Propuesta

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Si bien está comprendido, antes de una gran boda, que es el paso que debes dar en tu vida al encontrar esa "persona especial" es merecido una gran despedida de soltero(a), y en el caso de Sanji Vinsmoke, esto no era ninguna excepción, más con los amigos que lo rodeaban y toda la clase de situaciones en la que lo podían envolver en una actividad como esa. Pero antes de ver este desastre, hay que irnos al principio.

Sanji estaba a punto de casarse con Charlotte Pudding, pero la diferencia de esta historia es, que era algo voluntario, no forzoso. En una de sus aventuras comunes, el rubio conoció a la hija de la Yonkou en una pastelería que poco a poco visitó con frecuencia, hasta lograr ver algo mutuo, viendo la situación del cocinero con ella, los Mugiwara decidieron quedarse un tiempo en Whole Cake y darse un descanso de todo, además, debían estar preparados para futuras batallas.

Y es que la propuesta de matrimonio no había sido de menos. Una noche lluviosa, donde él había preparado su mejor platillo para ella junto con rosas hermosas que eminaban una fragancia agradable con tan solo estar cerca de ellas, seguidamente, se dirigió a su habitación, solo para encontrarse que la puerta no le dejaba acceder. Si, habló.

— ¡No puedes pasar! ♪ Lady Pudding está o-c-u-p-a-d-a.
—  Tch...Solo será un momento.
— No es...¡no! ♪

Harto ya, se retiró de la entrada de su habitación, y recordó que justo en la parte trasera del castillo había un balcón que conducía a la misma, pero terminó mojándose, aunque no le incomodó ni nada, solo se preocupó por ver a su amada.

Lo subió, hasta quedar frente a la ventana que le permitía ver el cuarto de Pudding, y encontrar las luces apagadas, con ella ahí, manteniendo una expresión triste frente a un espejo, examinándose. Le partió el corazón verla así, pero le intrigaba más que le causaba aquello, iba a golpear la ventana cuando la escuchó hablar, sujetándose el rostro.

— No quiero...¡no quiero que me veas como un maldito monstruo, maldita sea! No...no quiero... — se repitió la castaña a si misma una y otra vez, hasta llegar al punto en el que cubrió sus ojos, exceptuando el que tenía en su frente, el cual se hizo visible para el rubio cuando esta agachó levemente el rostro.

Su reacción fue silenciosa, pero de alguna forma estaba sorprendido, ese tercer ojo no quitaba ninguna belleza en ella, al contrario, le hacia especial, y algo estético no quitaría el cariño en ella.

Entró sin más a la habitación, causando susto en la castaña quien recordó que tenía a la vista su complejidad, tenía miedo de que se espantara, estaba tratando de ocultarlo en un intento desesperado.

— ¡S-S-Sanji-san! ¡E-Esto n-! — Cuando menos lo notó, ya estaba en brazos del cocinero en un fuerte abrazo, mientras una mano se mantenía sobre su cabello, dejando que su cabeza reposara en su pectoral, luego de eso, hubo silencio en la sala, pero no para ella, quien escuchaba los latidos del corazón de su pareja.

— Eres perfecta. - Comenzó hablando él, en un intento por calmarla, besó su cabeza, soltando el agarre que tenía para poder verla a los ojos unos momentos, aún conservaba su opinión, era preciosa, pero aún más con el rubor que se marcó en sus mejillas, toda una diosa para él.

Trajo sus obsequios; las rosas y la comida, y se los dió arrodillado, mientras tanto la menor, los recibió encantada, tan detallista y especial, como siempre, nunca se cansaba de ello. Las colocó en la mesa al igual que la comida y luego regresó hacia donde estaba él.

— Pudding chan. — Hizo una corta pausa para poder sujetar su mano y verla, estaba cautivado por su belleza. - No importa lo que creas que eres o como te ves, para mi eres...una diosa.

Pudding contuvo las lágrimas nuevamente, pero no pudo ocultar cuanto más enrojeció su rostro, o la sonrisa que se formó en sus labios, tan sincera como sus sentimientos, ¿finalmente estaban en esa "etapa" de su relación?

— Sanji-san...¿a-acaso tu...?

El blondo no dijo nada, solo se puso de pie, pero aún sujetaba sus manos, ahora con más firmeza.

— Casémonos.

No necesitó un "si" como respuesta, nada más con ver la reacción de la contraria fue suficiente, quién se abalanzó encima y le llenó de besos el rostro hasta ir a terminar a sus labios. Finalmente.

Estaban comprometidos, la boda estaría en camino.

11:43 p.m.
17 minutos, 19 horas y 9 días para la boda.

¿Debemos casarnos? [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora