Capítulo cuatro

325 36 5
                                    

Guardó la daga en una especie de cinturón que les había dado Mimi para las armas.

Aparte de esta, llevaba una navaja y una pistola, aunque sin munición.

Les estaba enseñando a utilizarlas, y cada día iban mejorando mucho.

Amaia estaba nerviosa, tenían que irse cuánto antes, pero la tribu los seguiría si no daban alguna explicación.

-Amaia, les decimos que tenemos que ir a cazar a algún lugar.
-No nos van a creer.

Mimi resopló, pues desde que la caja con las cartas y la daga había llegado, Amaia estaba insoportable.

Le había dicho mil excusas para decirle a la tribu, pero para Amaia ninguna era válida.

Oyó la puerta abrirse y vio aparecer a Raoul con el ceño fruncido.

-¿Qué pasa?
-Necesitamos una excusa buena para la tribu, sino nos seguirán.

Amaia le respondió agobiada.

-Pues diles que vais a buscar provisiones a los búnkers.
-¿Qué búnkers?

Mimi frunció el ceño, al igual que lo había hecho Raoul al entrar a la sala.

-¿De dónde crees que sacábamos la comida Aiti y yo?
-Vale, es muy buena excusa, mejor que las mías, ¿te vale?

Amaia miró a Mimi y sonrió.

-Creo que sí, lo anunciaras tú.

Mimi asintió y salió por la puerta, dirigiéndose al descampado junto a Raoul.

Cuando llegaron, allí estaba Aitana, tirando cuchillos a una diana que habían fabricado con madera.

-Vale, Aitana, vas genial, aunque debes levantar un poco más el brazo y flexionar más la rodillas.

Aitana corrigió su postura y la mirada de la rubia se paró en Raoul.

-Saca la daga, vas a necesitar aprender a usarla.

Raoul rápidamente la sacó y la empuñó.

-Vale, debes aprender a defenderte, las dagas son para un combate de cuerpo a cuerpo, sería más fácil si tuvieras las dos, pero bueno, no pasa nada.

Raoul hizo caso a todas las explicaciones que Mimi le daba.

Pensó el miedo que la rubia le había producido nada más llegar, como parecía una persona despiadada, pero llevaban unas dos semanas con ellas y su opinión sobre ella había cambiado.

Era simpática, pero a su manera.

Amaia era un ángel, pero muy agobiante, y lo más curioso era que aunque parecía que Mimi tenía más poder por ser más fuerte, la cabecilla de todos sus planes y la más hábil con trucos y mentiras era Amaia.

~~

Amaia estaba empacando sus pocas cosas cuando alguien comenzó a aporrear la puerta.

Sin miedo, cogió su pistola ya cargada y se acercó a la puerta.

-Chicas, soy Ricky, necesito hablar con vosotras.

Al oír su voz se relajó totalmente y abrió la puerta.

Vio a Ricky pasar con algo entre las manos y vio que era una carta.

¿Él también era un elegido?¿El también era inmune?

-Me ha llegado esto, y no puedo ocultarlo, y, sois las únicas en las que confío plenamente.
-Buah Ricky, vas a tener que esperar a que vengan los demás.

AirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora