Visitante

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Sintió como alguien se acercaba, los pasos de esa persona sonaban cada vez más impacientes. Rápidamente descartó la posibilidad de que se tratase de uno de los guardias que lo vigilaban, o de alguien involucrado con el proyecto. Aunque la enorme puerta de metal le impidiera ver hacia el pasillo, podía sentir el aura tan característico que acompañaba a su ya habitual visitante.

No tardó en escuchar el sonido del panel de control en la puerta de su habitación, y después de unos segundos un chico hacía su aparición, bolsa de plástico en mano, y cerraba la puerta tras de sí.

—Kamukura-kun —el albino dejó la bolsa en la mesa de noche y fue a sentarse junto a él— ¿Me extrañaste?

No vio necesario el responderle, se limitó a mirarlo fijamente; pálido como siempre, frágil, y aún así...

—Fue muy pretencioso de mi parte preguntar eso, ¿verdad? —le sonrió a medias— Ah, como sea.

Lo siguió con la mirada cuando se levantó de la cama y se puso a buscar algo en la bolsa que había llevado consigo, después de unos segundos sacó vendas y un par de envases de plástico.

—¡Bien! —Se acercó de nuevo, debía admitir que sentir el ligero calor del cuerpo ajeno no le molestaba, ni siquiera se inmutó cuando sintió las manos blancas quitar las vendas que rodeaban su cabeza para reemplazarlas con nuevas.

El silencio se rompió con el tenue tarareo de su acompañante y auto nombrado cuidador. Una canción que ya había escuchado de él varias veces en el pasado.

Lo sintió pasar sus dedos por la cicatriz en su frente, con cuidado, lentamente, como si estuviera en un trance. Tenía algo en los ojos, algo que no había visto antes, ¿lástima? No, ya sabía cómo se veía la lástima.

—Nagito Komaeda —habló una vez el albino se apartó de él, éste hizo un sonido para indicarle que le estaba prestando atención— ¿Cuál es la finalidad de esto?

—¿Hm? ¿A qué te refieres?

—Vienes aquí todas las tardes aunque no sea parte de tus obligaciones, compras comida para mí y tratas de entretenerme—sus ojos fueron a posarse en lo que le había traído el chico ese día, mochi, un ápice de interés despertó dentro de él—. No estás relacionado de ninguna forma con el proyecto, tampoco recuerdo haber solicitado tu compañía.

—Qué frío —a pesar de eso, le ofreció una sonrisa—. Sólo quiero asegurarme de que estés cómodo, después de todo... eres la esperanza de este mundo.

Esa era la excusa que siempre ponía, y Kamukura nunca se había molestado en debatirlo aunque supiera que había algo más. Quizás la intriga de saber lo que era lo mantenía entretenido, quizás temía que el albino dejara de visitarlo si se enteraba.
Fuera como fuese, se quedó callado y se dignó a probar algo de lo que el chico le había comprado mientras éste se ocupaba desenredando los nudos en su cabello.

Lo que Komaeda hacía por él era algo sin sentido, innecesario, pero por alguna razón sentía su corazón hundirse un poco cuando pensaba en dejar de recibir sus visitas.


N/A: Hice está deformidad para la kamukoma week en Tumblr uwu
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He's my collar 「KamuKoma」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora