Capítulo 1

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Me encontraba en clase de historia. No era de mis asignaturas favoritas ya que me parecía un poco aburrido tener que aprender infinidad de fechas, el profesor era amargado y nos detestaba pero no es como si pudiera decirle que no me interesaba la clase y prefería irme a casa, por lo que decidí sacar mi móvil para distraerme un poco.

Al paso de algunos minutos dejé de escuchar la voz del profesor al frente y levanté la vista para darme cuenta que se encontraba junto a mi.

—¿Por qué no estás poniendo atención, Rowland? — Preguntó un poco molesto.

— Estaba aburrido, lo siento.— Respondí despacio, y ya tenía todas las miradas sobre mí.

—Entregame esto, lo llevaré con el director.— Me gritó mientras extendía su mano.

Se lo entregué sin decir nada más y salió azotando la puerta del salón. Siempre estaba de mal humor y buscaba cualquier pretexto para hacer el problema más grande.

A los diez minutos sonó el timbre y todos salimos del salón, teníamos clase libre así que nos dirigimos hacía la cafetería. No tenía hambre por lo que sólo compré una botella de agua, aún seguía molesto por lo que había pasado anteriormente, ¿Cómo era posible que un profesor odiara tanto a sus alumnos? En lo único que podía pensar era en cuál sería mi castigo esta vez.

Teniamos que ir a la siguiente clase, era viernes y ya sólo faltaba esa. Estaba caminando por los pasillos con mi mejor amigo Nate cuando escuché que voceaban mi nombre para ir a la dirección.

—Buena suerte, hermano.— Dijo mientras se reía y palmeaba mi hombro.

—Te veo después.— Contesté bufando y seguí mi camino hacía la dirección.

Cuando entré a la oficina vi que se encontraba mi madre junto a el director, al parecer estaban hablando sobre mí, había desobedecido en clase pero no era para tanto, no podía esperar menos del profesor Collins.

—Buenos días Señor Jones.— Saludé y tomé asiento.

—Buenos días muchacho, ya hablé con tú madre y estamos de acuerdo en que no es correcto que uses el móvil mientras estás en clase, tampoco que le grites a tu profesor.— Dijo el director inclinandose hacía adelante.

—Eso no es verdad, yo nunca le grité.— Me defendí mientras volteaba a ver a mi madre.

— No veo por qué el profesor Collins habría de mentir.— Contestó.

— Pero.. —

—Tobías, escucha al director.— interrumpió mi madre con el semblante serio. Sabía que le molestaba tener que venir a dar la cara por mi después de haber hecho algo malo, según la escuela.

—Tenemos reglas, no podemos dejar que estás fallas en tú conducta sigan ocurriendo y como no es la primera vez que tenemos problemas contigo hemos decidido que tendrás que hacer servicio comunitario en un asilo, cada sábado durante cinco semanas.— Explicó mientras veía entre un montón de papeles.

No puedo negar que veces anteriores había hecho travesuras junto a Nate, solamente nos mandaba a detención y ya, pero ahora no era así, él profesor se había aprovechado de la situación para que el castigo fuera peor.

—Pues no me queda de otra más que aceptar. — Contesté resignado.

—Empiezas este sábado. Muchas gracias por venir, Señora Rowland. — Dijo el director mientras estrechaba la mano de mi madre.

Salí enojado de la oficina. ¿Quién se creía esta gente cómo para mandarme a un asilo? En primera parte ¿Qué tenía que ver lo que habia hecho y el castigo que me asignaron? Seguí caminando detrás de mi madre hacia la salida, sabía que estaba molesta conmigo porqué no me dijo nada hasta que nos subimos al coche.

—¿Qué pasa contigo, Tobías? Ya tienes dieciocho años, comportate como alguien de tú edad. No es justo que tenga que salir del trabajo para venir a arreglar tus asuntos. — Dijo molesta mientras encendía el coche.

—No era necesario que vinieras, yo podía arreglarlo solo. Aparte no entiendo porqué me pusieron eso de castigo, ni siquiera hice nada malo. — Contesté mientras me ajustaba el cinturón de seguridad.

— Yo fui la que lo sugirió. Eres muy buen hijo y te amo, pero creo que te hace falta disciplina. Espero y lo entiendas pero tendrás que ir por tú cuenta. —

—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? Mamá, no me puedes dejar así. — Me quejé.

Mi madre se limitó a contestar y se mantuvo en silencio el resto del camino a casa. No era justo, ahora resulta que ella también estaba involucrada. Tendría que arreglarmelas yo solo para cumplir con esto, ya estaba en mi último año de bachillerato y necesitaba hacerlo, no podía darme el lujo de reprobar alguna materia.

Cuando por fin llegué a mi casa me bajé del coche y subí directo a mi cuarto, aún estaba molesto y no tenía ganas de hablar con nadie, ya mañana le contaría a Nate lo sucedido.

YELLOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora