2. El atentado de Hydra

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—Tony, es mejor que alguno de nosotros te acompañe —insistió Steve con preocupación.

—No empiecen con su sobreprotección alfa por favor —pidió Tony sobándose la sien—, me están provocando un dolor de cabeza terrible. Ya les dije que Bruce me acompañará y fin del asunto.

Al siguiente día que los alfas confirmaron el embarazo de Tony, el omega decidió asistir a su doctor de cabecera para confirmar la existencia de esa vida creciendo en su vientre. Había decidido llevar a Bruce para evitar las crisis sobreprotectoras de los alfas, ya bastante drama tenía con sus propios síntomas como para también soportarlos a ellos.

—Cuidaré de él, lo prometo —remarcó Bruce quien lo empujaba hacia la salida del apartamento mientras los demás se quedaban parados en la sala mirándolos marchar.

Estaba seguro de que, si fueran perros, estarían emitiendo sonidos lastimeros de tristeza con la cola entre las patas y las orejas agachadas; se podía sentir su ansiedad por dejarlos ir solos. Era ridículo que teniendo veintitrés años siguieran tratándolos como niños a quienes tenían que seguir a todos lados.

Tony y Bruce se dirigieron al estacionamiento de la torre charlando alegremente.

— ¿Crees que nos sigan? —Preguntó su amigo subiéndose del lado del conductor de uno de sus automóviles más lujosos y llamativos.

—Sería el colmo —se burló subiéndose del otro lado observando por el retrovisor; lo único que pudo distinguir fue un automóvil blanco que arrancó y salió del estacionamiento con tranquilidad.

Esperaron un poco y cuando vieron que el ascensor permaneció cerrado, salieron hacia el hospital. El lugar no estaba tan lejos de allí, Bruce conducía con lentitud mientras hablaban de los avances de la investigación.

—Todo apunta a que la base principal de Hydra está en Rusia —comentó su amigo—, encontré reportes de químicos nocivos que han entrado al país y es casi seguro de que en ese lugar se hagan los experimentos para crear alfas de rango superior.

—Entonces iremos visitarlos lo más pronto posible —respondió emocionado.

Esperó formar una atmosfera de entusiasmo, en cambio su amigo solo se carcajeó.

—Steve casi se pone a llorar por verte ir al médico que está a la vuelta de la esquina, ¿crees que te va a dejar ir a una misión a Rusia?

Tony hizo un puchero con su mirada fija en el retrovisor donde pudo distinguir un vehículo blanco. Su amigo tenía razón, era muy probable que su alfa hiciera uso de toda su fuerza para mantenerlo a salvo en la torre y desgraciadamente su armadura todavía no era por completo autónoma como para ayudarlos en la misión.

—Tony... —susurró Bruce mirando con nerviosismo por el espejo retrovisor— ese automóvil...

—Estaba en el estacionamiento —completó la oración al ver el mismo vehículo blanco de hace unos minutos.

—Nos ha seguido desde hace unos minutos, es mejor que volvamos.

Bruce aceleró y giró por una avenida casi vacía. El vehículo hizo lo mismo manteniéndose muy cerca de ellos.

—Probablemente sea imaginación tuya, tal vez sea solo un admirador — respondió despreocupado—. Jarvis, analiza a las personas que vienen en el carro de atrás.

—Señor —respondió la inteligencia artificial—, las personas no están en mis registros, lo único que le puedo confirmar es que portan una bazuca.

Bruce y Tony se miraron atónitos.

—Jarvis, mándame la armadura —alcanzó a pedir antes de que los tipos sacaran la bazuca por un lado del carro y les dispararan, mandando a volar el automóvil a varios metros de distancia.

Nuestra gran familia (Stony mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora