cuarto

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Ha estado lloviznando ligeramente, el cielo es nublado, el día frío y las calles casi desérticas por el clima de ésta mañana. Si es sincero, le gustan los días así. El ruido de la lluvia chocando contra los cristales de sus ventanales le relaja, uno que otro trueno le asusta, pero está bien. No tiene necesidad de prender ventiladores porque el aire en sí es fresco. Pero le gustaría más disfrutarlo en cama, con Hoseok y sus respectivos hijos en compañía, mirando una película. Jimin está en su casa, marcando la lista de invitaciones de su hijo. Se supone que su madre debería estar haciendo eso, pero con todo y el embarazo no puede. Va tachando los nombres de los niños cada vez que termina de escribirlos en la invitación.

Marca el número de Hoseok y espera a que conteste. La voz de Kook se oye al otro lado y ríe un poco. Le pide amable que le pase a su padre y enseguida lo hace.

—¿Algo va mal? —la voz de Hoseok suena gangosa y Jimin se preocupa.

—Para nada, ¿Qué iría mal? Suenas raro, ¿estás bien?

—Sí, ayer me bañé un poco tarde y me hizo mal. Es todo.

—Te hablaba para decirte sobre la fiesta de Tae. Es el sábado y quiere- queremos que estén ahí. Es de disfraces.

—Okay, suena bien. Mándame la dirección por mensaje y ahí estaremos.

Cuelga el teléfono y rápidamente escribe la dirección de la sala de fiestas por mensaje. Se la envía a Hoseok y sigue con su trabajo.

Jimin se preocupa. Hoseok sonó algo frío y distante, cualquier otro día hubiese reído levemente con él, haciéndole plática para mantenerse ocupado. Jimin piensa que seguro es el resfriado, tal vez se siente mal e irritado.

×××

Hoseok le explica a Jungkook que son las sílabas compuestas. Él escucha atentamente y sigue la lectura que su padre hace en el libro que trata sobre osos silvestres. Su lengua se traba a veces cuando las sílabas llevan una R, Hoseok le dice que lo intente hasta que salga bien, así lo hace. Después de eso, comienzan a hacer ejemplos en la pequeña libreta de Kookie, escribiéndolos.

El timbre suena y el conejito parece inquieto. Casi nunca reciben visitas. A veces es su padre, pero justo ahora no quiere verlo. Está muy molesto con él, además de que tiene miedo a su rechazo. Cerrando el libro, Hoseok se para descalzo a atender el llamado, camina lento, sin apuros. Su cabeza duele un poco por el resfriado, pero ha estado bajando por el medicamento que tomó minutos atrás.

—Hola, Hosokie ¿Cómo estás? —es Marion, una vecina que vive dos pisos arriba. Ella siempre ha sido amable con ellos así que les agrada.

—Bien, ¿y tú? —la chica contesta con un encogimiento de hombros— ¿Qué se te ofrece?

—Te traigo esto. Es ropa que a Jamie ya no le queda, tal vez pueda servir con Kook. Ya sabes, son casi de la misma edad.

Hoseok sonríe y abraza a la mujer. Está muy agradecido. Ha pasado un tiempo desde que consiguió ropa para Kook, así que esto era increíble y le venía bien.

—Gracias. No sabes cuánto significa para mí. Y Kookie va a estar contentísimo.

—No te apures. Ten la ropa, deje a los niños solos. Si necesitas algo no dudes en llamarme.

Agradece una vez más, ella se despide con un beso en la mejilla y se va.

Emocionado, Hoseok llama a su hijo para que fuera a ver la ropa. Él llega corriendo, con sus piernas gorditas. Sus ojos se expanden, abriendo su boca, sorprendido.

bracelets ❀ jihopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora