Pov Julieta.
-entonces…-continuo después de haber tomado el pedido de un cliente, romeo se quedó un rato en silencio, dios que estúpido nombre. No le pega para nada- ¿cogemos?- me cuestiono con cara de perrito. Le alzo una ceja y lo miro como si le hubiera salido un brazo en la frente.
-no- le respondo cortante haciendo una malteada. Este bufo.
-o vamos, cojamos y ya- dijo con cansancio. Negué con la cabeza sonriendo. Por alguna razón la franqueza y simpleza de este ‘romeo’ me daba mucha gracia. Aparte de que por alguna extraña razón su nombré me da la sensación de conocerlo hace años, y que esa misma conversación la habíamos tenido miles de veces.
Voltee los ojos y servir la malteada en un vaso, la lleve hasta el comensal, un chico de cabellos castaños. Este me sonrió y cuando di la vuelta sentí una mano en mi trasero.
Voltee la cabeza y mire hacia abajo, había una mano apretando mi trasero. Mire al responsable y era el mismo que le había acabado de servir la malteada. Este me sonrió y apretó más mi trasero.
O vamos que tiene la gente con mi culo. Le alce una ceja y lo mire con cara de ‘que puta mierda haces’
-se te perdió algo…!en mi trasero!- le dije sarcástica este negó con la cabeza- oh ya veo, entonces, cariño mido por que no la quietas de allí antes de que pierdas algo, como tus dientes- le dije amenazadoramente y con una sonrisa de ‘suéltame o te mato’ pero el no retiro la mano.
Joder, odio cuando este tipo de copas me pasa. Es más, pensé que ya dejarían pasar cuando comencé a utilizar la ropa de mis hermanos. Ya que oseaaa… quien putas le coge el trasero a una imitación de la niña del aro con ropa vieja y desteñida ¡¿quién?!
-o vamos, precisa ven a jugar un rato con migo- me dijo empalagoso lo fulmine con la mirada y alce mi mano para estrellarla contra su rostro. Pero antes de que hiciera el glorioso contacto de mi puño contra su rostro –y e de informa que aun tenía su asquerosa mano en mi trasero- alguien lo había golpeo, haciendo que un chorro de sangre salpicara la mesa. El chico cayó al suelo y toándose la nariz con la mano, miro hacia arriba abrió los ojos como paltos.
Dirigió mi mirada estañada al responsable de tal golpe. Allí estaba Romeo, con los ojos oscuros por la ¿ira? no sé. Estaba con la mirada gélida mirando al chico castaño.
-largo y con cuidado con lo que tocas- dijo sin alguna emoción. El chico castaño salió despavorido del local. No lo vi cuando salió, ya que mis ojos seguían admirando el hermoso y esculpido rostro de romeo. Se veía furioso. El después de unos minutos dirigió su mirada a mí, y en menos de un nanosegundo sus ojos pasaron de ira a preocupación- ¿estás bien?- cuestiono, asiento lentamente. Aun no entiendo que carajos pasó. El suspiro pesadamente- no te toco nada mas-fruncí el señor y negué nuevamente con la cabeza, algo extrañada. Lo vi soltar el aire, como si lo hubiera aprisionado por días. Pasó sus manos por su cabello y me dio la espalda. Lo vi desaparecer por los servicios.
Me quede mirado por donde desapareció. La cafetería estaba desolada. Mire la mesa y el piso lleno de sangre. Tome un trapo y un trapero y limpie todo aquello.
Aun estaba algo desconcertada de el por qué Romeo golpeo a ese chico. Pero una así me dio igual, el con sus problema y yo con los míos. Aparte ya estoy acostumbrada a los arrebatos de ira de los hombres, seres extraños y volubles.
Cuando Romeo se dignó salir del baño ni me miro, solo tomo su chaqueta sacos unos billetes de su billetera pago y comenzó a salir del lugar.
-¡se defenderme sola!- le dije desinteresada- podía manejarlo, así que ni pienses que te debo algo por ello- le informe sentándome en una butaca. Este alzo los hombros y aun dándome la espalda siguió su camino. Lo vi por los ventanales montarse en su moto y salir a toda velocidad.