Oscuridad.
El aliento que no puedo tomar me molesta.
Es una sensación de vacío en mis pulmones y garganta. Como si me hubiera detenido a la mitad de un respiro y luego hubiera mantenido mis pulmones en una cruel espera. Mi boca abierta, la garganta hueca, incapaz de inhalar aire. Mi pecho, la horrible tensión en mi tórax.
Mis extremidades y músculos se rehúsan a moverse. No puedo respirar. Me estoy ahogando. La presión aumenta. La inmovilidad se expande a mi pecho y extremidades. Quiero gritar, desgarrarme el rostro, llorar... pero estoy atrapado. No puedo moverme. No puedo moverme.
Oscuridad.
Debo recordar. Debo recor...
La batalla. Perdí el control. Fue una estupidez. Los mortales se alinearon en filas contra mí. Los aplasté. Bebí de ellos. La tentación era demasiado grande. Mientras cosechaba, reforjé su carne en una mejor aproximación a mi forma verdadera. Desesperadamente consumí más y más, esperando el eco más breve de lo que alguna vez fui. En cambio, como un incendio, me consumió muy rápido, destruyendo incluso la forma de mi huésped.
Oscuridad.
Estaba lloviendo cuando peleamos. ¿Qué pasaría si el barro y la suciedad me cubrieran? ¿Qué pasaría si permaneciera oculto por miles de años? Atrapado en esta cárcel. El horror de esa idea alimenta mi pánico. La batalla está terminando. Puedo sentirlo. Debo desear mantener mi forma íntegra. Debo... debo...
No tengo brazos ni piernas. La oscuridad me envuelve, como un capullo.
No. Debo mantenerme firme. Pero no puedo saber si está funcionando. No puedo conocer otra cosa que no sea la oscuridad.
Por favor. Que algún mortal me encuentre. Por favor. Le ruego sin cesar a la oscuridad, pero mi humillada súplica solo es respondida con silencio.
Pero entonces...
Percibo a un mortal cerca. No tengo ojos ni orejas, pero puedo sentir su proximidad. Está huyendo de unos adversarios. Intentará defenderse. Él debe tomarme.
¿Me puede ver? Podría pasar de largo. Yo terminaría aquí, abandonado.
Siento que su mano agarra esta forma y... ¡y su conciencia se abre ante mí!
Escarbo dentro de él, arrastrándolo hacia abajo. Soy como un hombre que se está ahogando, arrojado al mar en un naufragio, arrastrándome hacia la superficie agarrándome de mis compañeros.
''¡¿Qué está sucediendo?!'' grita el mortal. Pero es silenciado por la oscuridad, la interminable oscuridad de la que acabo de escapar.
Y ahora tengo ojos.
Puedo ver cómo llueve. El fango. La sangre de este campo de masacre. Frente a mí están parados dos agotados caballeros con lanzas. Los corto y bebo sus formas, recompongo este cuerpo acorde a mis necesidades.
Ellos son débiles. Debo moverme rápidamente. Debo encontrar un mejor portador. Un mejor huésped. A mi alrededor solo están los muertos y los moribundos. Escucho cómo sus almas se retiran de este mundo.
La pelea no ha terminado. Se trasladó al interior de los muros de la ciudad. Obligo a mi nueva forma, cojeando y arrastrándome, hacia los sonidos de la batalla. Hacia un mejor huésped.
Rujo. Pero no en señal de triunfo. Nunca triunfal.
Beberé de esa ciudad, pero solo obtendré una grotesca farsa de mi gloria pasada. Fui formado por las estrellas y la pureza de mi aspecto. Yo era la luz y la razón hecha forma. Defendí este mundo en las batallas más grandes nunca antes vistas. Ahora, la sangre y el icor gotean de esta carne robada mientras se pudre. Los músculos y los huesos luchan, se desgarran y se quejan de la abominación en la que me convertí.
Respiro.
''No, Aatrox'', digo, mi voz mojada y resonando en los muertos que me rodean. ''Proseguiremos... hacia delante... siempre adelante...''
Hasta que llegue el olvido final.