CAPÍTULO SEIS

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  En el momento en que sientas que has tocado el corazón de alguien con lo que escribes, en ese momento lo has ganado todo.
–Aaron Molina

CAPÍTULO SEIS.

EMILY

Me encuentro sentada camino al trabajo en el carro de Emma, desde que le platiqué del chico al cual ayudé la otra noche en el cementerio no ha parado de ser linda, detallista y atenta conmigo a un grado de asustarme, no debería ser normal el que ella se comportara de una manera tan gentil con nadie, y empiezo a pensar que esa maquiavélica niña de ojos esmeralda esta tramando algo.
Afuera esta lloviendo, y es uno de mis climas favoritos del año, pues con una manta, un café caliente y un buen libro tengo una muy buena tarde asegurada.

Miro mi reflejo en la ventana aperlada por las gotitas de lluvia e inevitablemente, al mirar mis ojos, el recuerdo de aquellos ojos café con leche me bombardean la mente y no puedo evitar sonreír disimuladamente, pues ya bastante tengo con el carácter de Emma como para aguantar sus estúpidos comentarios, pero al parecer mi gesto no pasó desapercibido ante sus ojos.

–¿Pensando en "ojitos bonitos", Diann?

–¿Ahora resulta que no puedo sonreír absolutamente por nada sin que pienses que estoy pensando en él? Y ya te he dicho que dejes de lllamarle así! Es estúpido, Sullivan.–

–oh vamos Diann, te conozco! Y ambas sabemos que estabas pensando en... ¿Como se llamaba?–

–Peter– dije con frustración, pero al pronunciar tan sencillas palabras, el calor comenzó a subir por mi rostro haciendo que mis mejillas se sonrojasen.

En un intento desesperado de ocultarlo tome el cuello de tortuga que tenía mi suéter y lo subí hasta casi tapar mis ojos.

–Ah, si. "Peter." Diann, deberías aceptar que ese chico te vuelve loca en todos los sentidos, es algo N-O-R-M-A-L– deletreo con diversión mientras me miraba de reojo, pues no podía desviar los ojos de la carretera.

–Basta Sullivan, estás exagerando–  Me crucé de brazos intentando parecer molesta.

–Tus mejillas rosadas no piensan lo mismo– soltó una pequeña risita mientras me guiñaba un ojo con ternura y solo resople un tanto aburrida, pues este había sido el tema durante casi dos semanas.

Centré nuevamente mi atención a las gotitas que resbalaban por el cristal y con un poco de nostalgia «Que raro de ti Emily» me preguntaba que había sido de Peter y porqué ya no lo volví a ver.

La noche siguiente al accidente en la cual Emma insistió en ir a cenar después del trabajo, saliendo del restaurante que no sabía que existía a unas calles de la plaza comercial mas cercana, una mirada captó mi atención, al punto de que casi choco con una ancianita que intentaba cruzar al otro lado de la acera.

–Disculpe, no era mi intención – dije lo mas sincera posible, lo que menos quería era armar un escandalo en la vía pública y ser acusada de ir por la vida chocando con viejitas.

–Deberías hablar con ese muchacho, cariño – Dijo con una voz que me recordaba a la de mi abuelo.

«¿Enserio soy tan obvia?»

Le ofrecí una sonrisa discreta e intenté seguirle el paso a Emma que ni siquiera había notado que me retrase un momento. Busqué ansiosa la mirada de ese chico esperanzada de que pudiera ser Peter pero la desilusión llego tan rápido como vino pues después de sacarme de mi atolondramiento pude darme cuenta que ese chico era castaño rubio y Peter, u "ojitos bonitos" como Emma solía llamarle, tenía el cabello absolutamente negro.
No podía ser él o a menos que se haya pintado el cabello, que descartaba esa opción habría posibilidad, pero esa mirada no se comparaba en absoluto a la que era perteneciente de el misterioso Peter.

BESOS DE PAPEL  (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora