirar más allá de lo que ella dejara ver, el tendrá que entender que si para el ella es su diosa, para ella el su demonio.