El lunes, al llegar a la jefatura a primera hora, Pelusa y yo nos fuimos como torpedos haciaInformes para descifrar los archivos que llegaron a mi teléfono sobrelos cuatro lobos muertos, no sin antes ajustarnos las chaquetas que agarramos al pasar por mi departamento. Serpenteamos por Informes, atisbé a unos colegas como Lobato y Higgins, pero estaba buscando a una loba en específico, una que encontré en el mismo cubículo de siempre, fresca como ninguna.
Nirr nos saludó a ambos ondeando la pata, esta vez con un look más formal: falda ajustada negra un palmo más arriba de las rodillas, camisa de botones blanca, corbata roja y chaqueta de esmoquin negra. Ejecutiva, vamos. Todo aquel negro en ella hacía resaltar su blanco pelaje cual nieve y sus ojos verde esmeralda. Fuimos con ella.
—Hola, muchachos —nos saludó—, ¿qué tal?
—Necesitamos que nos ayudes en algo —dije a modo de saludo y le mostré mi móvil—, ¿tienes idea de si puedes desencriptar estos archivos?
Nirr tomó mi celular e intentó abrirlos. Inútil, ya lo había intentado yo, pero sabía, o mejor dicho intuía, que Munin me los había mandado con una encriptación que de segurosólo podía abrirse con un programa en la base policíaca. De esa forma ella recuperaría los archivos, de alguna forma.
Cuando Nirr desistió, abrió su escritorio y sacó un cable USB que usó para conectar mi móvil a la computadora. Tecleó como una posesa y logró en pocos minutos abrir los archivos en las cuatro carpetas.
Los lobos se llamaban Erick Jhonson, Julio Sánchez, Gabriel Provenza y Harold Swanson. Los cuatro lobos estaban libres de antecedentes para mi sorpresa, y poseían cuentas en el Banco Central de Zootopia. Eran una especie de matones a sueldo, cumpliendo cualquier encargo por una cuantiosa suma de dinero, pero durante los últimes años sus cuentas no tenían movimiento de ingreso alguno. «Así que le pusieron un alto a sus trabajos, ¿pero por qué?»
De alguna manera inexplicable, Munin había logrado rastrear la IP de la computadora donde se entró por última vez a la cuenta de uno de los lobos, Erick, y con algún programa o virus se adentró en esta e hizo una copia de los archivos. Nirr empezó a clasificar todo lo que había en grupos, limpiando mucho. Al final, nos topamos con una especie de cronología de hechos.
—Vaya —dijo la loba con sorpresa en la voz—, esto es intenso.
Y vaya que lo era, se trataba de una lista de encargos realizados.
—Dos muertos para un tal Pie Zambo —nombró Judy—, un secuestro para Jorobado, intimidaciones y palizas para Pescado, Stomper, Dedo Veloz, Destello, Papá Noel y Yuyu. ¡Oh, dulces galletas con queso —exclamó con un susurro—, miren quién es Papá Gato!
No estaba viendo eso en específico, pero al buscarlo, alcé las cejas por la sorpresa.
—¿Leonzález les pagó para intimidar o golpear a alguien? —murmuré. Me volví hacia Judy—. Pelusa, ¿sabes lo que esto significa?
—Venganza. Tenemos un móvil.
—Sobre todo por esto. —Me incliné sobre la pantalla y apunté un alias que, casualmente, estaba identificado—. Nuestros lobos mataron a un animal, no sabemos quien, para La Estirada. ¿Puedes leer el nombre, Zanahorias?
Judy frunció los labios, tan parecida a Stu que era inquietante.
—Natalie Jane —Exhaló y se centró—. Esto lo confirma estamos ante una venganza. Tal vez el animal que ella mandó amatar hizo enojar a alguien, y ese alguien es nuestro asesino fanático de la mitología nórdica. El punto es, ¿quién?
—Creo que la clave de todo está en Natalie Jane —comenté—. En su vida, su pasado. Tenemos que hablar con Bogo para que nos consiga una orden de cateo para con Aleh, la hija. Ella podrá hablarnos mejor.
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Othala
FanfictionHabiendo pasado un año desde los acontecimientos anteriores, el caso de los Aulladores es tan sólo un recuerdo lejano, cuando ambos se topan con un animal armado que escapa de una de las casas más acaudaladas de la ciudad. Sujeto que descubren es un...