Capitulo seis

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-¿Agoney?

Agoney miró al chico confuso.

-¿Raoul?

El canario miro al rubio y le dedicó una gran sonrisa.

-¡Aitana!

Nerea salió en busca de la chica y le abrazó.

-¿Sois inmunes también? Me hubiera esperado cualquier cosa pero no a vosotros.

Agoney miró otra vez a Raoul, que acababa de hablar.

-¿Decepcionado?
-No, no, para nada.

De un momento a otro el rubio estaba rojo de vergüenza y el canario riéndose.

-Hola, soy Alfred, ¿os conocéis?
-Son los salvajes de los que te hablé.
-¿Salvajes? No fui yo quien te atacó.
-Es una forma de hablar, no te ofendas.

Parecía que todos estaban contentos, hasta que Mimi, Amaia y Miriam se vieron.

-No puede ser.

La gallega se había quedado blanca y no podía creerselo.

-¿Mimi?

Mimi giró la cara y se encontró a Agoney, que acabó dándole un abrazo.

-Dios Ago, has cambiado mucho.

Esa última en hablar fue Amaia, que tenía lágrimas en los ojos.

Miriam salió del búnker sola, no quería verlas.

Ya eran catorce, faltaban dos.

Agoney recorrió toda la casa y se encontró la puerta con el símbolo de interrogación.

-¿Qué habrá dentro?

Agoney se dió la vuelta y vió al rubio.

-No tengo ni idea.

Se giro y fue hacia las habitaciones, había 8 con dos camas cada una.

Entró en una y dejó sus cosas, estaba bastante cansado pero no tenía sueño.

-¿Puedo ser tu compañero de habitación?

El canario sonrió al catalán.

-Pues claro.

Alfred se acercó y le dió un abrazo.

-A partir de ahora todo va a salir bien, lo sé.

~

Raoul había dejado sus cosas en una habitación que compartiría con Aitana.

-Voy a salir a la superficie, si necesitas algo me llamas por el Walkie.

Si, tenía un Walkie, los habían encontrado por el camino y se los habían quedado.

Al salir, Raoul vió a una de las chicas que iba con Agoney.

-¿Estás bien?
-Si.
-Me llamo Raoul.

La chica le sonrió y le tendió la mano.

-Soy Miriam.
-¿Conoces a Mimi y Amaia? Te he visto salir en cuanto las has visto.

La chica le lanzó una mirada triste.

-Eramos inseparables, hasta que me abandonaron.
-Joder, deberías hablarlo con ellas.
-No hace falta, deberíamos entrar.

Estaban a punto de andar hacia la entrada cuando un chico agarró a Raoul del cuello.

-¿Quiénes coño sois?¿Qué hacéis aquí?
-Cepeda sueltalo.

Raoul, cabreado, aplicó una de las llaves que Mimi le había enseñado y lo dejó en el suelo, quejándose del dolor.

-Creo que deberías respónderme tu a mi.
-Somos de los inmunes.

Raoul soltó al chico y los acompañó a la entrada del búnker.

-Lo que has hecho ha sido espectacular.

Raoul se puso rojo debido al comentario de Miriam.

-Me lo enseñó Mimi.
-Lo he notado.

Ambos entraron y el búnker estaba completo.

Dieciséis personas con un mismo destino, o eso creían.

Estuvieron varias horas juntos, contando cosas de su vida, historias y cosas que les gustaban.

Agoney estaba cansado, así que se fue y se dirigió hacia las habitaciones, pero en el camino volvió a mirar la puerta con el símbolo.

-¿Cómo se abrirá?

Empezó a mirarla por todos los ángulos posibles y se dió cuenta de que en el pomo había grabado algo.

"Con la fusión está puerta se abrirá"

-¿Qué cojones?

Resignado, se dirigió a su cuarto, y se acostó.

A la hora oyó a Alfred llegar y acostarse y la casa se quedó en silencio.

Todos estaban durmiendo, así que él se levantó, y salió a la sala de entrenamiento.

Estaba insonorizada, así que no molestaría a nadie.

Cogió unos guantes de boxeo y comenzó a darle golpes a uno de los sacos.

Con esto liberaba estrés, un estrés que llevaba encima cuatro años.

Pensó en Alfred, ¿realmente lo quería?
Es decir, él tenía muy claro que lo quería, pero no sabía en qué modo.

-Parece que estás triste.

Agoney se dió la vuelta asustado, y vió a Raoul sentado en el suelo.

-¿Qué haces aquí?
-Llevo aquí desde que se han acostado los demás, no puedo dormir, así que voy a entrenar.

Agoney se sentó a su lado y se quitó los guantes.

-¿Quieres luchar conmigo?

El rubio se levantó y le tendió la mano.

-Vale, no tengo nada mejor que hacer.

Cogió su mano y sintió algo en su interior, seria porque las manos del rubio estaban demasiado frías.

Comenzaron a luchar sin armas.

-Te voy ganando.

El rubio estaba rojo porque no le había tumbado ni una vez.

-Me voy a acostar.

-Yo también.

Agoney, se levantó y cogió su daga, que estaba en el suelo.

-Hostia.

El rubio se había quedado estático.

-Tengo una igual, llegó con la carta.
-Joder, crees que significa algo.

Raoul lo miró y le lanzó una mueca.

-Ni idea.
-Bueno, adiós.

Ambos se fueron a su cuarto y cayeron en un profundo sueño.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2020 ⏰

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