Capítulo cinco

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Llevaban caminando todo el día por el bosque, iban bastante cansados, sobre todo porque iban con un paso bastante acelerado .

-Tengo que parar, no puedo más.

Alfred apoyó la espalda en un tronco de un árbol y se sentó en el suelo.

El suelo estaba húmedo, lo más seguro es que hubiera llovido algunas horas atrás.

Cogió un puñado de césped con la mano y cerró los ojos.

-¿Sabéis dónde estamos?

Nerea sacó el mapa y miró lo miró detenidamente.

-En el bosque.

Alfred abrió los ojos y soltó una carcajada.

-Eso ya lo sabía,  ¿cuándo saldremos del bosque?

Miriam, abrió su mochila y sacó una cantimplora con agua, bebió y se la ofreció a los demás.

-Pues tenemos que salir antes de que anochezca.

Alfred se levantó y me dió la cantimplora a Miriam, ya que él había bebido el último.

-Pues sigamos.

Siguieron durante dos horas más, sin parar.

-Chicos, allí está la salida.

Todos miraron hacia donde Nerea apuntaba.

Estaba en lo cierto, pues se veía a unos cuantos metros una salida.

-¿Podemos parar en la playa? Llevo años sin verla y vamos a pasar cerca.

Todos miraron a Alfred y asintieron.

-Realmente han pasado ya cuatro años.

Alfred se acercó a Agoney y le dió la mano.

-Todo va a ir a mejor, míranos, yendo a una ciudad subterránea creada para nosotros.
-Estaríamos mejor si no hubiera pasado nada.

Agoney apretó la mano de Alfred y siguieron caminando rumbo a la ciudad, dónde pararían para el día siguiente ir a la playa.

-Este edificio está bien por fuera, entremos.

Miriam siguió a Nerea al edificio mientras los otros dos vigilaban.

-¿Crees que los dieciséis estaremos vivos?

Nerea se dió la vuelta y la miró.

-Pues claro.
-¿Crees que Mimi y Amaia seguirán vivas?
-Creo que sí, son muy fuertes por separado y juntas aún más, así que sí.
-Me encantaría volver a verlas.
-¿No estás cabreada por lo que te hicieron?

Miriam resopló mientras caminaba por el edificio.

-En parte, todavía las quiero, después de abandonarme y dejarme tirada las sigo queriendo.
-Es normal, fueron ellas las que te llevaron a la ciudad.

Miriam recordó su pasado, como había llegado a la ciudad subterránea gracias a las dos chicas.

Resulta que cuando todo sucedió ella estaba en una discoteca con su novio.

Tenía dieciséis años y estaba bailando más de la mitad de las personas empezaron a caer al suelo.

El primero cuerpo inerte que vió en el suelo fue el de su novio.

Pensó que era un atentado y empezó a gritar y llorar aterrada, hasta que una chica de pelo rubio le agarró la cara y la sacó de la discoteca.

La chica tenía una pinta bastante macarra, pero sus ojos le transmitían mucha tranquilidad.

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