Siempre me ha gustado terminar las historias de esa forma.
«Jack llegó a casa cansado, se acostó y murió. Fin».
Todo queda bien atado.
Pero es broma, no morí, no realmente.
Cuando el animal disparó no lo hizo para darle de verdad a Judy, por lo que al yo empujarla para protegerla no recibí impacto alguno, sólo un susto de muerte. La bala pasó tan cerca de mi oreja que podría jurar que sentí el calor quemándome unos vellos, aunque por suerte no pasó de allí.
Me gustaría decirte que mis grandes dotes de policía hicieron que una vez Zanahorias y yo caímos al suelo, me levanté, cargué contra el animal, lo desarmé y lo arresté; no en cambio que cuando caí sobre Zanahorias ella me dio un codazo en toda la mandíbula, dejándome en el suelo gimiendo del dolor como un cachorro, ni que cuando ella se puso de pie con el arma tranquilizante en alto, el animal se había dado a la fuga.
Cuando el dolor en mi boca se redujo de un dolor demoníaco a un dolor más sordo, parpadeé varias veces para acostumbrarme, obligando a pura fuerza de voluntad que las lágrimas que se me estaban formando entraran de nuevo en los lagrimales, tomé la pistola tranquilizante que se me había caído y me puse de pie, mirando hacia donde Pelusa veía.
—Se nos fue —dije, con un tono adolorido, sosteniéndome la boca. Tengo un talento para denotar las cosas que hasta yo me sorprendo.
Judy asintió viendo el horizonte, como un perro de caza que tratase de invocar a su objetivo con pura fuerza de voluntad. Abrió los labios para decir algo, pero el sonido de la radio en su cinturón ahogó sus palabras.
—¡Hopps, Wilde! —Era Bogo, con su típica voz molesta—. ¡Tenemos reportes de disparos en Acorn Heights; el localizador de la patrulla indica que están cerca, vayan al lugar!
Judy tomó su radio, encendió el comunicador y habló luego del chillido de la estática.
—Jefe, estamos en el lugar.
Más estática.
—Informe.
Estática.
—Confirmamos los disparos, en la casa... —Se volvió hacia mí y me hizo un gesto con la cabeza, señalándome la casa.
¡Oh, la casa; el número! Agudicé la mirada entrecerrando los ojos. El número en la puerta era un nueve.
—Nueve, Zanahorias —le susurré.
—La casa número nueve de la calle principal, jefe Bogo —siguió ella, dándome una semisonrisa—. Sospechoso del tamaño de un jaguar o un león, un lobo o tal vez un cheeta, pero por su forma de correr es un depredador sin duda. Cambio.
Estática. Bogo dio un suspiro tan largo que temí que saliera por la radio asomando la cabeza y gritándonos que como castigo por perder a un homicida estaríamos dos semanas en Informes. Si eso ocurría empezaría a considerar suicidarme contándoles a los padres de Pelusa sobre lo nuestro, esa perspectiva era más sana que pasar tanto en Informes.
—Investiguen la escena —dijo Bogo— y luego vuelvan a la jefatura. En caso de necesitar algo pídanlo con Garraza; estoy discutiendo unos asuntos con Leonzález. Cambio y fuera.
La comunicación se cortó con un último sonido de estática y Judy se quedó mirando la radio, frunciendo los labios. Me acerqué a su lado y me agaché un poco para darle un toque en la nariz, presionándosela un poco con la almohadilla de mi pata; esquivé el golpe reflejo que eso ocasionaba en ella y sonreí.
—¿Entramos a ver qué pasó? —Señalé con la cabeza la casa, quería cambiar su foco de atención lo más rápido posible. Si conocía bien a Judy, y lo hacía, se estaría reprendiendo a sí misma por haber permitido que el animal huyese.
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Othala
FanfictionHabiendo pasado un año desde los acontecimientos anteriores, el caso de los Aulladores es tan sólo un recuerdo lejano, cuando ambos se topan con un animal armado que escapa de una de las casas más acaudaladas de la ciudad. Sujeto que descubren es un...