Último día del quinto año

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Al despertar, noto el agradable olor del desayuno: Huevos fritos con queso y jamón.

El monstruo del hambre que habita en mi estómago ha ganado la guerra del sueño y me obliga a levantarme.

-Buenos días cariño- saluda mi madre.

-¿Qué tal has dormido preciosa?- pregunta mi padre.

-Bien. Voy a desayunar.

-Ya te he preparado el desayuno, he pensado que no tardarías mucho en despertarte.

-Gracias mamá.

-Y no te equivocabas Vicky.

Como con un gusto inexpresable. La yema cubre la clara del huevo y empapa la miga del pan. El intenso sabor salado del jamón es suavizado por el del queso. Y todas esas pinceladas forman un cuadro cuyo olor me hace salivar.

Comer es un placer.

Y solo unos pocos pueden permitirse placeres en esta vida.

Cuando termino lavo los platos y me voy a la aldea. Hoy voy a pasar la mañana con Jhenna.

Jhenna es mi mejor amiga desde que llegué a África hace tres años. Es una chica alta y delgada, negrita de piel (como todos en la aldea, pero de un tono tierra de bosque) de pelo rizado, negro, y resplandeciente, nariz ancha y respingona, ojos almendrados y negros, sonrisa brillante y alegría contagiosa. Guapa y simpática. La amiga perfecta, o al menos para mí.

Llamo a la puerta de su casa, y ella sale a recibirme. Viste una falda larga, vaporosa y de color esneralda, además de una camisa de tirantes corta del mismo color y sandalias marrones. Todo lo que se pone le queda genial.

Escucho un grito masculino desde el interior de la habitación.

-¡Eso! ¡Vete de una puta vez y déjame en paz!

-¡Con mucho gusto gilipollas!- Responde Jhenna, dando un portazo y dedicándome una sonrisa.- Kali se ha enfadado conmigo porque me he negado a hacerle el desayuno.

Kali es el hermano gemelo de Jhenna. El pequeño por un minuto y veintisiete segundos, pero eso no quita que sea rebelde, autoritario y machista, por eso un cabrón. El padre de ambos está en el extranjero, y la madre siempre carraña a Kali por su comportamiento. Esa señora sí que tiene mal genio.

-Me parece muy bien que te reveles.

-Por supuesto. Lo lleva claro ese capullo si se piensa que voy a ser su chacha. Cambiando de tema, hay que aprovechar la última mañana del año. ¿Qué te apetece hacer?

-Pues... Hombre, si por mí fuera iría a pasar el año nuevo a España y así conocería el país.

España es uno de los países que me fascinan y querría conocer.

-Seh Chris, estaría bien pero es un poco difícil así que pide otra cosa.

-Mmm... Ir en busca de leones.

-Sí señor, me encanta tu lado aventurero. Vamos.

No es la primera (ni la última)vez que Jhenna y yo vamos a ver leones. Ambas sentimos un amor incomprensible hacia ellos y los observamos desde la lejanía, ocultas entre las hierbas altas, a una distancia prudencial.

Paseamos por la sabana, disfrutando de la caricia sol, del abrazo del viento y del exótico y memorable paisaje africano.

Nos lleva veinte minutos toparnos con una manada de leonas, unas lavan a sus cachorros, otras, como nosotras, disfrutan del sol y un grupito duerme a la sombra de un árbol. El león dominante permanece también a la sombra del árbol, y observa todo cuanto le rodea. Es un animal de pelaje dorado como el trigo en verano, mirada autoritaria y porte majestuoso.

Bajo la piel del cocodriloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora